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Trabajadores del Este, ¡bienvenidos al campo!

La agricultura suiza emplea trabajadores procedentes del Este. Keystone

De manera casi unánime, el mundo agrícola suizo apoya la ampliación de la libre circulación. Con ella obtendrá una mano de obra abundante, motivada y legal.

Sólo algunos disidentes de la derecha populista, pregonan el ‘no’ para el 25 de septiembre. Promueven el miedo al extranjero y extrañan el otrora estatuto de trabajador temporal.

El voto de la Cámara de la Agricultura, el ‘parlamento’ de la poderosa Unión Suiza de Campesinos (USP, por sus siglas en francés) no deja lugar a dudas: 62 votos contra 5 en favor del ‘sí’. El 25 de septiembre el mundo agrícola aceptará entonces, y de forma masiva, la extensión de la libre circulación a los 10 nuevos países miembros de la Unión Europea (UE).

Actividad de temporal poco rentable, la agricultura siempre ha tenido necesidad de una mano de obra flexible, dispuesta a darse por satisfecha con salarios mínimos. En Suiza, esta fuerza de trabajo procedió durante mucho tiempo de Italia, España y Portugal. Era la época en que mil francos de aquí valían una pequeña fortuna allá.

Esos tiempos se fueron. Los pobres de Europa ya no están en el Sur, sino en el Este. Las cifras lo muestran claramente: el año pasado la agricultura obtuvo la mayoría de los 2.500 permisos de trabajo de corta duración reservados a los 10 nuevos países miembros de la UE.

Justo y lógico

“Necesitamos a esas personas”, clama John Dupraz, vicepresidente de la USP y diputado radical (centro derecha) en el Parlamento federal. “Y, para ellos, venir dos o tres meses a Suiza representa también la oportunidad de hacerse un peculio para concluir su formación, inclusive para abrir más tarde un comercio o establecer una empresa en su país. Es un sistema win-win“.

Para la USP se trata asimismo de un asunto de justicia. “La UE es nuestro primer cliente y nuestro primer abastecedor. Es lógico que tengamos relaciones privilegiadas. Y no olvidemos que los suizos podrán también ir a trabajar a toda la Unión. Es una oportunidad para nuestros jóvenes”, agrega John Dupraz.

Los disidentes

Sin embargo, algunos agricultores no escuchan. A inicios de agosto, un pequeño grupo se pronunció por un ‘no’ para el 25 de septiembre. Procedentes de las filas de la Unión Democrática del Centro (UDC), el antiguo partido de los campesinos y los artesanos, convertido mayoritariamente en el campeón de la derecha populista, esos agricultores se oponen a su asociación, presidida sin embargo por un diputad federal de la UDC.

“La USP está adherida a la política. Defiende la posición oficial. No pienso que sea representativa de la opinión de los campesinos”, señala Albert Pitteloud, diputado de la UDC en el Parlamento del cantón del Valais.

Como sus colegas, este agricultor ‘disidente’ rechaza tener miedo de los extranjeros, Los obreros que recogen las frutas de sus vergeles podrían venir “del mundo entero”. Pero, para ello, “no es necesaria una libre circulación integral”.

¿Qué es lo que teme Albert Pitteloud? “Los desechos sociales. A todas esas personas que van a hacer venir a sus familias y de los cuales un buen número va a beneficiarse, mediante argucias, de los seguros de desempleo o de invalidez” es decir, que quedarían a cargo de la colectividad. Dicho de otra manera “un mercado barato que va a costar muy, muy caro a Suiza”.

“¡Imbéciles!”

En otros tiempos, al menos los portugueses se contentaban con trabajar y regresar a su casa. “Se suprimió el estatuto de trabajador estacional, pero no se suprimieron las estaciones”, suspira Albert Pitteloud.

En las filas de la UDC, no es el único en cultivar esa nostalgia. Hace cinco años su correligionario del cantón de Vaud, Jean Fattebert, presentó al Parlamento federal una moción que solicitaba la introducción de “permisos de trabajo de muy corta duración” para responder a las necesidades de sectores como la agricultura. No se le dio seguimiento.

Denunciado en su tiempo como sistema ‘feudal’, reconocido como contrario a los derechos del hombre, el estatuto de trabajador temporero es incompatible con los acuerdos bilaterales. “Es una visión anclada en el pasado”, denuncia John Dupraz. “Es tomar a los empleados por mercancía y no por seres humanos”.

Para el vicepresidente de la USP, los agricultores que militan contra la libre circulación no son más que “imbéciles, una pequeña minoría de representantes de la UDC que cultivan el miedo a los extranjeros para atraerse las gracias de los electores”.

No hay con qué enriquecerse

Al margen de esos enfrentamientos, el sindicato campesino Uniterre, que milita por una agricultura ecológica y socialmente durable, no dará instrucciones para el 25 de septiembre.

“No está en nuestras costumbres –explica su secretario, Gérard Vuffray. Para nosotros, lo que es importante, no es de dónde vienen los obreros, sino cuáles son sus condiciones de trabajo. Y de salario”.

Uniterre lucha por una convención colectiva en la agricultura, idea que rechaza la USP. La central campesina se limita a emitir recomendaciones salariales, diferentes de acuerdo con los cantones.

Y, al observar de cerca, se comprende porqué el estatuto de obrero agrícola tienta cada vez menos a los ciudadanos helvéticos.

Sin formación, un trabajador de la tierra va a ganar de 3.000 a 4.470 francos (salario bruto) por mes. Si tiene una formación, es padre de familia y ha sido empleado desde hace un mínimo de 13 años, puede esperar hasta 7.000 francos. Sin embargo, su compañero empleado de manera estacional puede contentarse con 2.567 francos el primer año.

Y esas cifras, proporcionadas por la USP, comprenden las prestaciones. Dicho de otro modo, una vez hechas las deducciones pertinentes, al obrero agrícola no le queda mucho para gastar. O para enviar a su familia.

Ovejas negras

Y todo hace pensar que algunos deben contentarse con menos todavía. Particularmente si trabajan ‘al negro’. “Claro que tenemos ovejas negras, pero lo invito a ver en otras partes, particularmente en el personal de las casas”, mantiene iracundo John Dupraz.

Por su parte, Philippe Sauvin, del ‘Otro Sindicato’, un organismo que intenta reunir a los trabajadores sin papeles, sin derechos y sin voy, estima en 8000 el número de trabajadores clandestinos en la agricultura.

Como Uniterre, su organización milita por una convención colectiva en la agricultura. Y, aunque en lucha contra la USP, se une al llamado de esa organización a votar ‘sí’ el 25 de septiembre, sin temor a la invasión y esperando que la libre circulación estimule la contratación legal de obreros extranjeros.

swissinfo, Marc-André Miserez
(Traducción, Marcela Águila Rubín)

En el año 2000 (última cifra disponible de la USP), la actividad agrícola concernía a poco más de 115.000 suizos, incluyendo a las familias campesinas y a su personal helvético.

En el 2004, la agricultura suiza empleó a 12.000 trabajadores extranjeros. Más de 10.000 contaban con un permiso de trabajo para menos de 12 meses.

De ese total, cuatro quintas partes procedían de los países de la Unión Europea, y el resto, principalmente del Este.

Según el Otro sindicato, habría que añadir unos 8.000 trabajadores ‘al negro’.

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