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Un hospital internacional en Berna

Michel René Nuyens en consulta. Fierro

El 'Inselspital' (Hospital de la isla) es uno de los policlínicos universitarios más importantes de Suiza y uno de gran proyección en Europa.

Entre los seis mil trabajadores de esta ‘ciudad de la salud’ encontramos también a hispanohablantes.

swissinfo conversó con un médico nacido en Guatemala y con una auxiliar de enfermería de este hospital fundado en 1354 y considerado también una carta de presentación del cantón Berna.

‘Doctor, tres damas lo esperan’, le dice una colega. El galeno recibe el mensaje con una sonrisa, sin el menor signo de estrés. La entrevista con swissinfo parece una charla entre dos viejos amigos.

Michel René Nuyens, de 36 años, es jefe de médicos residentes del departamento de Otorrinolaringología del ‘Inselspital’. “Soy puro chapín”, aclara. Tal es el sobrenombre de los guatemaltecos.

Nuyens se siente chapín, aunque corre por sus venas sangre suiza. Su madre, del cantón Solothurn, era aeromoza de Swissair en los años 60 cuando conoció a un ingeniero guatemalteco que hacia su especialización en Suiza.

“Se enamoraron y él se la robó a Guatemala”, bromea Nuyens de sus padres. La influencia materna, la formación en un colegio austriaco en su país, las vacaciones en Suiza y sus 10 años en Berna, no han cambiado su identidad guatemalteca.

Como pez en el agua en dos culturas

Nuyens es de aquellos que en lugar de sentirse confrontado entre dos culturas, ha aprovechado lo mejor de cada una y ha sabido abrirse puertas aquí y allá.

“Al terminar mis estudios de Medicina pensé especializarme en otorrinolaringología en Europa o los Estados Unidos. Fue cuando conocí a Simon Hauser, médico del ‘Inselspital’, quien había ido a Guatemala a adoptar una niña y al final adoptó a tres”, refiere.

Hauser contactó a Nuyens con Rudolf Häusler, director del Departamento de Otorrinolaringología del Inselspital, quien respondió positivamente a la solicitud del ‘chapín’. “Fue el único, pues también escribí a los hospitales de Zúrich, St. Gallen y Basilea, que respondieron no tener vacantes “, señala.

Nuyens empezó su período de prueba en el ‘Inselspital’ en enero de 1996. Seis meses después recibió el puesto. Sabía alemán y había oído el dialecto suizo-alemán de su madre, pero no podía hablarlo. “Pero tuve suerte”, admite.

Empezó la especialización con dos colegas suizos. “Nunca me vieron como un competidor, siempre estuvieron dispuestos a ayudarme. Me indicaban cómo encontrar la terminología médica o corregían mis cartas”.

El idioma tampoco fue barrera con sus pacientes, que cambiaban del dialecto al alemán alto cuando notaban que el doctor no hablaba el suizoalemán. Hoy es rutina atender a pacientes de habla francesa e italiana y a cada vez más latinoamericanos que se pasan la voz de que en el ‘Insel’ hay un médico hispanohablante.

El joven ‘chapín’ también tuvo suerte fuera del hospital. La familia del doctor Hauser lo hospedó los primeros ocho meses y le enseñó desde cómo comprar un abono general para el transporte hasta cómo abrir una cuenta.

Ser turista en Suiza y vivir aquí: gran diferencia

El sistema de impuestos, la inscripción en la municipalidad, todo le era desconocido. También cocinar para sí mismo. Pronto se dio cuenta de que había una gran diferencia entre venir a Suiza como turista y vivir aquí.

“La cultura suiza es correcta pero cerrada. Le falta espontaneidad, todo marcha al compás de la agenda. Las amistades del suizo vienen del colegio, el pueblo o el servicio militar. Entrar a estos círculos definidos toma tiempo”, analiza.

Una vez que se rompe la barrera, el suizo es un buen amigo, opina. “En Latinoamérica uno entra fácilmente a cualquier círculo, pero a los amigos sólo se les reconoce a la hora de resolver problemas”.

Preguntado por la clave de su éxito, Nuyens responde: la apertura del Dr. Häusler ante los extranjeros fue decisiva. En general, aclara, el suizo es tolerante, aunque depende de dónde viene el extranjero.

“Latinoamérica es vista con simpatía. Basta ver cuántos suizos bailan salsa y merengue”, dice este perseverante practicante de los ritmos caribeños y, como otros latinoamericanos, ‘víctima’ del frío y la falta de sol.

Pese a su éxito profesional, Nuyens – padre de André (4) y Sophie (2) y casado con Ana, de madre guatemalteca y padre checo – vuelve a Guatemala. “Heredé el idealismo de mi padre, quiero cambiar en algo la visión del otorrino en Guatemala, donde es sólo el que opera amígdalas y pone tubitos en los oídos”.

De Suiza extrañará el orden, la puntualidad y la seguridad. Pero “aquí los ancianos están aislados, los hijos visitan a sus padres una vez al año, el núcleo familiar casi no existe, Quiero envejecer rodeado de mis hijos y nietos”. Basta escucharlo, es un ‘puro chapín’.

Otra historia: una vida en tres mundos

Daniela Matos Viera habla como española, aunque es portuguesa. “El idioma y una hija”, responde cuando le preguntamos qué le dejó su ex-pareja, un español al que conoció en Suiza y que hace poco se fue a su país.

Sus 28 años de vida han estado marcados por el vaivén y sólo en Suiza parece haber encontrado un ancla. Llegó a los 17 años y con una bebé. “Mi padre trabajaba como soldador, mi madre quería reunirse con él, y yo y mi hermana vinimos con ella”, cuenta.

Once años después, sus padres regresaron a Portugal, su hermana se fue a España y Daniela sigue en Suiza, como madre y padre de sus hijas de 12 y 6 años. Trabaja en el ‘Insel’ desde hace 8 años, a tiempo completo, como auxiliar de enfermería.

Mientras aprendía alemán trabajó en una pizzería. Después de casarse se empleó en una fábrica y cuando ésta cerró, encontró un empleo en el ‘Insel’ en limpieza, al tiempo que estudiaba para ser auxiliar de enfermería. “Cuando me enteré que había una plaza libre en esta rama me presenté y aquí estoy”.

Suiza le permite educar sola a dos hijas

Matos reconoce haber hecho realidad su sueño de forjarse un futuro mejor en lo material. “No podría vivir en mi país sola y con dos hijas. Pero todavía hay discriminación. Se separa a los suizos de los extranjeros”.

De inmediato aclara: “Me siento bien entre los extranjeros, tienen otra mentalidad, pero también entre los suizos. Soy comunicativa, me llevo bien con todos, me adapto fácilmente a otras mentalidades”.

Aunque de Portugal extraña el mar, el calor humano, y por supuesto a su familia, y de Berna le afecta la frialdad de la gente, Matos seguirá en Suiza “Quiero terminar el bachillerato y después seguir una carrera”.

En su trabajo está satisfecha. “Valoro la oportunidad que Suiza me ha dado profesional y personalmente, aquí he podido desarrollar mi personalidad y lograr una experiencia de vida muy grande”.

Matos siente que algunas suizas la catalogan como ‘mala madre’. “Si ellas se quedan en casa porque alguien las mantiene, está bien. Yo debo trabajar 100% y pagar una guardería. Si falta dinero hago limpieza por las noches”. Ello, asegura, no le ha impedido dar amor a sus hijas. Pero ya no sabe lo que es tiempo libre.

swissinfo, Rosa Amelia Fierro

– La historia del ‘Inselspital’ comienza en 1354, (al final de la Edad Media), cuando la bernesa Anna Seiler, viuda del jefe del ‘Niederspital’, ordenó en su testamento erigir un hospital con 13 camas para el tratamiento y cuidado gratuito de pacientes.

– El nombre ‘Insel’ se remonta a 1531, cuando el Hospital Seilerinnen (Hospital de las Cordeleras), se mudó al Convento de las Dominicanas en la ‘Isla de St. Michael’, que se encontraba en la actual ala este del Palacio Federal Suizo en Berna.

– El complejo hospitalario actual es resultado de la unificación de diferentes instituciones antecesoras.

– Actualmente el ‘Inselspital’ es un centro de competencia en medicina, alta tecnología y conocimientos, con proyección internacional: un lugar de encuentro de la ciencia y la investigación.

– Además es un importante factor económico en el cantón de Berna.

– Este hospital ofrece servicios altamente especializados, inclusive medicina de transplante con marcada interdisciplinariedad y alta calidad de cuidado interpersonal.

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