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“Las artes marciales nos han unido”

swissinfo.ch/Filipa Cordeiro

Saltar de techo en techo o romper un ladrillo en dos con el canto de la mano es teatro. El kung-fu, como se dice en Occidente (wu-shu en China), es mucho más que eso, como pude advertir al visitar una escuela de artes marciales en Berna.

Poco después de realizada esta entrevista y cuando ya estaba escrita, Fan Qiang murió trágicamente en un accidente de auto. Sin embargo, es voluntad de su viuda que el texto sea publicado por  swissinfo.ch, como un homenaje a su difunto marido y a su pasión por las artes marciales. Respetamos su deseo y le hacemos llegar nuestro más sentido pésame.

La Redacción

Hable de China a un suizo y lo primero que piensa es chop suey y kung-fu. “La cocina china y el kung-fu son las dos artes nuestras que el público suizo conoce mejor. Estrellas como Bruce Lee, Jackie Chan y Jet Li son muy populares aquí”, me anticipa Wu Yongmei.

Y gracias al kung-fu conoció al hombre de su vida. Hace quince años Yongmei fundó su escuela en Berna, luego se casó con Fan Qiang. Ambos alcanzaron el nivel de entrenamiento del nivel siete, el más alto representado en Suiza. La pareja formó una gran cantidad de campeones suizos en artes marciales, lo que, naturalmente, les hizo sentirse orgullosos. Pero más que las medallas, les satisfizo el haber podido hacer de su pasión un oficio y el entusiasmo de los estudiantes.

Los padres envían a sus hijos a un curso de artes marciales para que se fortalezcan y aprendan disciplina y autocontrol. Pero esta práctica es también un deporte completo que combina fuerza, flexibilidad , resistencia y coordinación de movimientos.

También hay aquellos que  acuden con la esperanza de aprender a romper un ladrillo con la mano. “Se puede lograr, pero las personas que lo intentan corren el riesgo de lesionarse severamente”, explica Fan Qiang. Los que se ven en las películas de acción son trucos. Nosotros no estimulamos ese tipo de entrenamiento. Si alguien viene por eso, tratamos de hacerlo cambiar de idea”.

Maestro y profesor

“Reconocer un maestro un día es reconocer un padre para toda la vida”, enseña el pensamiento tradicional chino. Históricamente, el establecimiento de la relación maestro-discípulo era una cosa muy seria.

Los maestros seleccionaban a sus discípulos bajo los criterios de la virtud y la moral. Pero hoy en día, evidentemente, la educación funciona de manera diferente. Cualquier persona puede inscribirse en un curso.

¿Significa esto que las artes marciales han perdido su autenticidad? “ Durante el entrenamiento, somos como una gran familia. Los estudiantes se llaman entre sí ‘hermano’ y ‘hermana’, como en China, dice Yongmei. Pero no podemos exigir que se mantengan eternamente fieles a nosotros, ni pedirles que nos sirvan té o nos hagan la cama”.

Ella y su marido, sin embargo, mantuvieron algunas tradiciones, como aquella de que los alumnos saludaran con la mano izquierda envolviendo la derecha y ambas manos a la altura del pecho. “Los jóvenes deben decir: Buenos días profesor, y no llamarnos maestro. Si un estudiante me llamara ‘maestra’, sentiría más responsabilidad y le daría más de lo que un profesor podría darle”, añade Yongmei.

En su escuela, algunos alumnos fieles desde hace años se sienten como en familia. La pareja también acepta candidatos que no pueden costearse las clases. “Vienen una vez para ver. Si son realmente apasionados de las artes marciales, no me sentiría tranquila de rechazarlos”, confía Yongmei.

Entonces, nos arreglamos para que el alumno pague lo que pueda, ayude con pequeños trabajos de limpieza o liquide más adelante, cuando tenga dinero.

Amor a primera vista

Fan Qiang llegó a Suiza hace ocho años, invitado como entrenador. Tras escuchar que un maestro de nivel siete estaba de paso, Wu Yongmei le pidió visitar su escuela.

Fan Qiang recordó que al empujar la puerta, comprendió que tres segundos bastan para enamorarse. Un verdadero amor a primera vista. Con el tiempo, aprendió a conocer a Yongmei, a la que admira, y decidió trabajar para la escuela. Yongmei, por su parte, también quedó impresionado con Fan Qiang . Al observarlo, advirtió sus habilidades como entrenador, tanto técnicas, como teóricas. Y de profesional, la relación entre los dos se conviertió en privada.

Ahora, compañeros de vida y de trabajo, pasan todo el tiempo juntos. Cuando les pregunto cuáles son sus pasatiempos fuera de la escuela, Yongmei bromea al decir que disputarse, mientras que Fan Qiang señala que le encanta dormir y comer. Más en serio, ella practica la gimnasia para mejorar su condición física y su ritmo cardíaco, mientras él prefiere mantenerse en las artes marciales.

Disciplina

Pero el tiempo vuela y es la hora del curso. Al enfilarse sus vestimentas de kung-fu, nuestros anfitriones pasan de pareja relajada a profesores majestuosos y severos.

“¡Buenos días a todo el mundo!”. “¡Buenos días profesor!”. El efecto es impresionante: una docena de estudiantes suizos saluda al unísono. La escena me transporta a mis años de escolar en China. Los profesores habrían importado  los métodos de enseñanza tradicionales chinos, y la disciplina forma parte del fundamento de las artes marciales.

Pero hay disciplina y disciplina. En China es normal gritar a los alumnos, que son muy respetuosos. “No es lo mismo en Suiza, y al principio estaba muy sorprendido. Aquí los estudiantes tienen una gran libertad y los profesores no pueden imponerles sus opiniones”, dice Fan Qiang. Para él, hay muy poca  disciplina en la escuela en Suiza, el ambiente en las escuelas chinas es mucho más severo. “Con el tiempo encontramos un camino que integra las fortalezas de los métodos pedagógicos de los dos países”.

Así, Yongmei y Fan Qiang levantan a veces la voz, pero no de la misma manera que en China. Expresión adusta y manos cruzadas a la espalda, Fan Qiang apuesta al lenguaje corporal para transmitir el respeto por las artes marciales.

La cosa más bella

¿Y si no hubieran venido a Suiza, qué habrían hecho en China? Para Yongmei, habría sido un negocio: “Tengo la suerte de haber aprendido artes marciales desde niña. Ahora soy la mejor en Suiza al venir del país originarios de las artes marciales. Si ejerciera otro oficio, no sería necesariamente la mejor. Entonces,  como dice el proverbio, la flor se abre en el interior del jardín, mientras que su aroma va hacia afuera”.

Fan Qiang trabajó en el rodaje de ocho películas de acción chinas, entre ellas las famosas Legend of the Condors Heroes y Hero. Si se hubiese quedado en su país habría seguido como entrenador y haciendo películas.

Son unánimes cuando les pregunto qué es lo mejor que han vivido en Suiza. “¡Habernos encontrado!”, responden casi al mismo tiempo.

Traducción, Marcela Águila Rubín

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