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Tras las huellas de Barba Azul

La historia de Barba Azul alimentó durante siglos la fantasía de grandes y pequeños.

Uno de los cuentos clásicos de la literatura de todos los tiempos es aquel del marido cruel y déspota, que encerraba en una torre a sus mujeres para castigarlas por haber desobedecido sus órdenes.

Se trata ni más ni menos que del famoso personaje de Barba Azul, tema de una singular exhibición que actualmente se presenta en el Museo Strauhof de Zúrich.

La historia de ese hombre desalmado escrita por el francés Charles Perrault, apareció en el mundo literario en 1697 en París y, junto con otros de sus cuentos como La Bella durmiente del bosque, Cenicienta y la Caperucita roja, han pasado a ser narraciones de difusión universal gracias a la fina ironía de su relato y a la doble moral que presentan.

El castigo a la curiosidad

En efecto, Barba Azul, hombre riquísimo y poderoso conocido por la fealdad de su barba azulosa, cada vez que encontraba a una mujer con quien casarse le daba las llaves de todas las estancias de su mansión para que dispusiera libremente de ellas. Sin embargo, existía una sola habitación en la que la esposa tenía terminantemente
prohibido entrar.

La curiosidad de las mujeres era tal que no podían resistir el consejo de su marido y es así que al abrir la alcoba prohibida, descubrían con horror a otras esposas muertas que, como ellas, habían caído en la tentación de la curiosidad.

Esta narración alcanzó en Francia una gran repercusión entre los miembros de la nobleza y la alta burguesía de la época del rey Luis XIV, pues de una forma no menos dramática ponía el acento en el eterno conflicto de la lucha por el poder entre el hombre y la mujer.

De varios modos Barba Azul revelaba la dominación masculina que imperaba tanto en la familia, la sociedad y el Estado francés. En pocas palabras, con este cuento se desenmascaraba el patriarcado predominante que existía resultado de la política absolutista del rey, no por casualidad llamado ‘El Sol’.

La popularidad del barbón cruel

Junto a una buena selección de textos literarios, citas y reflexiones filosóficas, la exhibición del Museo Strauhof va mostrando la importancia que con el tiempo fue adquiriendo la figura del temerario Barba Azul.

Ya desde el siglo XVIII esta historia había comenzado a difundirse por Europa a través de traducciones hechas a otras lenguas como la que se publicó por primera vez en Inglaterra en 1729, en Alemania en 1770 y sucesivamente en Austria y Suiza.

La repercusión cada vez más amplia del personaje de Barba Azul no se detenía solamente en las versiones dejadas por la literatura, sino también por el teatro. En particular sobresalieron las adaptaciones que se crearon para la ópera como la que realizó el compositor francés André E. Modeste Grétry y la del mismo Goethe presentada en el Hoftheater de Weimar.

Durante el siglo XIX la pintura se había convertido en un canal de difusión de primer orden. Numerosas ilustraciones de Ludwig Richter y las del memorable Gustav Doré aparecieron representando al célebre asesino barbado y cruel, que coleccionaba esposas muertas.

Nace la mujer fatal

Con la instauración de la era industrial iniciada en Inglaterra, el auge de la técnica moderna y en especial con las investigaciones del doctor Sigmund Freud (1856-1939) acerca del inconsciente, surge una figura inesperada en el imaginario colectivo, la vampiresa devoradora de hombres que seduce y amenaza.

La literatura y la pintura, así como el maravilloso invento del cine, todos estos medios van a exaltar ese complejo símbolo sexual por medio de imágenes sugestivas, dramáticas y violentas.

La mujer encarnará la fuerza de la seducción fatal y con ella adquirirá un nuevo estatus que va a contrarrestar, de alguna manera, el dominio absoluto del temible y déspota Barba Azul del cuento de Perrault.

La fémina agresiva e irresistible que lleva al final a la muerte, como Judith o la terrible Salomé, será considerada en el fondo un objeto de proyección de la misma inseguridad y temor del hombre, ante la liberación y autonomía que la mujer iba conquistando en una sociedad más abierta y tolerante.

Barba Azul en la concepción femenina

Alrededor de los años 60, en pleno siglo XX, la producción artística femenina se acelera considerablemente alcanzando un alto nivel profesional en la literatura, la pintura, la música y la coreografía.

Esta situación no era más que el resultado de la emancipación social lograda por la mujer. El tema del patriarcado o dominio masculino reaparece en sus creaciones, pero para enaltecer el elemento femenino, ahora protagonista indiscutible de la historia.

Una de ellas fue la escritora austriaca Ingeborg Bachmann (1926-1973), quien jugó un papel determinante entre las artistas de su generación y en cuya literatura reivindica el lugar que la mujer ha tenido a lo largo de las épocas y su lucha por obtener el reconocimiento de todos por igual.

En el ámbito de la danza la alemana Pina Bausch (1940) recurre igualmente al tema de Barba Azul en sus coreografías, en donde la pareja del hombre y la mujer se debate en un mundo lleno de incomprensión y falta de comunicación.

La muestra ‘Barba Azul. Tras las huellas literarias de un criminal en serie’, en el Museo Strauhof, cerrará sus puertas el 7 de septiembre.

swissinfo, Araceli Rico, Zúrich

El Museo Strauhof de Zúrich ofrece una exhibición literaria dedicada a uno de los cuentos más discutidos de todos los tiempos. Se trata de la historia del terrible Barba Azul, conocida por sus ricas interpretaciones y su impresionante composición de forma y estilo.

A través de imágenes, música, textos, entrevistas grabadas, extractos de películas y una buena documentación de archivo, la muestra da un panorama completo de la repercusión de esta obra en el género novelístico, en el drama, la ópera y las ilustraciones.

El personaje de Barba Azul, hombre poderoso y cruel con sus mujeres, será a lo largo de tres siglos el prototipo que inspirará numerosas producciones en las que se plantea el conflicto entre una sociedad de tipo patriarcal o una sociedad libre y tolerante, para terminar cuestionando ¿quién es el verdugo y quién la víctima?

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