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Bancos suizos en la mira por “inversiones explosivas”

Bombas de racimo: su tamaño equivale al de una lata de refresco, pero pueden perforar acero de dos centímetros de grosor. Reuters

UBS, Credit Suisse y Vontobel figuran entre las 146 instituciones financieras que mantienen vínculos de negocios con empresas productoras de bombas de racimo, denuncia un grupo de ONG.

Los dos gigantes bancarios helvéticos se declaran contra estas armas altamente letales para los civiles y explican sus posiciones. Suiza ha suscrito el Convenio de Oslo para eliminarlas, pero falta aún que el Parlamento lo ratifique.

La Coalición contra las Municiones en Racimo (CMC por sus siglas en inglés) denunció esta semana (14.04) que más de un centenar de grupos financieros internacionales, entre ellos los helvéticos UBS, Credit Suisse y Vontobel, financian aún a empresas productoras de las también llamadas bombas de fragmentación.

Desde Ginebra, Thomas Nash, coordinador de la CMC, que reúne a diversas ONG unidas en el proyecto de frenar la producción y venta de dichas armas, aseguró que “muchos bancos han cambiado sus políticas internas para sumarse a la creciente repulsa internacional contra las bombas de racimo; pero llegó el momento de que cesen los fondos que destinan a financiar a las empresas que las fabrican”.

Según Handicap International –asociación dedicada a la solidaridad internacional-, estos artefactos causan un tremendo sufrimiento humano, dificultan el desarrollo de las naciones y siguen matando a gente incluso muchos años después del fin de un conflicto armado, pues una vez dispersas y ocultas se convierten en minas antipersonas.

Salón de la vergüenza

La denuncia de Thomas Nash se desprende de las conclusiones a las que llegó el informe ‘Inversión mundial en Bombas de Racimo: una responsabilidad compartida’, cuya edición más reciente fue presentada hace un par de días.

A lo largo de 140 páginas, el estudio revisa el comportamiento de 146 bancos que operan en 20 países y aborda la controversia que genera el apoyo de las instituciones financieras a empresas que lucran con la guerra y la destrucción.

Uno de sus apartados más destacados lleva por nombre el ‘Salón de la Vergüenza’, espacio donde la CMC incluye la lista de instituciones financieras que, según sus investigaciones, están ligadas de una forma u otra a este negocio.

En el caso de Suiza, aparece el UBS, que según el informe, mantiene una relación financiera con las empresas estadounidenses Lockhead Martin y Textron, con la surcoreana Poongsan y la singapurense Singapur Technologies, todas productoras de armas con municiones en racimo.

También figuran el Credit Suisse, al que el informe relaciona financieramente con las estadounidenses Alliant Techsystems ATK y Textron, y con Singapur Technologies; y el grupo Vontobel, vinculado a Singapur Technologies.

CMC precisa que en la mayoría de los casos los bancos manejan las acciones y los bonos de las empresas cuestionadas, o suelen apoyarlas también vía financiamiento.

Son armas prohibidas

Durante la presentación del documento, Ross Boer, miembro activo de IKV Pax Christi –asociación promotora de sociedades democráticas y coautora del reporte- afirmó que es inaceptable que los grandes bancos apoyen la fabricación de armas que han sido prohibidas bajo leyes internacionales.

Boer recordó que un total de 104 naciones firmaron el Convenio de Oslo relativo a las municiones de racimo (véase recuadro ‘Bombas de racimo), que prohíbe el uso y producción de dichas armas a partir del próximo 1 de agosto.

Según la CMC, la mayoría de los bancos incluidos en el ‘Salón de la Vergüenza’ pertenecen a países que declinaron firmar el convenio citado (Estados Unidos, a la cabeza), pero existen al menos 15 instituciones financieras que están basadas en naciones que sí lo han suscrito, y que en algunos casos, como Francia, Alemania, Japón y España, incluso ya lo han ratificado.

Suiza, por su parte, es uno de los países que ha firmado, pero no ratificado el Convenio. En opinión de Paul Vermeulen, director de Handicap International, otra de las organizaciones comprometidas en el proyecto de desarme, “es inaceptable que los fondos de pensiones de la población suiza sean invertidos en la producción de armas que matan y mutilan a gente”.

UBS y Credit Suisse toman la palabra

Consultados por swissinfo.ch, los dos gigantes bancarios suizos, UBS y Credit Suisse, ofrecen sus argumentos sobre este tema.

Jean-Raphaël Fontannaz, portavoz del UBS, afirmó que el banco tiene en marcha una directiva interna muy clara que le prohíbe financiar todo tipo de comercio o exportación de bombas de racimo y otro material de guerra.

El banco está comprometido a actuar con responsabilidad y a tomar muy en serio los temas sociales y medioambientales, dijo. “Y para ello hemos desarrollado directivas, por ramas, que contribuyen a identificar posibles riesgos”.

Recientemente, agregó Fontannaz, UBS Global Asset Management decidió excluir de los fondos que administra en Suiza y Luxemburgo –destinados a inversionistas privados e institucionales- instrumentos vinculados a empresas activas en las minas antipersonas y las bombas de racimo.

UBS no detalló, no obstante, la relación concreta que tiene con las cuatro empresas con las que lo relaciona la CMC.

Según explicó a swissinfo.ch el portavoz de Credit Suisse, Alex Biscaro, “el informe muestra que el banco no juega un papel preponderante en la prestación de servicios para las empresas de este sector”.

En general, las participaciones atribuidas al Credit Suisse corresponden esencialmente a posiciones que no son propias, sino de clientes a los que representa, y son estos últimos –y no el banco– quienes han invertido en títulos de este tipo de empresas.

La artillería suiza

Lo cierto es que Handicap International sostiene que, más allá del proceder de su sistema financiero, Suiza posee un arsenal de al menos 200.000 armas de racimo (tipo M85), con un valor comercial de 600 millones de francos suizos.

Son utilizadas esencialmente para la artillería, un dato que el Ministerio suizo de Defensa ha declinado confirmar, pero que coincide con las inversiones que dicha institución ha realizado en armamento durante los últimos años.

Suiza está comprometida a ratificar el Convenio de Oslo, pero dado que requiere revisar leyes internas para adecuarlas a su compromiso y debido a la burocracia de sus procesos parlamentarios, no podrá iniciar el debate legislativo antes del otoño de 2011.

Andrea Ornelas, swissinfo.ch

Las bombas de racimo o fragmentación (BASM por sus siglas en inglés), también conocidas como bombas clúster, son altamente peligrosas y mortíferas para la población civil a la que merman incluso años después de haber sido utilizadas en un conflicto armado.

Creadas en Chile durante la década de los 70, están compuestas por un contenedor –un obús, misil o cohete– que resguarda hasta 650 bombas de pequeña talla (submuniciones).

Cuando el contenedor dispara, las municiones se dispersan un amplio radio y explotan al impactar en la tierra.

Sin embargo, 3 de cada 10 no estallan durante el primer impacto, con lo que se convierten en minas antipersonas que pueden explotar en cualquier momento en los años venideros.

De hecho, según la organización Handicap International, 9 de cada 10 de sus víctimas son civiles.

Prohíbe a las naciones utilizar municiones de racimo desarrollar, adquirir o resguardar este tipo de armas en su territorio; y apoyar cualquier actividad que las promueva.

Los principios del Convenio se pactaron en Dublín (Irlanda) en mayo de 2008, y fueron firmados por un centenar de países en diciembre de ese año en la capital noruega, Oslo – de ahí su nombre.

Suiza lo ha suscrito, pero para seguir adelante tiene pendiente una reforma a su Ley de Material de Guerra. Esto implica presentar un proyecto de consulta y seguir una serie de trámites entre el Gobierno y el Parlamento que impedirán que Suiza ratifique el Convenio de Oslo antes del otoño de 2011.

Entre los cambios que se analizan se encuentra prohibir por ley que los bancos inviertan en compañías que fabrican bombas cluster.

De los 104 países que han firmado el Convenio de Oslo, sólo 30 lo han ratificado, entre ellos Noruega, Irlanda, España, Alemania, Francia, Bélgica, Dinamarca, México, Uruguay y Nicaragua.

Suiza no se incluye aún en esta lista.

Suiza posee un ‘stock’ de 200.000 bombas de racimo que tendría que destruir a más tardar en 2018.

Los principales países productores de municiones de racimo son EEUU, Rusia, China, Israel, India y Pakistán.

Ninguno de ellos ha firmado el Convenio de Oslo.

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