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Tras el rescate… turistas suizos en una mina chilena

Los huéspedes de Sainte-Croix, en medio del socavón. Regula Ochsenbein

Días después del espectacular rescate de 33 trabajadores de una mina chilena, un grupo de turistas suizos se adentró en las profundidades de una pequeña excavación a 150 km al sudeste de Santiago.

Guiados por un experto en minería, los aventureros recorrieron un yacimiento de cobre en el valle montañoso Cajón de Maipo.

Francisco Astorga, experto y compañero de oficio, transforma los yacimientos de minerales hallados por él con poco esfuerzo y tecnología simple.

Las masas de rocas, extraídas a mano de los socavones, se transportan con carretillas que tienen una capacidad de una tonelada. Para su procesamiento posterior se embarcan en camiones alquilados.

La mina de Astorga, ubicada en las cercanías de Santiago, es parte del yacimiento de cobre y plata ‘El Volcán’, el más importantes hasta comienzos del siglo XX.

En 1958, luego de que un terremoto obstruyera los socavones y destruyera gran parte del asentamiento que cobijaba a más de 100 trabajadores, empezó la decadencia. Actualmente una empresa mediana solamente explota yeso.

“El oro del alcatraz”

Francisco Astorga ha colocado ya muestras de rocas a la entrada del socavón. Principalmente son sulfatos y óxidos de cobre. “Por favor, no intenten desprender rocas de las paredes del socavón, sino nos pueden caer fragmentos grandes”, dice a los huéspedes que han viajado a Chile desde Sainte-Croix, pueblo ubicado en el cantón de Vaud.

A esta advertencia antes de la exploración de la mina se suma una aclaración para los profanos: “Lo que a la luz de las lámparas brilla como oro es solamente pirita de hierro. ¡Nosotros le llamamos el oro del alcatraz!”

Con los cascos de protección prescritos por reglamento y equipados con lámparas de bolsillo, avanzan primero 50 metros por un socavón que no sobrepasa la altura de un hombre y apenas alcanza los dos metros de ancho.

En este punto, cada uno puede decidir si continúan o si esperan a la entrada del socavón. El experto minero no quiere correr el riesgo de que se produzcan ataques de pánico en las entrañas de la montaña. Nadie se siente incómodo.

Sin embargo, varios de los compañeros ‘no profesionales’ venidos de tan lejos, reconocen que no descenderían por los cientos de escalones esculpidos en las rocas. De hecho, la mina tiene una segunda entrada.

Sentirse encerrado

Los suizos penetran 500 metros por un socavón al que le sigue una veta de cobre. En ese momento evocan lo que vivieron los 33 mineros que estuvieron encerrados durante 70 días a profundidades todavía mayores, hasta que finalmente fueron rescatados”.

De las paredes caen gotas y al parecer se trata de una veta de cobre aún no explotada. “Uno tiene la impresión de que se trata de pinturas abstractas. En estos socavones estrechos y tan bajos podemos imaginarnos lo que soportaron esos trabajadores hasta su rescate”, dice Anne Hartbeiner.

Por su parte, Joseline Hasel opina: “Ningún suizo habría sobrevivido a esa experiencia. Nosotros estamos muy acostumbrados a una vida cómoda y jamás tendría esa fuerza, esa firmeza de un minero chileno. En una situación parecida y en acceso de rabia o delirio quizás hasta arremeteríamos unos contra otros”.

Después de medio kilómetro, los mineros suizos deben retroceder porque de ahí en adelante, el socavón no está asegurado. Sin embargo, Francisco Astorga exhorta antes a sus huéspedes a apagar todas las linternas. Durante un largo minuto reina la oscuridad y el silencio absolutos – casi como ocurrió después de la caída del socavón del norte, pero sin nube de polvo.

La acústica: como en una iglesia

En el camino de regreso, los turistas de Sainte-Croix entonan espontáneamente una composición de la patria lejana: “Frère Jacques, frère Jacques, dormez-vous…”. ¿Tuvieron miedo en la oscuridad? “No, nos gusta cantar y lo hacemos cuando tenemos ganas”, expresa Allan Eisler.

Por su barba y su casco protector, uno podría confundirlo con un minero chileno. Y Joseline Fasel afirma con entusiasmo: “Aquí abajo, la acústica es fantástica, como en una iglesia”.

El túnel del Gotardo

Tras el accidente minero en Chile, también los suizos fueron conscientes de las condiciones precarias en las que trabajan aquí muchos mineros. Gracias a la tecnología más moderna empleada en la construcción del nuevo túnel del Gotardo, el final fue feliz.

Al respecto, Ester Stahel apunta: “En el colegio nos contaron que solamente un señor Favre llevó a cabo la perforación del primer túnel, pero no cuántos trabajadores italianos perdieron la vida en esa construcción y cuán inhumanas eran las condiciones laborales al final del siglo XIX.

La cápsula de rescate Fénix, una atracción turística

Actualmente, delante del Palacio de Gobierno de Chile se exhibe la cápsula de rescate Fénix, donde los compañeros suizos habrían podido dejarse fotografiar.

En breve, la cápsula se podrá adquirir como recuerdo en pequeño formato en las tiendas de souvenirs”, bromea Allan Eisler.

El año pasado, un grupo de chilenos del valle montañoso Cajón de Maipo participó en el “Festival des Gens des Hauts-Pays” en Sainte-Croix y se hospedaron en casas de familias del pueblo.
Los suizos fueron invitados a devolver la visita y habitan en las viviendas de sus ex huéspedes.
Parte del programa de viaje era la visita a una pequeña mina en el valle, bajo la dirección del experto minero Francisco Astorga, quien también participó el año pasado en el festival en Sainte-Croix.
Chile se interesa sobre todo en la promoción del turismo, también desde Suiza, y en el intercambio en el área de la formación y la educación.
Los huéspedes de Suiza estuvieron presentes cuando Yvonne Baumann, Embajadora suiza en Chile, colocó la primera piedra de un centro para niños con minusvalías financiado por la embajada helvética. Además de las clases escolares normales, esos niños recibirán a partir del próximo año clases de apoyo.
A los huéspedes de Sainte Croix ya no les llamó la atención el patriotismo de los chilenos, que casi ya no se ve en Suiza, tampoco que los niños del jardín de infancia dominen el baile nacional.
Por su parte los chilenos se divirtieron con el hecho de que los suizos, según ellos un tanto testarudos, de pronto sean impuntuales y salgan de su reserva.

(Traducción: Rosa Amelia Fierro)

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