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Suizos prefieren la incineración a la sepultura

Los suizos optan cada vez más por la incineración de sus difuntos. Keystone

En lugar de la sepultura, los suizos optan cada vez más por incinerar a sus difuntos. Tal actitud indica un cambio de comportamiento de la sociedad frente a la muerte.

Los expertos señalan razones éticas, pero también prácticas para explicar esta evolución.

“La esperanza de vida después de la muerte disminuye paralelamente a la influencia de la fe en la sociedad”, afirma Urban Fink, teólogo e historiador. Un cambio que se manifiesta en la forma de cómo se da el último adiós.

En poco decenios, la incineración supera a las sepulturas clásicas. Cifras exactas no existen, pero la Asociación Suiza de Servicios Fúnebres (ASSF) indica que el 85% de los muertos en las ciudades el 85% son cremados hoy en día.

En el campo el porcentaje alcanza el 50%, “si bien en las regiones católicas es menos frecuente que en las regiones protestantes”, señala por su parte Franz Schrag, redactor del periódico de la ASSF.

Con esta nueva forma de sepultura aparece un cierto grado de distanciamiento de la tradición mortuaria. En centros urbanos como Basilea, donde la mitad de la población no se encuentra inscrita en los archivos eclesiásticos, los que celebran los funerales son, a menudo, los funcionarios comunales.

Además, “en las exequias participa cade vez menos gente, a pesar de que el ser humano continúa relacionado con el tejido social”, agrega Fink.

Por otro lado, gracias a la existencia de capillas ardientes puestas a disposición por los municipios, los cuerpos de los difuntos ya no se velan en casa. El último adiós se realiza fuera de los muros del hogar, lo que para Fink singnifica una señal que no sólo debe interpretarse racionalmente, como la higiene. “Más que nada, me parece que existe la marginalización de la muerte”, subraya.

Reflexiones prácticas

El paso a la inicineración pudo haber sido favorecido por un cambio del sentimiento existencial frente a la muerte, pero hay razones más concretas. “No se trata de menosprecio de la tradición. Es más que nada una consecuencia de la realidad: cada vez más personas, entre ellos los familiares, piensan antes que nada en los aspectos prácticos de la sepultura”, sostiene Franz Schrag.

La opción se realiza a partir del precio de la tumba, del féretro, de la posibilidad y la voluntad de la familia de ocuparse de las flores y de la lápida una vez acaecida la desaparición de los seres queridos.

“Con la urna se puede utilizar mejor el espacio, por ejemplo es posible depositar a los cónyugues en la misma tumba”, explica Franz Schrag. “Además la sepultura convencional tiene varios inconvenientes.

Según los terrenos, se requiere mucho tiempo para la descomposición del cadáver, y para los cementerios que necesitan espacio se presenta un problema ético con lo queda queda de las salmas”. Son sobre todo las ciudades las más confrontadas a esta situación, y no es por nada que las autoridades apoyan la cremación.

Cambio de mentalidad

Otra explicación se relaciona con el aumento de la mobilidad. Muchas familias viven lejos de sus países de origen y no quieren o ya no pueden ocuparse de las tumbas; además ya no existe la relación afectiva tradicional con los grandes cementerios urbanos.

Pero el argumento para explicar el fenómeno tiene sin embargo sus límites. Fink sostiene que “nos encontramos ante un cambio radical de mentalidades”. A pesar de todo, está convencido de que “los antiguos ritos poseen todavía el valor de ayudar a los sobrevivientes y alivian el dolor de los deudos”.

Oposición revisada

Los funerales son ritos de pasaje de un estado a otro, comunes en todas las religiones. En la Suiza de raíces cristianas el asunto no cambia mucho. En estos casos, la gran mayoría se vuelca a las Iglesias, pues se trata de una ocasión importante para que los pastores y sacerdotes acompañen a la familia.

Mucho más que el protestantismo, la iglesia católica ha sostenido siempre la unidad del cuerpo y del alma. “La resurrección del cuerpo hace parte integrante del credo, visto que está escrito en la Biblia, explica a swissinfo Ulrich Fink.

“Pero hoy en día, ni siquiera la teología oficial se opone a la incineración. Razones prácticas y una lectura menos materialista de las escrituras explican este cambio de comportamiento”.

“En el fondo, la cremación en Suiza es considerada como un acto respetuoso de la necesidad de dar el último adiós. En otros países, las cenizas ni siquiera se entregan, en cambio en Suiza sí”, agrega el teólogo Ulrich Fink.

En Suiza, la urna se puede depositar en una tumba o en un nicho convencional. En respuesta a la demanda creciente, muchos cementerios disponen además de un mausoleo colectivo donde se depositan anónimamente las cenizas. Pero también está permitido conservarlas en casa o expandirlas en un lugar escogido por el difunto.

swissinfo, Daniele Papacella
(Traducción: Alberto Dufey)

En Suiza fallecen anualmente 63.000 personas.
77,9 es el promedio de años de vida para los hombres, 83 para las mujeres.
El 85% de la población urbana y el 50% de la población rural prefiere incinerar a sus difuntos.

La iglesia católica se opuso por largo tiempo a la incineración de los muertos.
Pero se asiste a un cambio de mentalidad frente a la muerte. La cremación es una opción práctica y un reflejo de esta evolución.

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