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Ofensiva contra los ‘mercenarios’ del cabildeo en el Parlamento

La presencia de los grupos de presión suele ser elevada, sobre todo, durane las sesiones del Parlamento. Keystone

Las actividades de los grupos de presión en la política suiza se han vuelto más complejas y opacas en los últimos años, abriendo así la puerta incluso a influencias del extranjero. Tras años de reticencia, el Parlamento podría optar por imponer medidas de transparencia.

El politólogo y sociólogo André MachEnlace externo, codirector de un estudio comparativo sobre las estrategias de los grupos de interés (‘lobbies’) en Suiza y California y del que próximamente se publicarán los primeros resultados, no tiene dudas: El cabildeo en el Parlamento helvético se ha intensificado y profesionalizado en las últimas dos décadas.

Invitados de los parlamentarios

Cada miembro del Legislativo puede designar a dos personas con derecho a acceder a la sede de la Asamblea Federal Parlamento como sus invitados y que deben 6inscribirse en las listas públicas. Pueden ser representantes de grupos de interés que tienen así la oportunidad de desempeñar actividades de cabildeo en el Palacio Federal, sede del Legislativo suizo. Las personas acreditadas, sin embargo, no están obligadas a declarar sus mandatos. Así, hay cabilderos que en las ‘listas de las acreditaciones’ de las dos cámaras figuran simplemente como “invitados” o “colaboradores personales”. Por otra parte, hay cada vez más cabilderos profesionales que indican la agencia de relaciones públicas para la que trabajan, pero no se sabe quiénes son sus mandantes.

Los parlamentarios pueden, además, encargar acreditaciones para acceder durante una jornada al Palacio Federal que no figuran en las listas públicas.

Así se desprende de un análisis minucioso de las listas de ‘invitados’ acreditados de los parlamentarios y de la evaluación de las relaciones de interés que los diputados y senadores están obligados a hacer públicas.

Una evidencia de que los vínculos de interés han aumentado es la creciente presencia de parlamentarios en cargos directivos en empresas, organizaciones y asociaciones, según el citado estudio.

“Y estos vínculos de interés juegan un papel, sobre todo, en las comisiones legislativas”, puntualiza André Mach. En otras palabras: las grandes empresas y los grupos de interés confían los cargos ejecutivos o mandatos en sus consejos de administración “preferiblemente a miembros de las comisiones parlamentarias especializados en un campo concreto, por ejemplo la sanidad, los transportes y las comunicaciones, la energía o la economía”.

“Resulta un poco paradójico”, señala Mach, porque esta evolución ha sido paralela a “la profesionalización del Parlamento suizo”. La idea de aumentar las remuneraciones y crear comisiones especiales era, precisamente, que los parlamentarios pudieran gozar de más independencia, tanto en materia de ingresos como de conocimientos en la materia.

Más poder en el Legislativo

Sin embargo, hay otros factores que explican el cambio de conducta del cabildeo en el Legislativo. Otro estudioEnlace externo llega a la conclusión de que los grupos de interés – es decir las asociaciones de categoría – han perdido mucho poder a favor de los partidos y que la importancia de fase prelegislativa en el proceso de decisión ha menguado en beneficio de la fase parlamentaria.

“En los años 70, el Parlamento suizo era una especie de ‘cámara registradora’ que se contentaba con aprobar las soluciones que acordaban durante la fase prelegislativa la administración, el Gobierno y los grupos de interés”, recuerda Pascal SciariniEnlace externo, profesor de la Universidad de Ginebra y coautor del citado estudio.

Hoy, en cambio, es en el Parlamento donde se lucha por alcanzar compromisos. “Por tanto, el trabajo de influencia de los grupos de presión se ha desplazado a la fase legislativa”, anota el politólogo ginebrino.

El juego se complica

“Si hasta hace unos veinte años era evidente quién ejercía presión y qué intereses defendía, hoy estamos frente a un cambio fundamental: el cabildeo se ha convertido en un verdadero oficio y los grupos de presión representan varios mandatos, sin que se sepa exactamente de quiénes ni cuántos. Y esto se aplica a todo el sistema político suizo, no solamente al Parlamento”, puntualiza el director del instituto de investigación gfs.bern, Claude LongchampEnlace externo. “De esta manera se abre la puerta también a influencias del extranjero”, agrega, como demostraron las recientes tentativas kazajas de injerencia en la política helvética.

Estos empleados de agencias de relaciones públicas y de comunicación o consultores, “a los que se considera un poco como mercenarios, constituyen el fenómeno más reciente del cabildeo”, afirma André Mach. Y estos grupos de presión que actúan en la sombra están bien implantados. “Todas las grandes agencias de relaciones públicas tienen representantes entre los ‘huéspedes’ de los parlamentarios”, precisa el docente de la Universidad de Lausana.

Más transparencia

Si hasta ahora la mayoría del Legislativo se ha negado a establecer reglas claras para arrojar transparencia sobre estas actividades, la situación podría cambiar después del incidente kazajo que protagonizó la diputada del Partido Liberal Radical (PRF, derecha liberal), Christa Markwalder, y que reveló el alcance de este cabildeo y las insidias que comporta para los mismos diputados.

Varios parlamentarios de diferentes partidos exigieron en el pasado normas de transparencia para los miembros de grupos de presión; sin éxito.

El diputado de la Unión Democrática de Centro (UDC, derecha conservadora), Lukas ReimannEnlace externo, ha presentado una moción que pide la introducción de un registro específico obligatorio para el acceso de los cabilderos al Palacio Federal, la sede del Parlamento, en el que figure en nombre de quién actúan, quiénes les remuneran, qué métodos y medios utilizan y a quiénes va destinada su estrategia de cabildeo. Como ocurre en el caso de los periodistas, no serían los diputados quienes concederían las acreditaciones, sino los Servicios del Parlamento.

“Cuando en 2009 solicité esta medida, la respuesta fue que los grupos de presión en el Parlamento no constituían un problema. Después del caso Markwalder, las cosas han cambiado. Muchos políticos se han percatado del problema. Ahora tengo la impresión de que se podría reunir una mayoría a favor de medidas destinadas a aumentar la transparencia y reducir la corrupción”, argumenta Reimann.

Código ético impone transparencia

La Sociedad Suiza de Relaciones Públicas (SSPAEnlace externo) dispone de normas más avanzadas que el Parlamento en materia de transparencia en el cabildeo. Además de establecer reglas de conducta claras, el nuevo Código Deontológico que la asociación de los consultores de relaciones públicas y comunicación introdujo el 1 de julio de 2014 impone a sus miembros inscribir en el registro profesional –que es público– todos sus mandatos y relaciones de interés. Quien no se atiene a las normas no puede ser miembro de la SSPA.

Ni la cabildera implicada en el caso Markwalder-Kazajistán, ni la agencia para la que trabaja forman parte de la SSPA.

“Nosotros nos basamos en el Código de Lisboa (Código Europeo de Deontología Profesional de las Relaciones Públicas): nos atenemos a la idea de transparencia de este instrumento de autorregulación”, puntualiza el presidente de la SSPA, Stefan Kilchenmann.

La SSPA dispone además de una comisión deontológica independiente que juzga las violaciones de las normas profesionales. “La Comisión formula también propuestas sobre cómo y qué mejorar”, precisa Kilchenmann.

El senador socialista Didier BerberatEnlace externo coincide en que se ha producido un giro y en que la nueva iniciativa legislativa tiene buenas probabilidades de ser aceptada. Y aún más considerando que hace cuatro años fracasó por un margen de solo dos votos. “Tal vez no todas las propuestas que he formulado, pero creo que una o dos serán aprobadas. Lo esencial es que la idea de la transparencia se abra camino”, acota.

Andrea CaroniEnlace externo, diputado liberal radical, se ha puesto manos a la obra, pero ha presentado solo una de las demandas contenidas en su iniciativa parlamentaria de 2014, que fue rechazada: la obligación de que los cabilderos indiquen no solo la agencia de relaciones públicas para la que trabajan, sino también todos los mandatos que ejercen en el Palacio Federal. El sistema de acreditación, sin embargo, no cambiaría: los grupos de presión    seguirían siendo ‘huéspedes’ de los parlamentarios. Caroni considera que, hoy por hoy, es difícil conseguir una mayoría para cambiar completamente el sistema.

¿El pueblo tiene la última palabra?

Incluso más pesimista se muestra Thomas MinderEnlace externo, que hace cuatro años propuso prohibir el cabildeo en el Palacio Federal. “Creo que la solución a este problema solo puede venir del exterior, es decir, del pueblo. He comenzado a sondear el terreno para lanzar una iniciativa popular. Necesitaré tiempo, pero es una de mis prioridades, afirma el senador independiente. “No quiero prohibir en absoluto el cabildeo, quiero que los grupos de presión no hagan negocios en el Parlamento”, puntualiza.

Minder se propone ir incluso más lejos: prohibir que los diputados acepten mandatos de grupos de interés y de grandes empresas. “La transparencia no es suficiente, porque un parlamento de milicia significa compaginar un trabajo con el mandato legislativo, pero no significa acumular mandatos. Estoy convencido de que el pueblo está de acuerdo conmigo”.

Traducción del italiano: Belén Couceiro

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