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Suiza ya no actúa con los ojos cerrados en Ruanda

Cruces que recuerdan a las víctimas del genocidio. Keystone

La Confederación Helvética participa en la conmemoración organizada en Kigali para recordar los diez años del genocidio que asoló Ruanda.

Ello no impide al gobierno suizo denunciar el carácter autoritario del gobierno ruandés ni de condicionar su ayuda a la apertura del régimen.

Muchos jefes de Estado y de gobierno – sobre todo africanos -, asisten este miércoles a la ceremonia organizada por las autoridades ruandesas en memoria de unas 800.000 personas masacradas hace una década.

Walter Fust, máxima autoridad de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), se une a las otras personalidades helvéticas participantes, entre ellas los parlamentarios Jean Nils de Dardel y Pierre-François Veillon.

“Participando en esta conmemoración, Suiza quiere mostrar la importancia asignada a Ruanda”, precisa Pierre Combernous.

“Además, no debemos olvidar que ese genocidio constituyó unas de las tragedias más grandes del siglo XX”, añade el embajador suizo en Kenia y Ruanda.

Como ha recordado el presidente ruandés, la comunidad internacional no hizo nada para interrumpir las matanzas. Paul Kagamé considera incluso que esa inacción fue deliberada.

Sin llegar a tal extremo valorativo, varios gobiernos reconocen el haber subestimado los gritos de alarma proferidos desde antes de que se desencadenase el genocidio.

“Entonces creí yo que hacía lo adecuado, pero me di cuenta de que pude hacer más para dar la alarma y obtener ayuda”, admite por su parte el Secretario General de Naciones Unidas.

En 1994, Kolfi Annan dirigía las operaciones para el mantenimiento de la paz de la ONU. “La comunidad internacional ha pecado de omisión”, reconoce el ghanés.

Examen de conciencia helvético



Un juicio que Suiza toma también para sí. “Como los otros otros países presentes en Ruanda, Suiza no supo detectar los preparativos del genocidio”, señala Adrian Schläpfer, subdirector de COSUDE.

“Sus programas de desarrollo, añade el subdirector, no toman en cuenta suficientemente las dinámicas políticas, sociales y económicas aplicadas en el país”.

El responsable de COSUDE hace referencia de este modo a la evaluación hecha en 1996 por un grupo de estudio a instancias del Ministerio suizo de Relaciones Exteriores.

“Lo que los expertos suizos sabían del idioma, la mentalidad y la historia ruandesas no iban más allá de algunas nociones prácticas y de observaciones estereotipadas”, asiente el informe del grupo dirigido por Joseph Voyame, antiguo responsable de la Oficina Federal de Justicia.

Pero el estudio recalca asimismo la importancia y el papel histórico desempeñado por la cooperación helvética desde los primeros días de la independencia de Ruanda.

En efecto, el primer presidente ruandés – muy allegado al obispo valesano André Perraudin-, fue quien pidió el respaldo de Suiza para el desarrollo económico del país.

Es lo que hizo con prontitud y en gran medida (casi 300 millones de francos entre 1963 y 1993). Ruanda ha sido pues uno de los primeros países beneficiados con la cooperación helvética.

Los asesores suizos de la presidencia ruandesa



El presidente Grégoire Kayibanda obtuvo también de la Confederación asesores agregados a la presidencia ruandesa, pagados por COSUDE.

Muchos diplomáticos y expertos suizos ocuparon esa función hasta 1993.

Pocos meses antes del genocidio de 1994, Temps présent – el célebre programa de la Televisión Suiza francófona -, consagró un reportaje a la acción ditirámbica de Suiza en el país de las mil colinas.

Una cooperación unida a la democratización del país y al establecimiento del Estado de derecho.

Esos criterios son reafirmados hoy con mayor claridad que antes, precisa COSUDE.

La Confederación condiciona su participación en Ruanda (seis millones de francos en 2003) a la aplicación efectiva del pluripartidismo y el fortalecimiento del Estado de derecho.

Una sociedad marcada por las secuelas del genocidio



“Por ahora, el régimen de Kigali sigue siendo autoritario y el pluripartidismo es apenas una fachada. Profundamente marcada por el genocidio, la sociedad ruandesa no está todavía preparada para gestionar una verdadera pluralidad política”, advierte Pierre Combernous.

El diplomático añade : “En vista de nuestras faltas pasadas y por respeto a las víctimas del genocidio, Suiza no puede guardar silencio si ve que la situación se deteriora”.

A juicio de Pierre Combernous, esas críticas “no hacen mella en las buenas relaciones que mantienen los dos países”.

El embajador concluye: “sostenemos conversaciones francas y abiertas con el gobierno ruandés. Falta saber si somos escuchados”.

Swissinfo, Isobel Leybold y Frédéric Burnand
(Traducción y adaptación: Juan Espinoza)

En 1962, la independencia de Ruanda consagró la revancha de la casta de los Hutu sobre los Tutsi, convirtiendo a éstos en víctimas de las masacres.

En 1990, la diáspora tutsi dirigida por Paul Kagamé lanzó desde Uganda una ofensiva militar contra el gobierno ruandés encabezado por el presidente Juvénal Habiyarimana.

El 6 de abril de 1994 es abatido el avión del presidente ruandés. En las horas siguientes al atentado se desencadena el genocidio.

Unos 800.000 ruandeses son sistemáticamente aniquilados hasta la toma del poder por el general Paul Kagamé.

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