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Una sólida Suiza supera el parón y se enfoca en su economía

Un hombre con una mascarilla y al fondo una bandera de Suiza
Keystone / Gian Ehrenzeller

Suiza se enorgullece de la forma en que consiguió frenar la propagación del coronavirus dentro de sus fronteras, al tiempo que protegió a su economía de los peores estragos.

Sin embargo, a medida que los paquetes de estímulo económico se reducen en Europa y los casos de COVID-19 siguen avanzando, Berna ha dejado claro que la economía es su prioridad durante los próximos meses.

Como señal de optimismo del adinerado estado alpino, las reglas estrictas para la celebración de reuniones sociales serán relajadas a partir de octubre, permitiendo nuevamente concentraciones de más de 1 000 personas. Los principales ministros suizos se reunieron con representantes del sector turístico y de la hostelería para discutir la mejor forma de impulsar estas actividades durante la próxima temporada invernal.

“Estamos confrontados ante algo sobre lo que nadie tenía conocimiento alguno”, dice Effy Vayena, profesora de bioética de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ) al referirse a la pandemia. “Necesitábamos ganar tiempo para averiguar lo que estaba sucediendo”.

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Cinco meses después de iniciada la pandemia, las autoridades suizas de salud entendieron mucho mejor la dinámica que debía seguirse y “que (el semiconfinamiento) no era sostenible. Por ello, ha habido un gran cambio de enfoque. Lo que estamos viendo ahora en Suiza es que la gente se está acostumbrando a la idea de vivir en una sociedad con riesgos. Y la pregunta es, más bien: “¿cómo haremos para vivir con esto?”, dice.

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Así, a partir de que Suiza puso fin formalmente a su estado de emergencia a mediados de junio, se decidió que fueran los 26 cantones los que establecieran sus propias reglas. Los más optimistas, como el de Zúrich, que tiene en su territorio a la ciudad más grande del país, introdujeron el uso obligatorio de cubre bocas en las tiendas hace poco, en contraste con la decisión de varios países europeos de usar esta medida desde hace meses.

El camino sensato era centrarse en regresar paulatinamente a la normalidad, para la economía y también para la sociedad como conjunto”, dice Vayena, “especialmente porque a los suizos les gusta el equilibrio”.

En Berna, para algunos legisladores, la idea de lograr un verdadero balance entre la economía y la salud pública es algo falso. La estrategia nunca fue derrotar al virus utilizando herramientas de política pública, expresa un asesor científico de alto nivel del gobierno en Berna, sino más bien plantarle cara.

“Lo importante es que podamos manejar la situación. Cuando miro a otros países, tal vez tengan menos confianza en poder hacerlo. Esto explica, quizá, que estemos viendo más cierres de fronteras y medidas rigurosas en otros lugares”.

En todos los países, la pandemia ha intentado contrarrestar las divisiones políticas y sociales: Suiza no ha sido la excepción, en su caso, conjuntando la existencia de comunas sólidas con un gobierno cuyo enfoque es permitir que las cosas fluyan y sucedan.

En marzo, por ejemplo, Suiza tomó la decisión temprana de cerrar la vida pública, pero también fue uno de los primeros en Europa en reabrir su sector hotelero. Las tiendas han podido recuperar a sus clientes habituales durante el verano.

Alain Berset, el ministro de Salud y del Interior, declaró a finales de septiembre que la situación con respecto al manejo de la pandemia por coronavirus es “frágil. . . pero está bajo control”. Lukas Engelberger, el funcionario responsable de coordinar la política de salud federal, aseveró, en la misma conferencia de prensa, que los cantones y el Gobierno federal harían todo lo posible para evitar otro periodo de confinamiento general.

En general, la población suiza apoya este enfoque. El clamor por un error menor cometido por funcionarios de salud pública hace un mes deja claro hasta qué punto muchos suizos sospechan que podrían renovarse las restricciones en la vida social.

Un informe gubernamental del 31 de julio pasado reportó erróneamente que dos tercios de los nuevos contagios en Suiza eran atribuibles a bares y clubes. Las cifras del Gobierno fueron corregidas días después, mostrando que solo 1,9% de los nuevos contagios tuvieron lugar en clubes nocturnos y 1,6% en bares y restaurantes. La mayoría, 27% del total, ocurrió en reuniones familiares.

Sin embargo, el número de casos de virus en Suiza ha aumentado constantemente. La Oficina Federal de Salud Pública afirma que hay una tasa de 22 casos por cada 100 000 habitantes actualmente. El Gobierno del Reino Unido impuso un requisito de cuarentena de dos semanas a todas las llegadas desde Suiza desde el 27 de agosto.

Los críticos advierten que Suiza está coqueteando con la complacencia. Argumentan que el repunte de la vida social suiza tuvo lugar durante un verano largo y seco que, por sus características, permitió muchas actividades al aire libre. Pero conforme las temperaturas bajen, no es claro cómo se comportará la carga viral cuando la gente comience a reunirse en interiores.

Berna ha insistido en que su confianza tiene un sólido respaldo científico. Si bien la tasa de contagios ha aumentado poco a poco durante el verano, las admisiones hospitalarias y las muertes apenas han aumentado desde los mínimos que registraron al final del [semi]confinamiento. Hay un promedio de solo 3 muertes semanales por COVID-19 en Suiza.

Además, la aplicación digital de identificación y rastreo de los contactos de personas que han sido contagiada por el coronavirus se ha mostrado eficientes. La aplicación ha sido descargada 2 millones de veces, lo que significa que una cuarta parte de la población ya la tiene. Y aunque se necesitaría que más gente la tuviera para que el alcance de este esfuerzo sea completamente efectivo, los primeros resultados son prometedores, en opinión de los funcionarios de salud suizos.

“Suiza ha experimentado una tasa de mortalidad más baja que otras naciones y eso se debe a que posee un sistema de salud fuerte”, dice Suzanne Suggs, profesora de la Universidad de la Suiza de expresión italiana, ubicada en Lugano, y vicepresidenta de la Escuela Suiza de Salud Pública. “Incluso cuando estábamos al borde del abismo, pudimos manejar las cosas mejor que muchos otros países”.

Sin embargo, advierte, muchas cosas podrían cambiar en los próximos meses. La comunicación efectiva será clave. “Todos están cansados de la pandemia y quieren que este virus desaparezca. Pero la pandemia no está cansada de nosotros”, concluye.

Copyright The Financial Times Limited 2020

Traducido del inglés por Andrea Ornelas

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