Una pizca de sabor de Oriente en Suiza
Gracias a numerosos vendedores de 'kebap' y a las noches animadas por gráciles bailarinas del vientre,los inmigrantes turcos trajeron a Suiza un poco de Oriente.
Al igual que los italianos, los expatriados de nacionalidad turca destacan por su espíritu emprendedor. Pero los jóvenes todavía están discriminados en el mundo del trabajo.
Los pases brillantes de Hakan Yakin. Las actuaciones decisivas en el campo de su hermano Murat. O el talento de Kubilay Turkylmaz, cuyos goles contribuyeron a que la selección helvética se clasificara para el Mundial de Fútbol de 1994.
La contribución turca a la ‘causa’ suiza no se limita únicamente al mundo del balompié, que hoy acapara toda la atención. Y es que este miércoles (16.11.) Suiza y Turquí disputarán el partido de ida en la repesca para el Mundial de Alemania.
Hay muchos ciudadanos de nacionalidad turca residentes en Suiza que destacan a escala nacional y regional.
Entre ellos el escritor de origen kurdo, Yusuf Yesilöz, residente en Winterthur y autor de libros y artículos en alemán. O Alpaslan Korkmaz, al que Neuchâtel confió la promoción internacional de la economía cantonal. O también Akin Altintren, presidente del Consejo de Extranjeros de la ciudad de Zúrich.
Huída del régimen militar
Históricamente, los primeros turcos que llegaron a Suiza al inicio de los años 60 eran trabajadores, una mano de obra concentrada, sobre todo, en los sectores industrial y textil, así como en la restauración.
“Contrariamente a lo que ocurrió en Alemania, Bélgica y Francia, esta migración se produce fuera de los acuerdos oficiales entre dos países, y la mayor parte de los turcos emigra por iniciativa propia”, explica a swissinfo Bülent Kaya, del Foro Suizo para el Estudio de las Migraciones (Fsm).
Después del golpe militar de septiembre 1980, los turcos ya no emigran por razones exclusivamente socioeconómicas, sino por factores de índole política. Los opositores al nuevo régimen – sobre todo estudiantes y jóvenes militantes de izquierda – se ven obligados a exiliarse.
A partir de 1986, se multiplica el número de refugiados como consecuencia de la represión de la comunidad kurda por parte del gobierno turco. En casi 20 años (de 1981 al 2000), se calcula que más de 60.000 ciudadanos de nacionalidad turca solicitaron asilo en Suiza.
Tras las reformas aplicadas por Ankara, hoy el número de refugiados se ha reducido y las nuevas llegadas, que son escasas, entran en su mayoría en el marco de la reagrupación familiar.
Discriminación profesional
La comunidad turca en Suiza abarca hoy unas 80.000 personas. El 90% vive en los cantones de habla alemana y se concentra, sobre todo, en las ciudades de Zúrich, Basilea y Aarau (cantón Argovia).
“Diría que la integración de los turcos en la vida helvética ha sido un éxito, aunque en el ámbito profesional se observa todavía cierta discriminación”, señala el colaborador del Fsm, que cita un estudio realizado en el marco de un programa nacional de investigación.
El estudio pone de manifiesto que los turcos de la segunda generación, tienen un tercio menos posibilidades de acceder al mercado laboral que un joven con pasaporte suizo, con el mismo grado de formación escolar y diplomas.
Peri Even, ex redactora de ‘Treffpunkt Schweiz’ (programa de la Radio suiza de expresión italiana dirigida a los inmigrantes turcos), sostiene que en el ámbito social “la comunidad turca no siempre está bien integrada y que a veces se encuentra un poco aislada”.
Asociaciones de compatriotas
Para romper este aislamiento o más bien para mantener vivas las costumbres y tradiciones, los ciudadanos turcos destacan por un desarrollado carácter asociativo.
Han fundado asociaciones culturales, deportivas (sobre todo equipos de fútbol) y religiosas en todas las grandes localidades helvéticas.
“Antes ocurría que una gran parte de los habitantes de un pueblo turco inmigraba a la misma región o comuna en Suiza. Estas personas se congregaron en asociaciones que llevan el nombre de su pueblo de origen”, subraya Peri Even.
Sabores y trajes de Oriente
Activos en varios sectores de la industria metalúrgica, textil y alimentaria, los trabajadores turcos se distinguen por su espíritu emprendedor. “Muchos siguen la ‘vía italiana’ y triunfan como comerciantes”, indica Bülent Kaya.
Hoy no llama la atención el típico olor de carne de cordero, cebollas y dulces de miel que respiramos en las tiendas de kebap y falafel. Su número se está incrementando. En las estaciones ferroviarias, los centros comerciales y las calles céntricas de las ciudades suizas, desde Ginebra hasta San Gall, vemos un cartel ‘Doner Kebap’.
Junto con las veladas animadas por la danza del vientre y los locales donde se puede fumar la narghile (larga pipa de agua utilizada para fumar tabaco aromatizado), los sabores de las especies de Turquía contribuyen así a aderezar la sociedad helvética con una pizca de sabor de Oriente.
swissinfo, Luigi Jorio
(Traducción del italiano: Belén Couceiro)
A fines del 2004 vivían en Suiza unos 77.534 ciudadanos turcos (sin los de doble nacionalidad).
Eran 38.626 en 1980 y 12.215 en 1970.
Más del 90% de la colonia turca se concentra en los cantones de expresión alemana.
La etiqueta ‘turcos’ con la que las estadísticas oficiales designan a los inmigrantes de nacionalidad turca incluye también a los kurdos y musulmanes chiítas.
La colonia turca celebra sus fiestas nacionales (como la Cumhuriyet Bayrami, el 29 de octubre, fiesta de la proclamación de la República) y religiosas, sobre todo las islámicas.
La diáspora en Suiza es muy activa en el ámbito de asociaciones y sociedades deportivas, además de organizar a menudo eventos culturales (cine y música).
La asociación ‘L’écho du silence’, creada por jóvenes turcos de segunda generación, por ejemplo, recibió un premio especial del cantón de Neuchâtel por su empeño a favor de la integración.
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