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AMCA: Cooperación profesional y solidaria

El Dr. Franco Cavalli con sus niños en el Centro Barrilete, en Managua. El oncólogo suizo creó en Nicaragua un modelo solidario de reconocimiento internacional: la Ayuda Médica para América Central. Massimo Pedrazzini

La Ayuda Médica para Centroamérica (AMCA) celebra su trigésimo aniversario. En 1985, médicos suizos acudieron a Nicaragua para fortalecer un sector sanitario exangüe por la guerra. Comenzó un viaje permanente de ida y vuelta, que se prolonga hacia el futuro con nuevas ideas y desafíos, sin obviar la autocrítica.

“Siempre con los mismos valores esenciales que nos motivaron entonces a lanzarnos en nuestra acción solidaria”, enfatiza Franco Cavalli, fundador del proyecto.

Convertida en una de las ONG más reconocidas en el Tesino, AMCA presenta el balance de sus treinta años de labores en un libro que será publicado este mes de julio. Además, y en ocasión del aniversario, los ideales de la organización movilizan a artistas amigos en la “Lluvia benéfica”, el próximo 8 de agosto, en el marco del Festival de Cine de Locarno. Y la celebración se convierte en fiesta popular en uno de los castillos de Bellinzona el cuarto sábado de agosto.

“Inteligencia y humildad”

Todas esta celebración representan “un verdadero tsunami de solidaridad y agradecimiento recíprocos de y hacia la sociedad civil suiza”, precisa Manuela Cattaneo Chicus. La coordinadora general de AMCA subraya la importancia de los 200 cooperantes, pasantes, civilistas que partieron en estas tres décadas, a lo largo de las cuales unos 15 millones de francos fueron invertidos en 20 proyectos, principalmente en Nicaragua, pero también, en su momento, en el sur de México, y en el futuro, en Santa Ana, El Salvador.

Entre dichos proyectos, en la actualidad, el apoyo al Hospital Pediátrico La Mascota y al Hospital Berta Calderón y el Centro Educativo Barrilete de Colores en el barrio Memorial Sandino, los tres en Managua, capital nicaragüense. La Casa Materna en la norteña Quilalí, el Hogar Belén en el Departamento de Rivas. Así como el sostén a la formación de jóvenes promotores agroecológicos y a la Red Neonatal ‘Nacer Bien’.

Merced a la contribución de AMCA, el Hospital Berta Calderón de Managua ofrece ahora una atención adecuada a las parturientas y sus recién nacidos. Djamila Agustoni

Cattaneo destaca el saldo positivo, “de gran reconocimiento de parte nuestros beneficiarios centroamericanos y de nuestras organizaciones contrapartes suizas con quienes colaboramos intensamente”. En la lista de estas últimas figuran, entre otras, la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE); la Federación de ONG de la Suiza de expresión italiana (FOSIT); la plataforma suiza de cooperación a través del intercambio de personas (UNITE); Médicos del Mundo Suiza y Medicuba.

Para Dick Marty, miembro del Consejo directivo de la Fundación AMCA, se trata de una labor realizada con sensibilidad, amplitud y eficacia. El exsenador radical anota en el prefacio del libro ‘AMCA y su gente…30 años de solidaridad con Centroamérica’:

“(AMCA) supo encontrar el justo camino de una ayuda específica y eficaz. Lo hizo con inteligencia y humildad; escuchó, dialogó e incluyó a la comunidad local, respondiendo así a la necesidad y las expectativas de los habitantes”.

“Respondimos a una demanda de Nicaragua”

Mirando hacia atrás, al inicio mismo del camino, “no hubo una gran reflexión conceptual en la fundación de AMCA sino que se trató, sobre todo, de una respuesta concreta a amigos nicaragüenses -especialmente médicos y personal de salud- que nos interpelaron solicitándonos solidaridad activa”, explica el oncólogo Franco Cavalli, fundador de la asociación tesinesa.

Transcurría la mitad de la década de los ochenta y Nicaragua “se confrontaba a una terrible guerra de agresión que obligaba a destinar muchos recursos a la defensa y disminuir los gastos en el sector médico-sanitario-preventivo, que era uno de los pilares programáticos del Gobierno sandinista”, recuerda Cavalli en diálogo con swissinfo.ch.

Comenta que se sintió profundamente interpelado. “Y de allí, en ese contexto, nació la decisión de crear nuestra organización de solidaridad. En la base de AMCA, se conjugaron un análisis político, valores fundamentales y un profundo sentimiento de amor”, subraya el exdiputado nacional socialista.

Con el proyecto Barrilete de Colores, AMCA brinda a los niños acompañamiento social y educativo. Massimo Pedrazzini

“Nuestros proyectos se basan en el respeto de la criterios de justicia, equidad y universalidad. Nuestras actividades en el terreno se promueven con el apoyo del sector sanitario público e integran a las autoridades, las comunidades y las organizaciones locales”, explica.

El experimentado profesional suizo no oculta su necesidad profunda, casi cotidiana, “de confrontar la realidad y corroborar el cambio”. Nada de lo que pasa en otros lugares del mundo me es indiferente. Me siento corresponsable de una ciudadanía planetaria, como actor político y ciudadano suizo”, argumenta. “¡Me parte el alma saber que un niño muere de hambre en África o en Centroamérica!”

El reto para mantener viva esa sensibilidad “hacia los otros, hacia los que más sufren”, es la renovación generacional, la incorporación de los jóvenes, dice.

“Y de allí la importancia que voluntarias y voluntarios, cooperantes, civilistas, pasantes, puedan partir a América Central y otras regiones del mundo”. Es esencial, insiste Cavalli, seguir ofreciendo a esos jóvenes, “que son nuestro relevo imprescindible”, la posibilidad de ir para aprender de las realidades del Sur. “Es más impactante y significativo un viaje a Nicaragua o a Centroamérica que cualquier discurso conceptual retórico”, enfatiza el presidente de la Unión Internacional contra el Cáncer entre 2006 y 2008.

“Profesionalizarnos sin perder nuestra alma”

“Modernizar nuestra cooperación respondiendo a las nuevas exigencias de las de los contribuyentes”, constituye para Manuela Cattaneo Chicus uno de los grandes desafíos actuales de AMCA. La organización, especializada en el sector socio sanitario, apoya la formación de recursos humanos, el suministro de equipo y medicamentos, la construcción de infraestructura y colabora científicamente con el personal local.

Ese desafío significa “respetar a nuestras contrapartes centroamericanas y sus prioridades y necesidades. Pero también, poder responder satisfactoriamente a nuestros donantes, al Estado, a nuestras ONG y federaciones socias, que quieren tener garantías de que su apoyo produce impactos”, subraya la coordinadora.

Para ella, el mantenimiento de una cooperación horizontal, sin verticalismos ni imposiciones definidas en Giubiasco o Bellinzona, exige mucho tiempo en comunicación, capacidad de escucha, diálogo abierto y gran dedicación.

Explica que si se quiere explicar y sensibilizar a los casi dos mil donantes -especialmente en el Tesino- sobre el resultado concreto de su aporte, es necesaria una tarea ardua y permanente de información y traducción de la realidad Sur aquí en Suiza. Todo eso con un personal mínimo para no sobrepasar el porcentaje aceptado en el mundo de la cooperación para las tareas administrativas.

“Como AMCA nos confrontamos entonces a este gran dilema que debemos resolver con mucho sentido común y ecuanimidad: avanzar cada día más en calidad sin por ello perder la esencia, el alma de nuestra tarea. Es decir: profesionalizar la cooperación sin perder la esencia solidaria de nuestra actividad”, concluye Cattaneo Chicus.

 Proyecto ejemplar de oncología pediátrica

La primera actividad de AMCA en Nicaragua consistió en el apoyo al sector oncológico del Hospital Manuel de Jesús Rivera La Mascota, de Managua.

Hasta entonces, es decir mediados de la década de los 80, muy pocos niños que padecían cáncer, recibían un tratamiento adecuado ya que la atención oncológica pediátrica era casi inexistente. Excepcionalmente, algunos casos fueron derivados a Costa Rica, Estados Unidos o Cuba.

En colaboración con médicos de la Clínica Pediátrica de Monza, Italia, desde 1986, se impulsaron diversas iniciativas que aún continúan para aportar los conocimientos específicos; la tecnología y los fondos necesarios para desarrollar el primer departamento de hemato-oncología.

Hoy el Hospital La Mascota cuenta con 45 camas; un Hospital de Día con nueve consultorios para la atención ambulatoria; un quirófano, un laboratorio clínico de Hematología y un área de preparación de medicamentos.

Hoy casi el 60% de los casos de tumores pediátricos del país pueden curarse: AMCA.

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