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Suiza-ONU, sin pronóstico

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Después del rotundo 'no' de 1986 al ingreso de Suiza en la ONU, el electorado helvético dirá este domingo si cambió de opinión. Aún siendo así, los cantones tendrán la última palabra.

Uno de los instrumentos más importantes del sistema político de Suiza es la denominada ‘Doble Mayoría’, es decir que los asuntos trascendentales que impliquen la pertenencia plena del país en alguna organización supranacional de las características de la Unión Europea o de Naciones Unidas, debe contar con la aprobación del pueblo y de los 26 cantones.

Dicho de otro modo, para que Suiza pueda entrar al seno de la ONU, la iniciativa propuesta debe obtener la mayoría de votos de los electores y ganar en 12 de los 26 cantones (tres de los cuales tienen rango de semicantones).

Experiencias pasadas

El mecanismo político señalado ya impidió en 1986 que Suiza entrara a la ONU. La consulta de entonces fue contundente:el 76% de los electores y todos los cantones rechazaron la iniciativa.

Una de las experiencias más recientes data del 6 de diciembre de 1992, año en el que el pueblo y los cantones se pronunciaron contra el ingreso de la Confederación en el Espacio Económico Europeo.

La votación de este domingo podría ser distinta, si consideramos el curso de los acontecimientos en el tablero político mundial. La caída del Muro de Berlín, en 1989, y la consiguiente desaparición de la Guerra Fría han modificado la relación de poderes en el planeta.

Campos opuestos

Uno de los objetivos del Consejo Federal(Gobierno) para la presente legislatura es, precisamente, conseguir que Suiza abandone su estatuto de observador en Naciones Unidas y pase a formar parte del organismo mundial con las mismas prerrogativas y obligaciones de los otros 189 Estados miembros.

Con excepción del partido conservador de derecha, Unión Democrática de Centro, los otros tres de los cuatro partidos integrantes del Gobierno Colegiado: Partido Radical, Partido Demócrata Cristiano, y Partido Social Demócrata respaldan la actitud del Ejecutivo.

La compatibilidad de la política exterior de Suiza con los postulados de la Carta de la ONU, la posibilidad de influir y participar en las decisiones del organismo mundial, así como el fortalecimiento de la posición del país en el concierto de las naciones, son algunos de los argumentos enfatizados por el sector favorable al ingreso.

Suiza no sólo acoge la sede europea de la ONU en Ginebra, sino que ya es miembro del Tribunal internacional y desde hace 10 años se suma a las sanciones económicas adoptadas por Naciones Unidas. Hace parte de varias organizaciones especializadas de la ONU y contribuye financieramente a ellas, además de estar integrada, desde 1992, en las instancias multilaterales de ‘Breton Woods’, es decir el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Suiza aporta actualmente unos 500 millones de francos anuales al sistema de las Naciones Unidas, y si decide convertirse en miembro pleno, tendría que aumentar unos 60 millones a esa suma. Por lo tanto, el aspecto financiero es un argumento sin mucho peso específico.

La adversarios enarbolan la ‘neutralidad’

El sector político opuesto a la entrada de Suiza en la ONU, presidido por el Partido Unión Democrática de Centro y las agrupaciones menores: Liga Tesinesa y Demócratas Suizos, no han escatimado imágenes alarmantes para ‘defender’ la neutralidad helvética que data de 1815.

Uno de los carteles muestra un hacha que cercena la neutralidad y pretende graficar su postulado de defensa de la soberanía nacional. No obstante, el eco parece menos contundente del esperado.

No lo es en la medida en que la presencia de varios Estados neutrales como Austria o Suecia son parte de Naciones Unidas sin mellar tal estatuto político. No cabe duda que la neutralidad está mucho más arraigada en la fibra política de la ciudadanía suiza y es un factor sensible.

Para despejar temores, el Ejecutivo ha subrayado la compatibilidad de este valor con la pertenencia plena dentro de Naciones Unidas. “Suiza puede ser miembro de la ONU conservando su neutralidad” ha reiterado sobre todo el ministro de Exteriores, Joseph Deiss, impulsor de la entrada en el organismo mundial.

Consiguientemente, si Suiza llega a formar parte plena de la ONU, no tendría la obligación de intervenir en acciones de guerra ni aportar tampoco cascos azules.

Perspectivas previas

Si damos crédito a las encuestas de intención de voto, algo más del 54% de los electores se declara partidario del ‘sí’. Por tanto, es muy probable que la iniciativa logre la aprobación del pueblo.

El panorama no es tan claro en los cantones. Especialmente en los de la Suiza Central, donde Argovia, Zug, y Uri parecen todavía dispuestos a rechazar la presencia de Suiza en la ONU. Con todo, los analistas políticos ven vientos más favorables en Lucerna.

En definitiva, el domingo sabremos si Suiza permanece al margen de los 189 Estados integrantes de las Naciones Unidas y sigue contemplando desde la segunda fila, junto con El Vaticano y la OLP, o si por el contrario pasa página y abre un nuevo capítulo en su historia política.

La clave está en conseguir la ‘Doble Mayoría’ en las urnas. Su democracia directa obliga.

Juan Espinoza

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