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¿Y si el cielo fuera azul en el infierno?

Vista del artista del HD189733b: un planeta sobrecalentado dada la proximidad de su estrella, totalmente inhabitable, pero cuyo cielo... ESA

Mundo de pesadilla, como la mayoría de los exoplanetas identificados hasta ahora, los científicos cortejaron el HD189733b en 2007. En Zúrich se afirma incluso, haber captado la luz que envía su atmósfera.

El método es simple y muy prometedor: se filtra la luz de la estrella para dejar pasar sólo la del planeta. Pero los resultados anunciados a finales de diciembre deberán aún confirmarse…

En plena Vía Láctea, en medio del espléndido ‘triángulo de verano’, delimitado por Vega, Altair y Deneb, astros de primer plano, la constelación del Pequeño Zorro parece modesta. Una de sus estrellas, invisible al ojo humano, interesa sin embargo, de manera especial, a los cazadores de mundos nuevos.

El 15 de septiembre de 2005 en efecto, los Observatorios de Ginebra y de Haut Provence anunciaban el descubrimiento en sus cercanías de HD189733b, un planeta bautizado, según la costumbre, añadiendo la letra ‘b’ a la matrícula de su estrella.

14 veces más grande y 38 más pesado que la Tierra, el recién llegado pertenece a la categoría de los ‘Júpiter calientes’, inmensas bolas de gas que giran muy rápido y muy cerca de su estrella.

Estos mundos dan una muy buena idea de lo que podría ser el infierno, no hay superficie sólida, tienen una presión y una temperatura capaces de crear o vaporizar cualquier organismo conocido y una atmósfera hecha probablemente de gases tóxicos, agitada por vientos que harían pasar los huracanes terrestres por un ligero céfiro.

Una oportunidad

Sin embargo, HD189733b es una oportunidad para los astrofísicos. Es relativamente grande, gira alrededor de una estrella un poco más pequeña que nuestro sol, es bastante cercana (63 años luz), y sobre todo, las casualidades del alineamiento hacen que cada uno de sus tránsitos sea observable desde la Tierra.

Lo que significa que los científicos son capaces de “ver” pasar el planeta delante de su estrella a cada una de sus revoluciones, es decir, una vez cada 53 horas. Aquí, las comillas se imponen ya que incluso los más grandes telescopios, no “aprecian” nada más que una disminución de la intensidad de la luz de la estrella.

El planeta es pues, objeto de toda la atención: en mayo de 2007, un equipo estadounidense logra elaborar el mapa de las temperaturas, por medio de medidas hechas por el telescopio espacial Spitzer, que observa solamente en infrarrojo.

Luego, en diciembre, dos publicaciones -una de las cuales del Observatorio de Ginebra- suministran indicaciones sobre la atmósfera del HD189733b, obtenidas siguiendo las longitudes de onda de la luz emitida por distintos elementos químicos.

Una gran première…

Pero la comunicación más asombrosa se produce exactamente después de Navidad: con dos colegas de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ) y un tercero de la Universidad de Turku (Finlandia), Svetlana Berdyugina anuncia haber detectado directamente la luz enviada por la atmósfera del planeta.

Ningún planeta es luminoso en sí. Todos se limitan a reflejar la luz que les envían las estrellas. Y es en las propiedades de luz reflejada que se sitúa la “astucia” explotada por la astrofísica ruso y sus colegas.

Al “rebotar” sobre algo, en efecto, la luz se polariza. Muy esquemáticamente, se podría decir que la onda luminosa que se desplazaba verticalmente sufre una rotación de 45° para propagarse completamente. Y se conoce la manera de construir filtros que sólo dejan pasar esta luz polarizada.

“Es una manera ‘de ampliar’ la estrella”, explica Svetlana Berdyugina. “Eso nos permite seguir al planeta sobre toda la longitud de su órbita, y no solamente durante el tránsito. Este método es muy prometedor, lo vamos a aplicar a planetas ya conocidos, pero también va a servirnos para encontrar nuevos”.

Mientras tanto, el equipo de la EPFZ logró detectar en la atmósfera del HD189733b los micro granos de materia que difunden la luz y que darían al cielo de ese infierno un bonito color azul, en virtud del mismo fenómeno que se observa en la Tierra. Pero en esta fase, Svetlana Berdyugina no puede decir nada más sobre la composición química de esa atmósfera.

… que falta confirmar

Por fragmentarios que sean, estos resultados, si son confirmados, constituirán un avance extraordinario.

Pero el condicional es de rigor. Director de la Investigación Astronómica de la Universidad de Hertfordshire, James Hough, otro gran especialista de la luz polarizada, considera los resultados del equipo de Svetlana Berdyugina “muy sorprendentes”.

“Si son correctos, eso significa que el HD189733b refleja extremadamente bien la luz, explica al profesor británico”. Lo que está en contradicción con nuestras propias observaciones sobre planetas similares, donde los límites superiores son más bajos en casi dos grados de magnitud con relación a lo que se anuncia en esta publicación”.

Eso significa que el planeta observado por Svetlana Berdyugina y sus colegas reflejaría seis veces más luz que los otros ‘Júpiter calientes’. Sorprendente, en efecto.

Pero, sea lo que sea, el método utilizado por el equipo de Zúrich y Turku tiene futuro. Su aplicación generalizada abre la caza a los exoplanetas de todas las tallas, incluidos esos famosos gemelos de la Tierra que los científicos buscan desde el principio de esta investigación.

swissinfo, Marc- André Miserez
(Traducción, Marcela Águila Rubín)

Los exoplanetas son planetas que se sitúan en el exterior de nuestro sistema solar – de ahí su nombre.

Los suizos Michel Mayor y Didier Queloz anunciaron el descubrimiento del primero el 6 de octubre de 1995, del Observatorio de Ginebra.

Hasta ahora, cerca de 270 exoplanetas han sido identificados, aunque ningún telescopio sea capaz todavía de ver uno. Los métodos de detección son indirectos (explicaciones en Galería: “Ver los mundos invisibles”).

Por ahora, la mayoría de los exoplanetas catalogados son ‘Júpiter calientes’, es decir, grandes planetas gaseosos, que giran muy rápido y muy cerca de su estrella.

En realidad, eso muestra sólo nuestros métodos de detección. Los astrofísicos están convencidos de que existe también una cantidad de planetas rocosos similares a la Tierra, que podrían albergar vida.

Pero están tan alejados, son tan pequeños, reflejan tan poca luz y tienen tan poca influencia gravitacional en los movimientos de sus estrellas que aún somos incapaces de detectarlos.

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