Una ‘hija’ en su viaje a la semilla
Muy pronto Suiza podrá ver el documental “Che vo cachai” que acaba de estrenarse en Argentina con gran éxito y que narra la crueldad de los gobiernos militares de los '70.
Casi 80 minutos de cine con guión y dirección de Laura Bondarevsky, una “hija” nacida en el exilio ginebrino.
Laura Bondarevsky nació en Ginebra en los años en que Suiza acogió a sus padres montoneros como refugiados políticos. Allí vivió hasta que a los cinco años pudo regresar con su familia a la Argentina, apenas entrada la democracia.
Invitada para participar en el Festival de Ginebra “Filmar en América Latina”, la joven realizadora se prepara para llevar, en noviembre, su ópera prima “Che vo cachai” a la ciudad donde dio sus primeros pasos.
El que quiere nacer tiene que romper el mundo
Bajo el espíritu de esta frase transcurre el documental que Bondarevsky filmó para dar una mirada, desde la juventud de los “H.I.J.O.S.” (sigla que en el caso argentino significa Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) sobre las dictaduras que en los ’70 y ’80 castigaron a Latinoamérica.
Y como garantía de no olvido, las nuevas generaciones de hijos de desaparecidos, detenidos o exiliados durante las dictaduras en los tres países mencionados se reunieron en este documental.
“El título tiene que ver con tres palabras del lenguaje popular de los tres países que elegí para esta película y donde filmé: el “che” argentino, el “vo” uruguayo y el “cachai” chileno, las cuales juntas cobran otra significación y pasan a ser una especie de interrogante: ‘¿entendiste lo que te estoy diciendo?’”, explicó a swissinfo Bondarevsky.
Desde las orillas del Plata hasta los Andes
El documental es una especie de grito contra la impunidad y un llamado a la memoria. En él se hilvanan los relatos de los jóvenes que intentan descubrirse a sí mismos reconstruyendo la vida de sus padres.
Narra tres historias: la de Lena Fontella, una uruguaya cuyo padre desapareció en Chile, producto del Plan Cóndor; la de Alejandra López, una chilena que no conoció a su padre desaparecido durante el gobierno de Pinochet, y la de Paula Maroni, también hija de un desaparecido en la dictadura.
Basada en archivos de la época y otros más recientes, la cámara de la cineasta va trazando fragmentos del pasado reciente, mostrando los “escraches”, las “funas” y las asambleas en las que se proponen otras formas de militancia.
“La película tiene escenas muy sudamericanas, que parecen una locura pero que son muy reales. Pensar que te arrancaban a tus padres y te los mataban por tener ideas diferentes te pone la piel de gallina” afirma Marisa Benítez, una estudiante de sociología de 19 años, a la salida del cine Gaumont en Buenos Aires.
Y es que la cámara de Bondarevsky escenifica el vigor de la protesta cuando los “hijos” se unen frente a la casa de un represor para escarcharlo a los gritos, o cuando militantes de los derechos humanos irrumpen en un hospital para enfrentar a un torturador con fotos de las víctimas de la represión.
No termina con la dictadura
Egresada de la Escuela de Cine de Avellaneda y ex militante de la agrupación H.I.J.O.S., Laura confiesa que nunca imaginó que su film se estaría presentando en la Argentina al tiempo que eran derogadas en el país las controvertidas leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
“Aunque surge cierta esperanza, tampoco nos terminamos de confiar hasta que todos aquellos que han participado de las torturas y que estuvieron involucrados, sean enjuiciados y tengan la condena que merecen”, dice y asegura:
“Que en esta película participen nuevas generaciones de hijos, es la demostración más concreta de que esto no se terminó con la dictadura y de que estos tipos no pudieron conseguir hacer desaparecer todo.”
Las leyes de la impunidad
La primera consecuencia de la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final (aprobadas durante el gobierno de Raúl Alfonsín en 1987) es la reapertura de varias causas en lo inmediato, y de quién sabe cuántas otras en el mediano y largo plazo.
Las más contundentes y que ya siguieron su curso, son las investigaciones sobre los crímenes de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) y el Primer Cuerpo de Ejército.
Resulta muy complicado estimar cuántos militares podrían ser procesados por la reciente decisión del Congreso argentino. Se calcula que la nulidad de la ley de Obediencia Debida implicaría el procesamiento automático de más de mil militares y policías, y la nulidad de la ley de Punto Final posibilitaría la apertura de otras causas, lo que podría dejar en situación de procesados a alrededor de 6.000 efectivos.
Decenas de miles de desaparecidos, masacres, torturas y violaciones sistemáticas a los derechos humanos y hasta secuestro de niños, son el resultado de las dictaduras que se instalaron en Sudamérica hace casi tres décadas. El tiempo no logró borrar las heridas que aún permanecen abiertas.
swissinfo, Norma Domínguez – Buenos Aires
El documental será exhibido en el próximo festival de cine de Ginebra: “Filmar en América Latina”.
Laura Bondarevsky nació en Ginebra en los años en que Suiza acogió a sus padres montoneros como refugiados políticos.
Allí vivió hasta que a los cinco años pudo regresar con su familia a la Argentina, apenas entrada la democracia.
El título tiene que ver con tres palabras del lenguaje popular de los tres países.
El “che” argentino, el “vo” uruguayo y el “cachai” chileno, las cuales juntas cobran otra significación y pasan a ser una especie de interrogante:
‘¿entendiste lo que te estoy diciendo?’”,
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