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Dinero y política: una relación peligrosa

Una campaña electoral puede costar más de 200.000 francos. Keystone

¿De dónde vienen los fondos para financiar las campañas electorales? ¿Por qué los políticos no tienen la obligación de declararlos?

El “asunto de los senadores Fetz y Zanetti” (donaciones recibidas) reaviva el debate sobre el financiamiento de los partidos políticos.

El sistema de milicias, tan valioso para Suiza, ha impedido la aparición de “funcionarios” que hacen política sólo para ganarse la vida.

Pero el mito de los “políticos por vocación” se rinde a la realidad de los hechos. Incluso en un sistema de milicias, la política no es gratuita.

Las campañas electorales deben ser financiadas de una o de otra manera, así como las actividades de los partidos políticos, indispensables para el buen funcionamiento de la democracia.

El escándadlo Fetz-Zanetti

El paso en falso de los socialistas Anita Fetz, consejera de Estado (senadora) por el cantón de Basilea y Roberto Zanetti, miembro del gobierno cantonal de Solothurn, ha reavivado un debate que muchos políticos hubieran querido, sin duda, evitar.

Los dos políticos en cuestión están en la mira de la actualidad por haber aceptado donaciones electorales de 20.000 a 30.000 francos. Esas sumas podrían provenir de especulaciones financieras vinculadas con la Fundación Pro Facile…de la cual eran (ambos) vicepresidentes.

Alertados por la prensa, Anita Fetz y Roberto Zanetti revisaron las cuentas de la Fundación. Tras hacerlo presentaron sus renuncias y depositaron la suma recibida en una cuenta bloqueada.

Más transparencia

Posteriormente se sucedieron las reacciones y las proposiciones. El diputado socialista Andreas Gross sugiere que se introduzca la obligación de declarar todas las donaciones mayores de 500 francos a las personas y de más de 1.000 a los partidos.

Gross piensa plantear esta sugerencia a la Comisión de Instituciones Políticas (CIP) del Consejo Nacional (diputados).

La idea no disgusta mucho a la izquierda, que financia sus actividades más con las cuotas de sus miembros que con donaciones privadas. En cambio los partidos burgueses la rechazan.

Algunos mecenas que no desean revelar públicamente su apoyo a un partido, podrían ciertamente retirarse.

Aún siendo miembro de la Unión Democrática del Centro (UDC/derecha dura), el presidente de la CIP, Hermann Weyeneth, es partidario de declarar las donaciones electorales, pero evoca montos de entre 5.000 y 10.000 francos.

“No es una cuestión de montos”, replica su colega de partido, Aliki Panayides, subsecretario general de la UDC. Sería demasiado fácil hallar testaferros y actuar sin la obligación de declarar el dinero. El statu quo nos conviene. Además, la transparencia existe: el caso Fetz lo demuestra”.

Las dudas de los expertos

Un buen número de observadores externos no comparten la postura de los partidos burgueses. En Suiza, las fuentes de financiamiento de los partidos y de los comités electorales escapan a menudo del gran público.

Tal como escribe el polítologo Andreas Ladner en el diario zuriqués Neue Zuercher Zeitung, NZZ, “las elecciones corren el riesgo de ser ganadas no por los candidatos más capaces, sino por aquellos que disponen de un presupuesto más elevado. Asimismo podemos temer por la independencia de los políticos frente a su mecena”.

En una entrevista al Tages Anzeiger, de Zúrich, Silvano Moeckli – otro politólogo-, añade empero que no es necesario llegar a lo que pasa en Estados Unidos. Después del escándalo de Watergate se ha hecho obligatorio declarar inclusive las comidas ofrecidas a los parlamentarios.

Financiamientos públicos

Una solución sería que el Estado financie los partidos, tal como ocurre con el sistema vigente en los países vecinos, donde la medida va acompañada de una obligación de declarar las donaciones recibidas.

Pero el parlamento suizo ya ha rechazado en varias oportunidades las proposiciones que iban en ese sentido.

Únicamente los cantones de Ginebra y Friburgo, en la Suiza francófona, participaron directamente – por cierto, en menor medida -, en los gastos electorales de los partidos.

Por otra parte, hay que contentarse con un financiamiento indirecto que provenga de indemnizaciones que la Confederación gira a los grupos parlamentarios y de los porcentajes que perciben los partidos por concepto de retribuciones de los mandatos políticos de sus miembros.

Queda el dinero privado. Pero es cada vez más frecuente que los mecenas financien a personas o proyectos más que a una organización política en conjunto.

De ese modo el control escapa del partido. Se corre entonces el riesgo de ver ciertas personas que cierran los ojos a la proveniencia de los fondos o aún a olvidar el control de las cuentas, como ha ocurrido en el asunto Fetz y Zanetti.

swissinfo, Doris Lucini
(Traducción y adaptación : Juan Espinoza)

Los partidos suizos gastan unos 74 millones de francos en un año electoral (fuente: diario NZZ).
La Confederación Helvética gira unos 4,5 millones de francos por año a los grupos parlamentarios.

En Suiza, el que personas privadas financien a políticos o a partidos desencadena rara vez un escándadalo, pero el caso Fetz reaviva el debate sobre el tema.

El diputado socialista Andreas Gross propondrá a la Cámara baja una medida que obligue la declaración si las donaciones son más de 500 francos a personas y 1.000 a partidos.

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