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Suiza en el corazón de la fusión en Europa

El profesor Minh-Quang Tran. swissinfo.ch

Un profesor del Politécnico de Lausana conquista el liderazgo en el proyecto europeo sobre fusión termonuclear, en el que participan todos los grandes países del mundo, incluido Estados Unidos.

El objetivo es construir en breve un reactor experimental.

“Nuestras competencias en el campo de la fusión termonuclear son evidentes y están reconocidas”, se alegraba el secretario de Estado para la Ciencia, Charles Kleiber, el verano pasado en Montreux, en el marco de la conferencia anual de los físicos europeos.

Un año después, los miembros del Acuerdo Europeo para el Desarrollo de la Fusión termonuclear (EFDA) le dan la razón al nombrar al profesor Minh-Quang Tran a la cabeza de la organización.

Nacido en Saigón y criado en Lausana, el profesor Tran dirige desde 1999 el Centro de Investigación sobre Física del Plasma de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL). Quiere conservar el cargo y compaginarlo con la nueva función europea, tarea que le ocupará gran parte de su tiempo: el 60% de su semana laboral.

”Hay un trabajo que llevar a cabo”

El nuevo responsable del EFDA, Minh-Quang Tran, asumirá también una función clave en los experimentos que se harán sobre el JET (Joint European Torus), la instalación de fusión más grande del mundo, construida en las cercanías de la Universidad de Oxford, en Inglaterra.

“Lo evalué mucho antes de presentar mi candidatura”, confiesa el profesor Tran. “Soy algo confucionista o digamos estoico, lo que me obliga a poner el deber y el espíritu de servicio por encima de cualquier otra cosa”.

Para asumir el nuevo compromiso europeo Minh-Quang, tendrá que renunciar a la enseñanza. Y es consciente de que el tiempo real que dedicará a sus dos cargos – en teoría un 60 y un 40%, respectivamente – se convertirá más bien en un 80-80%.

“Mi hijo tiene ocho años y, si lo pienso, el corazón se me hace un nudo”, cuenta el físico que ya está acostumbrado a madrugar para ir trabajar y poder disponer de tiempo en la noche que dedicar a su familia.

Pero Minh-Quang Tran se declara “feliz y orgulloso” de haber alcanzado un nivel tan alto de responsabilidad en el campo científico, que le apasiona desde la época universitaria.

No obstante, para él, el prestigio del nombramiento recae sobre todo en Suiza y en la EPFL. Lo único que le preocupa es “llevar a cabo el trabajo”.

Y trabajo no le faltará en el EFDA en los próximos meses. De aquí a fines de año se elegirá el país que albergará en un futuro el reactor experimental ITER. Los candidatos en liza son Francia, España, Japón y Canadá.

Ya no se trata de un programa europeo, como indica su nombre, sino más bien mundial. Al inicio del 2003 Estados Unidos, después de China, Corea, Canadá, Rusia, India y Brasil, se sumó al proyecto ITER, el único en su género a escala mundial, cuyo objetivo es demostrar la viabilidad técnica del proceso de fusión para solucionar el problema energético del mundo.

No antes de 30 o 40 años

No obstante, ese reactor experimental no servirá todavía para producir corriente eléctrica. Según una investigación encargada por el Gobierno británico, se necesitarán 30 o 40 años hasta poder comercializar la electricidad generada por fusión termonuclear.

“En estas condiciones no podemos pedir a las empresas eléctricas que inviertan en nuestros proyectos”, explica Minh-Quang Tran.

La industria está interesada en esta nueva tecnología que, según pronostican los científicos, revolucionará el panorama energético actual que se remonta a la segunda mitad del siglo XIX.

“La fusión se inscribe en la perspectiva de desarrollo sostenible”, subraya el profesor Tran.

Con la creciente urbanización en todo el planeta, se multiplicarán las ciudades de más de un millón de habitantes. Y las centrales que generarán electricidad por fusión de 1 gigaVatio podrán asegurar el abastecimiento energético de esas metrópolis.

Y es que, además, el combustible para producirla es prácticamente inagotable: el litio extraído del agua, un metal que, contrariamente a los yacimientos de petróleo – está repartido equitativamente entre los diferentes países del mundo.

swissinfo, Marc-André Miserez

Con la fusión se forma un nuevo núcleo atómico de la unión de más núcleos de masa inferior. El proceso libera energía.

La energía de las actuales centrales atómicas nace del proceso contrario: la división de los átomos.

El combustible que requiere la fusión termonuclear es casi inagotable: el deuterio y el tritio, dos isótopos del hidrógeno.

Para llegar a la fusión hay que calentar los átomos hasta cerca de 100 millones de grados. A esta temperatura, la materia se presenta como una especie de ‘sopa’ de partículas elementales, denominada plasma.

Para evitar que el calor del plasma disuelva las paredes del reactor, se aísla en el interior de un potente campo magnético.

Contrariamente a la fisión nuclear, la fusión puede considerarse como una energía ‘suave’.

El funcionamiento de las centrales no conlleva el transporte de materias peligrosas. La reacción no produce deshechos. Sólo se irradian ligeramente las paredes del reactor.

El riesgo de explosión o de reacción en cadena es nulo. En caso de fuga, la reacción se interrumpe inmediatamente.

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