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Thyssenkrupp y Tata se unen para competir con el acero chino

Heinrich Hiesinger, presidente del grupo alemán ThyssenKrupp, habla sobre la fusión de las actividades siderúrgicas en Europa con el indio Tata, el 20 de septiembre de 2017 en Essen afp_tickers

Frente a la competencia del acero chino, el grupo alemán Thyssenkrupp y el indio Tata quieren fusionar sus actividades siderúrgicas en Europa, un proyecto que implica la supresión de 4.000 puestos de trabajo y preocupa a los trabajadores alemanes.

Tras un año de negociaciones, ambos grupos anunciaron este miércoles la firma de una “declaración de intenciones” para crear una coempresa en 2018 y convertirse en el número dos del acero en el mercado europeo, por detrás de ArcelorMittal.

Es la “única opción que ofrece un futuro duradero a nuestra actividad siderúrgica”, dijo a la prensa el presidente de Thyssenkrupp, Heinrich Hiesinger, recordando las dificultades de la siderurgia europea, que se enfrenta a la caída de la demanda y a la llegada masiva de acero chino subvencionado y a buen precio.

Aunque en los últimos años las compañías del sector han llevado a cabo sus propias reestructuraciones, “el efecto de estas medidas es de corto alcance y fue rápidamente absorbido por el mercado”, indica Hiesinger en una carta a sus empleados citado por la agencia alemana DPA.

La futura compañía se llamará Thyssenkrupp Tata Steel y será un holding con sede en Holanda, con una dirección paritaria y un total de 48.000 empleados en 34 lugares distintos.

A las 12h30 (10H30 GMT), las acciones de Thyssenkrupp ganaban un 3,25%, hasta los 26,07 euros, en una Bolsa de Fráncfort ligeramente a la baja.

Con el acuerdo, ambas compañías prevén entre 400 y 600 millones de euros de reducción de costes, así como la supresión de 4.000 puestos en producción y administración, repartidos entre ambas.

La nueva compañía aspira a producir unos 21 millones de toneladas de acero al año con una facturación de unos 15.000 millones de euros.

El proyecto todavía necesita la aprobación del consejo de supervisión de Thyssenkrupp, en el que los representantes de los trabajadores tienen la mitad de plazas.

El poderoso sindicato metalúrgico IG Metall ya ha convocado una gran manifestación el viernes en Bochum contra el proyecto.

“A pesar de las advertencias, la dirección ha revelado su plan. Pero eso no quiere decir que lo aprobemos”, dijo este miércoles a DPA el responsable del comité de prensa de la filial siderúrgica de Thyssen, Günter Back, preocupado por si finalmente se suprimen “muchos más” puestos de trabajo.

El anuncio llega en plena campaña electoral para las legislativas alemanas del domingo. El ministro de Exteriores alemán, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, consideró el lunes que “ninguna solución puede ir en contra de los asalariados”.

“La capacidad de la empresa de enfrentarse al futuro y el mantenimiento de los puestos de trabajo deben estar en el corazón” del proyecto, dijo por su parte Armin Laschet, el ministro-presidente conservador del Estado regional de Renania del Norte-Westfalia, donde Thyssenkrupp tiene su sede, en declaraciones al Süddeutsche Zeitung.

A la inversa, el ministro británico de Economía, Greg Clark, se felicitó por un “paso importante” para la industria siderúrgica nacional porque la fusión podría mantener en funcionamiento la planta galesa de Port Talbot, donde Tata emplea a 4.000 personas y da trabajo a muchas subcontratas.

“Como siempre, el diablo está en los detalles y pedimos más garantías sobre los empleos, las inversiones y la producción” en el Reino Unido, dijo por su parte Roy Rickhuss, representante de tres sindicatos británicos del acero.

El primer ministro holandés, Mark Rutte, se felicitó por la implantación de la futura Thyssenkrupp Tata Steel en Ámsterdam, estimando que la elección “reforzará el papel motor” de la planta de Ijmuiden, en el noroeste de Holanda.

Los sindicatos holandeses están, sin embargo, preocupados por saber dónde se suprimirán los 2.000 puestos de trabajo de Tata Steel, algo que ninguno de los dos grupos ha precisado de momento.

El principal accionista de Thyssenkrupp, la fundación Krupp (23% del capital), anunció este miércoles que aprobaba el proyecto, destinado a “preservar a largo plazo la empresa y su independencia”.

Pero, según varios medios, el grupo alemán podría enfrentarse a la oposición del segundo accionista, el fondo sueco Cevian, más escéptico.

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