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Suiza, entre los 20 países que más dañan al planeta

Doris Leuthard observa una tabla aislante hecha a base de hierba, en una presentación sobre tecnologías ecológicas. BBT

Sus estragos al medioambiente son cuatro veces más poderosos que su esfuerzo ecológico, un dudoso privilegio que comparte con economías como EEUU, Reino Unido o Kuwait.

Suiza presentó su nuevo Plan Maestro Cleantech, documento que reconoce la magnitud del problema y perfila compromisos generales, pero adolece de incentivos concretos en materia monetaria y fiscal.

Las cleantech son todo un universo: energías renovables –eólicas, solares o de biomasa-, transportes eléctricos, industrias químicas concentradas en el reciclaje, etc.
No hay límite. La única prioridad es el respeto al medioambiente.

Sin embargo, aunque Suiza fue puntera en materia de energías “verdes” hace dos décadas, en la actualidad se rezaga. Y en 2010, los estragos que inflinge al planeta son cuatro veces superiores al impacto de sus esfuerzos ecológicos.

El nuevo Plan Maestro Cleantech colocado sobre la mesa (04.11) por el Departamento Federal de Medioambiente, Transportes, Energía y Comunicaciones (DETEC) decepciona a los protagonistas del sector por sus escasos compromisos.

Sin voluntad política, Suiza seguirá a la zaga.

Un gris Masterplan

La nueva Ministra de Medioambiente, Doris Leuthard, tomó la estafeta de Moritz Leuenberger el pasado 1 de noviembre, y con ella, “el compromiso de poner las fuerzas económicas y políticas al servicio de las nuevas tecnologías cleantech”.

A su juicio, esto significa desarrollar más tecnologías verdes, mejorar la gestión de desechos y reducir la emisión de gases de efecto invernadero.

Sin embargo, el Plan Maestro Cleantech, que era la ocasión clara de probarlo, a lo largo de sus 109 páginas sólo introdujo dos anuncios relevantes:

1) La creación de una base de información cleantech por parte de la Oficina Federal de Estadística (OFS).
2)
3) La entrega de un “cheque de innovación” por 7.500 francos suizos para las PYME interesadas en investigar o desarrollar cleantechs.

El resto del documento sólo sugiere una mejor coordinación entre las instancias ligadas a la formación, investigación, innovación y comercialización de tecnologías ecológicas.

Y la presidenta suiza fue clara en su discurso:“Ninguna política industrial o medio financiero sustancial serán entregados a través de este programa”.

Insuficiente

Consultado al respecto, Nick Beglinger, presidente de swisscleantech, explicó que el Masterplan de las tecnologías limpias de Suiza debe ser considerado en general como una buena nueva.

“Es bueno que la Confederación Helvética se proponga llevar a Suiza al liderazgo en materia de investigación cleantech para el año 2020”, dijo.

No obstante, destacó también que los objetivos que se persiguen en materia de protección climática son insuficientes.

Por su parte, Peter Malama, miembro del Comité Directivo de swisscleantech, agrega que los investigadores y los inversionistas necesitan políticas claras que orienten el trabajo de largo plazo, pero que también recompensen la inversión en tecnologías verdes.

Kurt Schär, director de la empresa Biketec AG y también miembro de swisscleantech, añade que el sector productivo suizo requiere objetivos más ambiciosos en la reducción de emisiones de C02, y a su juicio, el sector empresarial está listo para ello.

Las empresas quieren que Suiza sea una plaza económica sustentable, afirmó y uno de los problemas del Master Plan es que las medidas concretas que llevarán a cumplir los objetivos no se expresan claramente.

Poderosa huella ecológica

¿Cómo medir el daño que una economía inflinge a la naturaleza y cuánto de esos estragos son compensados vía sus esfuerzos ecológicos?

Hace dos décadas, el investigador norteamericano William E. Rees introdujo una técnica concreta, la “huella ecológica”, un indicador que permite medir de forma cuantitativa cuánto le arrebata un país al planeta en comparación con aquello que le ofrece para compensarle.

Suiza tiene material para inquietarse.

La base de datos de la Oficina Federal de Estadística (OFS) reconoce que la “huella ecológica” de Suiza se duplicó durante los últimos 50 años. Y hoy, concretamente, el impacto medioambiental de la vida moderna helvética cuadruplicó los esfuerzos por compensarlo, como se citó antes.

En opinión de los investigadores Thomas von Stokar, Bettina Rüegge y Jörg Schmill, quienes han trabajado estrechamente con la OFS en la medición de este indicador, el consumo energético individual es el principal lastre que enfrentan los países desarrollados en materia medioambiental, y en Suiza creció 67% durante las últimas cuatro décadas.

¿Qué sitio ocupa Suiza?

Por su parte, la Red Global de la Huella Ecológica ofrece datos concretos sobre el sitio que ocupa cada país.

Estados Unidos, los Emiratos Árabes Unidos, Canadá, Kuwait y Australia son cinco de los países más “onerosos” en términos medioambientales.

Les siguen en la lista naciones como Nueva Zelanda, Finlandia, Reino Unido, Francia, Dinamarca o España, y Suiza ocupa la posición 20.

En un balance general, la Red Global de la Huella Ecológica refiere que existen al menos 70 economías, entre desarrolladas y emergentes, que están en deuda con el medioambiente, ya que sus esfuerzos ecológicos no compensan los daños que emanan.

Existe un pequeño grupo, conformado por Turquía, Bolivia, Panamá y Cuba, que son países que alcanzan el equilibrio en el índice de “huella ecológica”. O lo que es lo mismo, consiguen compensar con sus políticas ecológicas el daño medioambiental que generan.

Y son las economías emergentes de América, Asia y África, caracterizadas por el subdesarrollo industrial y un consumo energético bajo, las que con sus generosos recursos naturales compensan los excesos de las economías industrializadas.

En Suiza, el Master Plan de Cleantech se mantendrá en análisis antes de su aprobación definitiva por parte de la Confederación Helvética en marzo próximo.

Las aportaciones a sus contenidos deberán fluir en las semanas por venir y considerar, como cita el propio Master Plan, que Suiza, y el resto de los países industrializados, se comportan “como si tuvieran una segunda Tierra de reserva”.

En Suiza, las Cleantech generan un valor agregado para la economía suiza de 20.000 millones de francos suizos anuales y emplean a 160.000 personas.

Si la Tierra se repartiera entre la población mundial total, cada individuo dispondría de 1,8 hectáreas. En 2010, para compensar al medioambiente por los daños que generan las economías modernas, cada ser humano necesitaría 3 hectáreas.

La huella ecológica de Suiza es de 5,6 hectáreas globales por habitante; y su biocapacidad es de sólo 1,3 hectáreas.

La “huella ecológica” define el área de cultivos, bosques o ecosistemas acuáticos necesarios para producir los recursos que compensen el daño medioambiental generado por una economía.
La Asociación Swisscleantech tiene como objetivo la difusión de las políticas de tecnologías limpias en de Suiza. Como asociación representa los intereses políticos de las compañías interesadas en este tema.
Un mecanismo, no aplicado en Suiza, para concienciar a la población sobre el impacto ecológico de los bienes que consume es incluir su “costo ambiental” al lado del precio monetario, esto es, el costo que tiene para el medioambiente, por ejemplo, adquirir un vino Merlot del Tesino (sur de Suiza), con respecto al que implica un vino equivalente llegado de España, Chile o Argentina.

Las tecnologías limpias o cleantech designan toda forma de producción sustentable que respete a la naturaleza; y consideran todos los eslabones de la cadena de producción. Los rubros de actividad más destacados son:

Energías renovables, eficacia energética, almacenamiento de energía, gestión sustentable del agua, biotecnología, etc.

Algunas de las empresas suizas dedicadas a esta rubro son ABB, 3ª Technik AG, 24 Translate, Agor, Alternative Bank, Bio Apply, Café Europe, Ecos, etc.

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