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Un tercio de los deudores suizos, menores de 25 años

Los chicos se endeudan con el e-comercio, las chicas no pagan sus facturas médicas. Keystone

Un estudio de la sociedad de gestión crediticia Intrum Justitia revela que uno de tres deudores en Suiza tiene entre 18 y 25 años de edad y casi la mitad de este grupo no ha resuelto esa situación desde 2006.

Para el profesor de Historia Social de la Universidad de Ginebra, Michel Oris, este fenómeno se está convirtiendo en un problema de fondo.

“Recibo una mensualidad del seguro de invalidez”, indica Carlos, de 24 años. Tras pagar mi renta y el seguro de enfermedad me quedan 1.480 francos al mes. Tengo un leasing para la tele y dos tarjetas de crédito. En una de ellas, debo 2.500 francos, pero obtuve sin problema un nuevo arrendamiento con opción de compra para un computador”.
 
“He hecho tonterías de juventud, gastos exagerados, salidas, viajes, etc… y de pronto me encontré con dos años de impuestos sin pagar”. Esta frase es de Arnaud, de 39 años de edad, y bajo embargo salarial desde hace siete. La Oficina de Persecución en caso de Deudas le deja 1.500 francos al mes de su salario de enfermero. Ante su situación, no puede rentar un apartamento, contratar un servicio telefónico o comprar algo a plazos. Y seguirá años teniendo un salario objeto de reducciones directas para saldar esas deudas.
 
Dos testimonios en un país donde un tercio de los jóvenes de entre 18 y 25 años han contraído deudas. Y sin dejar de lado el hecho de que el 44% de los beneficiaros de la ayuda social pertenecen justamente a esta franja de edad, según señala la Comisión Federal de la Infancia y la Juventud.
 
Y para rematar: apenas el 53% de estos jóvenes con deudas en 2006 han podido saldarlas hasta ahora, según indica el estudio Radar 2011, publicado recientemente por la empresa de gestión crediticia Intrum Justitia, tras analizar 200.000 casos de deudores en el último lustro.
 
El estudio se concentra en los sectores de la salud, las telecomunicaciones y el comercio en línea (generalmente a crédito). “Entre los jóvenes, el primer sitio en materia de deudas sin saldar es el de las telecomunicaciones, después del sector salud y el comercio electrónico. La situación es contraria entre los mayores de 32 años, cuyas deudas impagables se sitúan en sector de la salud”, indica el estudio. Lógico, puesto que los jóvenes normalmente gozan de buena salud.

Cultura crediticia

Lo más inquietante es la dificultad de salir del atolladero, ya que el 47% de los jóvenes que se endeudaron por primera vez en 2006 aún no han podido saldar todas esas deudas.
 
Y como telón de fondo: el 70% de los jóvenes adultos que deben recibir ayuda social para cubrir el mínimo necesario de su gasto mensual (poco más de mil francos), aún no ha terminado una formación profesional.
 
Una tendencia que se acentúa cada vez más, indica Pierre Maudet, presidente de la Comisión Federal de la Infancia y la Juventud: “Hace poco que Suiza descubrió este estilo de vida a crédito, que se conoce desde hace mucho tiempo en otros países, como los anglosajones. Con los estragos conocidos: chicos que llegan a la edad adulta con deudas y sin otra solución que estar sumidos en una vida dependiente de la ayuda financiera del Estado, la asistencia social”.
 
Maudet es un político del Partido Liberal Radical (derecha) y escribe estas palabras en su blog. Un tema que le afecta directamente en su posición de presidente municipal de Ginebra. “Los jóvenes citadinos están más endeudados –un 10% más aproximadamente- que los chicos de los poblados y son los francófonos que ocupan el primer lugar de los deudores en Suiza”.

Remedios políticos

Los historiadores sociales han definido cinco criterios de vulnerabilidad: la enfermedad, el desempleo, la vejez, un accidente y la soledad.

“Desde hace un siglo, los Estados occidentales han encontrado frenos al problema con los seguros en caso de enfermedad, accidente, vejez y desempleo; pero desde hace 40 años dos nuevos criterios han salido a escena: la deuda y las dependencias, a veces, las dos aparecen combinadas”, explica Michel Oris, profesor de Demografía Histórica e Historia Social de la Universidad de Ginebra.
 
“Debemos sacarnos los viejos anteojos y salir de la presbicia moralizante para comprender lo que ocurre”. En su opinión, es necesario “constatar que la transición de los jóvenes a la edad adulta se ha vuelto más lenta y menos estructurada”. Esto se está convirtiendo en un verdadero problema de fondo, subraya.
 
Michel Oris -también director del Polo de Investigación Nacional de Vulnerabilidades, creado el año pasado por el Fondo Nacional de la Investigación- señala que la “desestandarización del camino de vida” es un fenómeno reciente e implica un aumento de la fragilidad y de los eventuales riesgos: el menor imprevisto puede transformarse en una catástrofe”.
 
“Los jóvenes trabajan mientras hacen sus estudios. Requieren de un equilibrio para financiar esa etapa más difícil y más prolongada que antes. O, tienen dificultades escolares y no tienen una buena percepción de las relaciones de causa-efecto: “Pido prestado para pagar una deuda anterior”.
 
Y a esto se suma otro factor: “Cada vez resulta más difícil acceder al mercado de trabajo, sobro todo sin un diploma en la mano, puesto que la desindustrialización de nuestro país enrarece los empleos menos cualificados”, detalla el historiador.
 
El Polo de Investigación de Vulnerabilidades que Oris dirige ha puesto en marcha un programa de doce años para seguir a un grupo de jóvenes a largo plazo. “Ver quién cae en ese mundo de deudas, quién no, y quién sale adelante” para comprender los factores de fragilidad y “desembocar en métodos sociales” con el fin de encontrar soluciones duraderas a este fenómeno.

Nuevos criterios de vulnerabilidad

Los historiadores sociales han definido cinco criterios e vulnerabilidad: la enfermedad, el desempleo, la vejez, el accidente y la soledad.

“Desde hace un siglo, los Estados occidentales han encontrado frenos al problema con los seguros en caso de enfermedad, accidente, vejez y desempleo; pero desde hace 40 años dos nuevos criterios han salido a escena: la deuda y las dependencias, a veces, las dos aparecen combinadas”, explica Michel Oris, profesor de Demografía Histórica e Historia Social de la Universidad de Ginebra.

“Debemos sacarnos los viejos anteojos y salir de la presbicia moralizante para comprender lo que ocurre”. En su opinión, es necesario “constatar que la transición de los jóvenes a la edad adulta se ha vuelto más lenta y menos estructurada” Esto se está convirtiendo en un verdadero problema de fondo, subraya.

Michel Oris -también director del Polo de Investigación Nacional de Vulnerabilidades, creado el año pasado por el Fondo Nacional de la Investigación- señala que la “desestandarización del camino de vida” es un fenómeno reciente e implica un aumento de la fragilidad y de los eventuales riesgos: el menor imprevisto puede transformarse en una catástrofe”.

“Los jóvenes trabajan mientras hacen sus estudios. Requieren de un equilibrio para financiar esa etapa más difícil y más prolongada que antes. O, tienen dificultades escolares y no tienen una buena percepción de las relaciones de causa-efecto: “Pido prestado para pagar una deuda anterior”.

Y a esto se suma otro factor: “Cada vez resulta más difícil de penetrar el mercado de trabajo, sobro todo sin diploma en mano, puesto que la desindustrialización de nuestro país enrarece los empleos menos cualificados”, detalla el historiador.

El Polo de Investigación de Vulnerabilidades que Oris dirige ha puesto en marcha un programa de doce años para seguir a un grupo de jóvenes a largo plazo. “Ver quién cae en ese mundo de deudas, quién no, y quién sale adelante después de caer” para comprender los factores de fragilidad o de resiliencia y desembocar en “métodos sociales” para encontrar frenos adecuados en contra esta tendencia.

Realizado por Intrum Justitia, fundada en 1923 en Suecia y la principal suministradora de servicios de Administración Crediticia en Europa y en Suiza existe desde hace 40 años.
 
El estudio suizo se basa en 200.000 casos analizados en un lustro.
 
El reembolso de una deuda se produce más rápidamente entre los jóvenes de 18 a 25 años de edad. Requieren entre 9 a 18 meses para pagar, mientras que las personas de entre 26 y 32 años necesitan entre 10 y 23 meses para saldar sus deudas.
 
El análisis por género indica que los hombres se endeudan más a través del comercio electrónico, mientras que las chicas tienen mayores problemas con las facturas médicas.

(Traducción: Patricia Islas)

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