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Vacaciones sagradas en Scuol

La comida en el Scuol Palace es pura, con seguridad. Roger Wehrli

En la remota aldea de montaña Scuol tiene domicilio el hotel religioso más grande de Europa.

Desde que el matrimonio judío Friedmann tomó a su cargo el Scuol Palace se hospedan allí sobre todo judíos ortodoxos.

El Hotel Scuol Palace se erige cual macizo amarillo donde hace 150 años tuviera su origen el turismo a los baños termales curativos en la Baja Engadina: allí, en un valle estrecho situado a los pies de Scuol y abrigado por pinos y alerces. Sus flancos se extienden hasta el Inn cual enorme pared protectora que parece estar dispuesta a defender el río y las fuentes de aguas minerales.

En la carretera hacia el hotel de 120 habitaciones caminan hombres caracterizados por un mechón de pelo ensortijado que cuelga sobre su sien, barba crecida, abrigos negros, kippas y sombreros además de mochilas y bastones. Tienen la mirada fija y perseverante en su destino.

Té y tarta en vez de cerveza

El matrimonio judío Abraham y Zippora Friedmann gestiona el hotel desde hace tres años. A partir de entonces se fue convirtiendo en el “mayor hotel religioso abierto todo el año”: un recinto al que llegan sobre todo turistas judíos ortodoxos venidos principalmente de Israel y Estados Unidos.

En el Scuol Palace -durante muchos años escenario de fiestas celebradas por turistas comunes del Club Robinson-, se cerraron los grifos de cerveza para reemplazarlos por té, café y tarta. El comedor de paredes de caoba acoge a numerosas familias ortodoxas y parejas jóvenes que se sirven pastel de carne procedente de Francia (en Suiza está prohibido matar una res según el rito judío).

Los cuadros en la sala de conciertos resaltan por el estucado artístico de la habitación. Entre ellos hay telas blancas que cubren un par de figuras con vestimenta ligera.

Un huésped enfundado en una chaqueta de esquí controla sus mensajes electrónicos; varios hombres balancean mecánicamente sus troncos en la sinagoga posterior, y en la entrada a la piscina colocaron el horario de uso separado para hombres y mujeres. Los frontis de vidrio han sido tapados con folios de celofán.

Infraestructura religiosa

¿Qué atrae a los huéspedes judíos a este valle remoto? “Las vacaciones en Suiza tienen en Israel un estatuto simbólico”, señala la joven de 30 años Shoshona, la hija de los propietarios que colabora en la recepción. Los israelíes aprecian las numerosas posibilidades de caminata, excursiones y las temperaturas agradables en verano.

Los turistas judíos vienen también a Scuol Palace por la infraestructura que facilita las vacaciones sin descuidar sus obligaciones religiosas. Hay tres sinagogas, una biblioteca y un baño de ritual judío: el Mikwe. La comida pura (acorde a sus ritos) tiene asimismo un papel importante.

“Alojarse aquí es práctico porque en las vacaciones nos alimentamos con religiosidad, sin tener que comer sólo lechuga, frutas y productos en conserva”, dice un esquiador israelí hospedado con sus hijos en el Scuol Palace.

Control en la cocina

La alimentación comulga con los cánones religiosos y, por ende, debe ser controlada por un Maschgiach, una especie de guardia. El hombre corpulento de gafas redondas es para el personal no judío el encargado de encender la cocina, batir los huevos para ver si no contienen gotas de sangre y vigilar el empleo de utensilios adecuados.

Cintas adhesivas roja y azul separan la cocina en un espacio de alimentos con “carne” y otro de productos con “leche”. Las cucharas, cucharillas y cacerolas tienen igualmente marcas roja o azul.

“Al principio era incómodo, porque de pronto se tenía la fuente equivocada en las manos”, dice el aprendiz Fabian mientras amasa –junto con una experta repostera israelí de cabeza cubierta con un velo Mazza-, el pan sin ácidos para la fiesta de Pessach, fiesta con la que recuerdan la salida de los judíos de Egipto. Para evitar que los panes, pastillas de chocolate y macarrones de coco tengan contacto con alimentos de contenido ácido se los cubre con folios de plástico y aluminio.

Voces críticas

Las voces en el pueblo, distante a 15 minutos del hotel, son tanto positivas como críticas cuando se refieren a los huéspedes judíos del Scuol Palace. “Yo sólo sé que los visitantes ortodoxos no son queridos en el pueblo”, comenta un conductor de taxi.

“No tengo nada en contra de estas personas, pero deberían adaptarse un poco”, señala por su parte un conductor de autobús.

Aparentemente, los hombres de abrigo negro no saludan, ocupan a menudo los mejores sitios en los lugares de descanso y dejan basura tirada. Se cree que su presencia tampoco sería beneficiosa para el turismo invernal.

“No se puede decir que estos huéspedes aporten algo a la región”, dice la propietaria de una tienda de recuerdos. En su opinión, los huéspedes ortodoxos se refugian en el Scuol Palace y son un pueblo volcado en sí.

“Tensiones superadas”

“Esto nada tiene que ver con antisemitismo”, apacigua Abraham Friedmann, propietario del hotel y antiguo oficial israelí.

Tras una jornada de puertas abiertas para informar a la población de Scuol sobre la cultura hebrea, recalca que su siguiente paso es redactar un documento con reglas de conducta para sus huéspedes.

“Las tensiones en el pueblo han sido superadas”, dice a su vez Jon Domenic Parolini, presidente del municipio de Scuol, de 2.300 habitantes. La gente ya se habría acostumbrado a que los visitantes judíos no se comuniquen mucho en las regiones turísticas. Destaca el que Friedmann acuda a normas de conducta para llamar la atención de sus huéspedes y hacerles entender que hay otras personas además de ellos, y que no están en la luna.

Planes de ampliación

“La importancia de un hotel radica, a mi juicio, en el buen rendimiento. En el caso del Scuol Palace es mucho más importante porque así se podrá conservar la esencia histórica de este hotel singular”, señala Parolini. Sin embargo, la gente del pueblo pone en duda el logro de esa meta.

“Estamos comenzando a conquistar los mercados judíos de Alemania, Francia, Inglaterra, Estados Unidos y Canadá”, señala Shoshana.

El revoque de la fachada se desconcha y el moho carcome el techo de algunas habitaciones. A pesar de ello, los Friedmann trazan planes de ampliación. Tras la negativa a su petición de temporadas exclusivas para judíos en los famosos baños de Engadin Bad Scuol, se proponen instalar su propio baño termal.

Corinne Buchser, swissinfo.ch, Scuol
(Traducción: Juan Espinoza)

De acuerdo al censo más reciente en Suiza, son 17.914 las personas de creencia judía. Esa cifra equivale al 0,25% de la población.

Alrededor del 33% de los suizos son reformistas, 32% católicos romanos y un 4% pertenecen a alguna comunidad musulmana.

Casi la mitad de los judíos suizos nació en el extranjero. El 79% de ellos posee pasaporte suizo.

Aproximadamente el 30% de los judíos con nacionalidad suiza vive en Israel.

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