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La crisis se aloja en los pequeños hoteles

No todos los hoteles tienen una ubicación privilegiada como éstos a orillas del lago en Lucerna. Keystone

El sector hotelero afronta dos tendencias. Las grandes cadenas crecen y multiplican su oferta de habitaciones. Los pequeños establecimientos adolecen de marca y financiación. Sus propietarios sacrifican la calidad para evitar la bancarrota.

El turismo en Suiza se expande y al mismo tiempo se estanca. En los últimos 30 años el inventario de casas vacacionales ha crecido, mientras que el número de hoteles se ha contraído. Y también ha aumentado la oferta de habitaciones y camas.

No puede hablarse de un desarrollo negativo del sector hostelero, pero sí de una evolución insuficientemente positiva, opinan los expertos.

“El elevado número de pequeños negocios es uno de los principales problemas de la hostelería suiza”, asegura Heinz Wehrle, jefe de la oficina helvética de Horwath HTL, cadena global de consultoría de hoteles, turismo y ocio.

“Existe una regla a escala internacional: todo hotel de más de 100 habitaciones suele ser rentable”, explica a swissinfo.ch Wehrle. Si en 1992 el hotel promedio en Suiza tenía solo 42 camas, la oferta creció a 50 camas en 2009, con una media de dos camas por habitación.

Cuestión de rentabilidad

Esto explica que las inversiones destinadas a la hotelería sean inadecuadas y estén mal distribuidas.

“Los inversionistas internacionales no están interesados en destinar 1 millón de francos (1,09 millones de dólares) al Alpenrose y otro millón más al Golden Lion (nombres típicos de los hoteles privados suizos)”, afirma Wehrle.

 “El trabajo y preparativos que debe realizar un inversionista es igual de intenso si se compromete con un proyecto de 1 millón de francos que si lo hace con uno de 100 millones”, puntualiza.

“En contrapartida, la tasa de retorno de su inversión será 100 veces superior en el proyecto de 100 millones de francos; por ello, no hay muchos inversionistas interesados en impulsar hoteles medianos cuando tienen frente a sí la posibilidad de desarrollar un gran proyecto”. 

Menos fondos para renovar

Pese a la necesidad que existe de ella, la modernización se ha rezagado en esta industria, opina Susanne Daxelhoffer, portavoz de la Asociación Hotelera Suiza. El nivel de crecimiento que se observó entre 2005 y 2008 es cosa del pasado. En 2008, la inversión total realizada por la restauración y los hoteles rondó los 1.000 millones de francos.

 
“En comparación con otros países, el volumen de inversión del sector es relativamente alto”, señala Daxelhoffer a swissinfo.ch. “Pero gran parte de estos recursos se dirigen a proyectos de alto perfil como el Grand Hotel Dolder (Zúrich), el Rocks Resort (Laax) o el Walensee Resort (Unterterzen)”, destaca.


La visión de Daxelhoffer confirma el análisis de Wehrle sobre las prioridades de los inversionistas. El nuevo resort Sawaris, ubicado en Andermatt y planeado para 3.000 camas, tiene un costo estimado de 1.500 millones de francos suizos.

Los hoteles Thermes Parc-Les Bains, en Val d’ Illiez, y Village Royal Aminona, en Mollens, costarán 400 millones de francos, cada uno. En tanto, el Suyretta Vision 205, en Saint Moritz, registra una inversión de 300 millones de francos, cantidad idéntica a la destinada al complejo hotelero Bürgentock (Suiza central), con sus 500 camas.

Daxelhoffer asegura que con frecuencia los hoteles de rango medio ponen sus ganancias al servicio del establecimiento. Pero este flujo financiero se ha diluido durante los últimos meses, debido a la fortaleza del franco. Una de las consecuencias ha sido que cada vez es más difícil reservar fondos para la renovación.

‘Malas camas’

Wehrle destaca que un “hotel no debe ser un trabajo altruista, sino un negocio o inmueble que genere dinero”. La rentabilidad de una construcción destinada a la hotelería tiene que competir con la que reportaría su uso como centro comercial, oficina o edificio de viviendas en alquiler.

“Como dueños de una propiedad, los fondos de pensión, por ejemplo, solicitan un manejo de activos profesional y que ofrezca ganancias concretas”.  

Por otra parte, existen los hoteles inmortales, como se les conoce en el negocio. Establecimientos que en lugar de cerrar ante la falta de rentabilidad, evitan la bancarrota por el daño que representaría para su imagen, y se mantienen en el mercado aunque esto signifique reducir la calidad y las tarifas año tras año. Como consecuencia, muchos viejos hoteles con finanzas deterioradas siguen en la industria, en lugar de desaparecer.

Los también conocidos como camas malas son un peligro no solo para ellos mismos, sino también para el resto del sector al que someten a una gran presión ofreciendo tarifas tan bajas.

Renovar conceptos

Pese a todo, los expertos no están en contra de reducir el número de hoteles en Suiza. La mayor parte de esta purga se registra entre empresas pequeñas cuyos establecimientos poseen una o dos estrellas.

La Sociedad Suiza de Crédito Hotelero (SGH) también contribuye a este proceso de selección entre los negocios sobrevivientes y los que deben desaparecer. Su tarea cotidiana de aprobar, o negar, financiación a hoteles pequeños y medianos en zonas turísticas, frecuentemente determina el destino de estos negocios.

El fondo estatal SGH, establecido en 2003 como parte de una estrategia de promoción turística, garantiza créditos hoteleros con tasas de interés bajas. Los fondos de la SGH buscan compensar la brecha que existe entre el dinero que los propios hoteles pueden destinar a autofinanciarse y el acceso al clásico crédito de los bancos.

Pero la sociedad también es requerida por sus servicios de consultoría.

“Además de inversiones destinadas al mantenimiento de sus instalaciones, cada vez más hoteles buscan fondos para desarrollar nuevos conceptos de negocio, incluida la cooperación entre empresas”, cita la SHG.

Desarrollo de marcas

El desarrollo de conceptos de negocios y la cooperación son fundamentales en el mercado hotelero, opina Wehrle, algo poco frecuente en Suiza. “Solo el 13% de los hoteles cuentan con una marca, con alguna etiqueta concreta”, deplora.

Solo la tienen las grandes firmas. Y éste es otro problema que enfrentan los establecimientos pequeños. Si quieren que los inversionistas financien la modernización de sus habitaciones, camas y edificios, necesitan formar parte de una red mundial de ventas y pertenecer a algún programa de fidelidad de clientes.

Después de todo, los nuevos huéspedes llegados de China, India u otros mercados emergentes jamás han escuchado nombres como el Alpenrose o el Golden Lion. Lo único que conocen son las marcas globales como Marriot o Hilton en la categoría de los grandes hoteles, o Best Western entre los establecimientos de rango medio.

El número de hoteles se ha reducido alrededor de 15% durante los últimos 20 años y ahora es de alrededor de 5.400.
 

El retroceso en el número de hoteles se ha acentuado especialmente en zonas rurales y pueblos pequeños mientras la oferta hotelera crece en las grandes ciudades.
 

En 2011, había 274.000 camas de hotel, 2% más que en 1992. De éstas, 18,3% se encuentran en las grandes ciudades y 52,5% en las zonas montañosas.

Entre 1970 y el 2010, el número de turistas aumentó un 50%.

No obstante, el número de pernoctaciones se mantuvo estable.

Esto significa que las estancias de los huéspedes son más breves que antes.

Los alemanes, austriacos y los suizos alemanes concentran más de la mitad de pernoctaciones hoteleras registradas en Suiza cada año.

En años recientes, ha habido un repunte significativo en el número de viajeros venidos desde Asia.

El sector servicios emplea a 4,5 millones de personas en Suiza.
 
De este total, 250.000 trabajadores forman parte de la industria de la hostelería, lo que representa 5,6% de la fuerza laboral nacional y 7,6% de la fuerza productiva de esta industria.

El 56,3% de los empleados dedicados a la hotelería son mujeres.

Existe también una gran proporción de extranjeros (42,1% del total), frente al 25% en el conjunto de la economía.

Un trabajador sin cualificación empleado en esta industria gana un mínimo de 3.400 francos suizos mensuales; uno cualificado percibe un mínimo de 4.800 francos.

(Traducción: Andrea Ornelas)

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