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La tarea de reconfortar y dar placer al deshabilitado

El filme ‘The Sessions’ aborda la tarea del sustituto sexual para personas con discapacidad. AFP

Existe una demanda de servicios relacionados con la sexualidad para personas con una incapacidad física o mental. No obstante, aún no hay respuestas totalmente satisfactorias.

“¿Te puedo dar un abrazo?”, pregunta un hombre alto y rubio. Esto irrita –e incluso asusta- a la mujer a la que se dirige en medio de la calle. Se trata de un desconocido  que está afectado de sus facultades mentales. ¿Quiere más abrazos? ¿O es solo un intento torpe de hacer amigos?

La anécdota se narra en un seminario en Zúrich para futuros consejeros sexuales de personas con discapacidad.

“Hay una necesidad de abordar el tema, del que se habla muy poco. En muchos lugares ni siquiera se intenta hablar de ello. Para algunos es un tabú, es desagradable”, indica Lothar Sandfort, psicólogo y director del Instituto para la Autodeterminación de las Personas con Discapacidad, de Alemania.

Sandfort, parapléjico desde un accidente de tránsito en su juventud,  casado y padre de tres hijos, se encuentra en Zúrich para impartir estos cursos.

Una de las participantes, Ann-Kathrin, narra que buscó abordar el asunto en su  trabajo, un hogar de Basilea para personas con trastornos cognitivos, como el autismo:

“Me di cuenta de que algunos de mis colegas se sentían aliviados si me refiriera a esta situación, mientras otros preferían ignorarla”. Ann-Kathrin asiste a cinco hombres (de entre 18 a 52 años de edad). Todos ellos evidencian que el instinto sexual les ocupa e, incluso, algunos expresan este impulso muy abiertamente, explica.

“Otros residentes y miembros del personal que les asisten evaden el asunto, pues nadie sabe realmente cómo reaccionar”, indica Ann-Kathrin a swissinfo.ch.  

Hans, que trabaja en Argovia en un hogar para discapacitados mentales, narra que muchas de las personas a su cargo quisieran tener una pareja y que algunos la han conseguido. “Quisiera saber cómo responder de modo profesional a algo con lo que me confronto a diario”.

El Foro de Discapacitados de Suiza (Behindertenforum, en alemán) apoya la labor de airAmour, el centro de competencia para relaciones y asuntos sexuales para personas con alguna deficiencia mental o física, con sede en la ciudad suiza de Basilea.

Este centro se dedica especialmente a desarrollar la autodeterminación de los concernidos. Ayuda a responder a las necesidades sociales de sus clientes, aprender tácticas de socialización y estrategias para entablar relaciones personales. Además, contribuye a favorecer y estimular una vida más independiente, con la evaluación de las posibilidades de cada persona, ante la discapacidad que presente.

En estas labores de consejería también se evalúa cada caso personal para abordar si es el momento correcto para entablar una relación sentimental. La educación sexual también forma parte de la tarea de airAmour.

Fundado en 2003, el centro realizó alrededor de 200 consultas ese año. En 2012 fueron 800.

Sin vida nocturna

La carencia de actividades nocturnas organizadas por instituciones al cuidado de estas personas,  como ir a tomar una copa o asistir a un concierto, molesta a Francesco Bertoli, presidente del Foro de Discapacitados de Suiza. Bertoli vivió en centros para deshabilitados y hoy, a sus 60 años, habita en un departamento.

Bertoli tiene el síndrome de la artrogriposis múltiple congénita, que afecta a sus extremidades. “Mis piernas y brazos no funcionan, pero todo lo demás sí”, ha explicado en varias ocasiones, en espera de mayor comprensión.

Según sus cálculos, un tercio de las personas con alguna discapacidad vive en una institución especializada, que a su juicio resultan “muy estructuradas y sin mucha libertad de acción” para sus residentes.

Sandfort comenta que esto también ocurre en Alemania. Subraya que, efectivamente, subsiste la reticencia del personal de atención a reconocer las necesidades sexuales de los moradores de estos hogares especializados. “La gente cree que la persona con discapacidad es de género neutro, ni hombre ni mujer”.

Enseñar a tocar

Además de estos cursos para formar consejeros sexuales, el instituto germano entrena a personal de asistencia sexual para discapacitados, los denominados ‘sustitutos terapéuticos sexuales’, que acompañan la tarea de los consejeros. Se denominan sustitutos porque suplen la función de pareja sexual para la persona discapacitada que exprese la necesidad de satisfacer su deseo sensual, erótico o sexual.

“No aceptamos a gente que padece el síndrome del ayudante, es decir, personas que creen que el discapacitado sufre y que por ello hay que ayudarle a reducir ese supuesto sufrimiento”, advierte Sandfort

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En la primavera pasada, cinco mujeres y dos hombres, entre los 40 y los 60 años de edad, participaron en el curso de sustitutos sexuales, realizado en Suiza.

En todo el país hay alrededor de 20 personas activas en esta tarea. “Más mujeres que hombres, pues son más solicitadas”, explica Erich Hassler, director de los cursos.

‘Sin miedo al contacto físico’

Hassler recibió hace diez años esta instrucción en Alemania. Tomó la decisión de convertirse en sustituto sexual luego de leer en un diario que se buscaba gente para esa tarea. Él contaba con la experiencia de organizar actividades deportivas para personas con algún impedimento físico o mental. “No tenía miedo alguno por el contacto físico”.

El entrenamiento se realiza con talleres eróticos en los que participan los futuros sustitutos, cinco o seis personas con alguna discapacidad, dos sustitutos sexuales con experiencia y un entrenador.

“Algunos fines de semana abordamos cómo tratar a las personas con problemas físicos y otros los dedicamos a la discapacidad mental. Luego de seis talleres uno recibe el diploma que lo convierte en sustituto sexual”. La actividad se remunera con CHF150 ($160) por cada encuentro de una hora.

“No vendemos el acto sexual, sino el tiempo de un encuentro, y lo que ocurra durante ese espacio depende del cliente y el suplente”, advierte Hassler, un modo de señalar que no necesariamente estas citas concluyen con el coito.

La causa de que hay más demanda de personal femenino la explica de este modo: “En la sociedad, no está muy aceptado que una mujer contrate a un asistente sexual. Las solicitudes del servicio que nos llegan de las instituciones encargadas de las personas discapacitadas son, sobre todo, de clientes masculinos. Si un hombre no puede vivir su sexualidad, tiende a devenir agresivo y molestar a otros residentes y al personal a su cargo. Esto provoca una llamada inmediata a un sustituto sexual”.

“Por el contrario, las mujeres recluidas que no pueden vivir su sexualidad tienden a retractarse y a tener un comportamiento depresivo, lo que no genera tanta atención”.

Los mismos derechos

Pero llamar al sustituto sexual “debe ser una decisión individual”, subraya Paul Hoff, presidente de la junta directiva de la Asociación Suiza de Médicos Jefe en Psiquiatría.

“Usted no puede decirle a un paciente: ‘Tengo una idea para mejorar tu vida sexual’. Esto no puede tratarse como una prescripción, no sería ético”.

Pero Hoff considera que tanto los psiquiatras, los psicoterapeutas y el personal de las instituciones concernidas deben abordar el tema abiertamente, si observan depresiones frecuentes en personas con alguna incapacidad física o mental.

“Debemos preguntar a los pacientes si su problema mental ha tenido consecuencias en su vida sexual. En términos de sexualidad, la persona con trastornos mentales tiene absolutamente los mismos derechos que cualquier otra”.

Traducido del inglés por Patricia Islas

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