Una brecha de esperanza en Argentina

Carlos Reutemann no tiene aspiraciones presidenciales. Keystone

Carlos Alberto Reutemann, ex corredor de Fórmula 1 y bisnieto de un suizo, se perfila como favorito para ocupar la presidencia del país.

El actual gobernador de Santa Fe se ha convertido en la esperanza argentina, pero no quiere ser candidato.

Es la primera vez en muchísimos años que una figura, sin ser candidato, encabeza las encuestas sobre intención de voto, amén de portar la mejor imagen entre los políticos a escala nacional.

El bisnieto de Jacob Reutemann, patriarca de la Colonia de San Carlos en Argentina, es desde el inicio de la crisis argentina el favorito para ocupar el sillón presidencial.

Con un porte que deja translucir su origen suizo alemán -su bisabuelo llegó en 1859 a la localidad santafesina de San Carlos, proveniente de Guntalingen, cantón Zúrich- el ex corredor de Fórmula 1 y actual gobernador de Santa Fe se ha convertido en la esperanza nacional.

Un sinfín de cualidades

Los analistas y expertos en demoscopia no dudan que Reutemann tendría grandes posibilidades de triunfar en la elección, entre otros motivos, porque reúne las cualidades de ‘independiente’ y ‘político’ a la vez.

También representa la austeridad y el ‘perfil bajo’ (atributos que ganaron adeptos luego de la desmedida exposición pública y ostentación del ex presidente Carlos Menem durante su gobierno) y manifiesta fortaleza en sus decisiones (justamente lo que los argentinos reprochan al derrocado presidente Fernando De la Rúa).

La población lo considera honesto y eficiente -su gestión en la provincia de Santa Fe es ponderada por muchos; asimismo Reutemann no arrastra un pasado cuestionable como la mayoría de las figuras que hoy aspiran a la presidencia.

‘Puede, pero no quiere’

La lista de candidatos para las elecciones pactadas, en principio, para marzo del 2003, no satisface a nadie y al día de hoy ninguno de los posibles futuros presidentes logra una adhesión que supere el 18% en los sondeos sobre intención de voto.

“El Lole” -como se lo conoce localmente- rompe la tradición del ‘quiere, pero no puede’, justamente porque él ‘puede, pero no quiere’ hacer uso del poder que le están sirviendo en bandeja de plata.

Aunque su cautela ha caído mal a muchos políticos y analistas que consideraron su rechazo como un rasgo de cobardía, esto no alcanzó para quebrar la puja por convencerlo de que se sume a la carrera presidencial, y desde todos los sectores continúan convocándolo.

Preocupados por la falta de consenso de los actuales candidatos, empresarios y destacados dirigentes del Partido Justicialista tratan por todos los medios de que Reutemann acepte finalmente pelear por la presidencia.

Ni Carlos Menem, ni Adolfo Rodríguez Saá (el fugaz presidente que declaró la suspensión de pagos), ni Elisa Carrió, ni ninguno de los otros nombres en carrera, logra el apoyo popular necesario para garantizar un gobierno capaz de tomar las medidas que se requieren para sacar del pozo a la malherida Argentina.

Descreimiento político e institucional

La urgencia por la adaptación y la supervivencia ha mermado la efervescencia popular, que se reflejó en los primeros meses del año mediante cacerolazos encumbrados por la otrora clase media, y hoy sólo subsisten las marchas organizadas por ‘piqueteros’ y ahorristas ‘acorralados’, más alguna que otra asamblea de barrio y protestas puntuales contra la inseguridad o en defensa de las fuentes de trabajo.

Todavía no se ha desvanecido el fantasma de que pueda ocurrir otro estallido social y, en tensa calma, los ciudadanos van asumiendo la nueva realidad económica, invadidos por un fuerte descreimiento político e institucional. Quizás por eso el presidente Eduardo Duhalde no descarta terminar antes su transición y adelantar las elecciones.

Es en este escenario que ‘el clamor por el Lole’ toma forma. Queda abierto el interrogante (y la esperanza) sobre si, a pesar de los repetidos “no”, Reutemann aceptará finalmente ser ‘el candidato’.

Norma Domínguez, Buenos Aires