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Espionaje económico e inquietud en Suiza

El espionaje económico es una de las principales amenazas que enfrentan los bancos suizos. Keystone

El Servicio de Inteligencia helvético lanzó la advertencia: proteger a los grandes bancos contra la sustracción de información confidencial es importante para la plaza financiera suiza.

El robo de información se documenta en este país desde los años 30 y está fuertemente penado. Pese a ello, el cantón de Berna utilizó alguna vez información llegada desde Alemania a través de medios no ortodoxos.

El Servicio de Inteligencia de la Confederación Helvética (SRC) encendió las alarmas hace unos días.

UBS y Credit Suisse, entre otros bancos, requieren apoyo y protección por parte del Gobierno contra eventuales ataques de espionaje económico, lo que constituye “la principal amenaza estratégica que enfrenta la seguridad suiza en el presente”, estimó Markus Seiler.

El director del SRC confirmó en un encuentro con la prensa a principios de mayo que, debido a la relevancia del tema, los Ministerios de Economía, Defensa, y Justicia y Policía trabajan de forma colegiada en este tema.

En busca de ingresos

El SRC se convirtió en una entidad que opera de forma independiente desde el 1 de enero de 2010, tras la fusión del Servicio de Análisis y Prevención (SAP) y el Servicio de Inteligencia (SRS).

Y fortalecer sus servicios de inteligencia se torna una prioridad para Suiza.

En el ámbito económico, el móvil internacional es claro, y Seiler lo describe claramente: organizaciones internacionales y países vecinos a Suiza con enormes problemas financieros buscan información que sea útil para encontrar evasores.

Y la recuperación de coordenadas de contribuyentes que no cumplen con sus obligaciones fiscales y con cuentas potenciales en la banca suiza es uno de los caminos más útiles.

La visión de Markus Seiler se sustenta en un largo informe en el que la unidad de inteligencia de Suiza desagrega el nivel de riesgo que corre el país en temas como ser blanco de un ataque terrorista, ser vía de financiamiento para movimientos terroristas, o el espionaje político y económico.

Ginebra, una plaza vulnerable

El documento, que lleva por nombre La seguridad de Suiza, realiza un diagnóstico que atrajo la atención de los ministerios suizos.

“La presión sobre la plaza financiera aumentó tras la crisis económica y financiera. Y también las consecuencias potenciales en materia de inteligencia”.

Los bancos y las instituciones financieras helvéticas se encuentran en la mira de las autoridades y servicios de inteligencia extranjeros, cita, y recuerda que en 2010, el Ministerio Público suizo inició un procedimiento contra un austriaco por actividades ilegales vinculadas a la entrega de información confidencial.

Este hombre vendió coordenadas bancarias robadas al Gobierno alemán. Y posteriormente se suicidó cuando se encontraba en fase de detención preventiva.

Y en 2010, refiere el SRC, comprobamos que un país del Norte de África –cita sin precisar el nombre- reforzó sus trabajos en materia de inteligencia con respecto a Suiza.

En este contexto, Ginebra reviste una importancia particular porque es la sede de numerosas organizaciones internacionales, organizaciones no gubernamentales y bancos.

Centros que atraen a diplomáticos, hombres de negocios, periodistas y también, sin duda, advierte, agentes de inteligencia que pueden desempeñarse formalmente en cualquiera de estas profesiones, pero que en realidad buscan llegar al blanco de su interés para obtener información estratégica que entregarán a otros gobiernos.

Un viejo riesgo

Thomas Chappot, investigador de la Universidad de Lausana, considera el espionaje bancario como un problema que Suiza enfrenta desde hace más de ocho décadas.

Autor de El espionaje bancario y su rol en la adopción de disposiciones relativas al espionaje económico (1930-1935) asegura en este trabajo, publicado a finales de 2010, que en la década de los 30 –como sucede en el presente- fue una crisis económica internacional la que llevó a muchos gobiernos a luchar contra la evasión por todos los medios.

El robo de información fue parte de las estrategias. Y ya entonces tocó al Credit Suisse y al antiguo SBS (hoy UBS).

Al menos siete casos importantes se dieron en los años 30, y su registro llevó a las autoridades a fortalecer el secreto bancario en las décadas siguientes.

Una condición que, cabe recordar, ha cambiado a partir de 2009, cuando Suiza tuvo que comprometerse, por presiones de la OCDE y del G-20, a abrir su secreto bancario en casos de evasión.

¿Juez y parte?

El tema de uso de información robada genera debate en Suiza.

En 2007, el Tribunal Federal –la más alta instancia judicial del país- admitió la utilización, por parte de las autoridades fiscales del cantón de Berna, de información sustraída a una fiduciaria de Liechtenstein.

Estos datos fueron entregados a las autoridades alemanas que a su vez los retransmitieron a sus homólogos suizos.

Las autoridades federales reprocharon la acción. Pero Berna argumentó que no había violación del secreto bancario porque se trataba de una fiduciaria, no de un banco (en este caso no existe un secreto profesional que proteja al cliente, como sucede en la abogacía, medicina o los bancos).

Y el cantón de Berna no emprendió ningún proceso penal. Solo hizo un exhorto a los evasores identificados para regularizar su situación con el fisco.

Sobre la marcha, la vulnerabilidad de la plaza financiera suiza en materia de espionaje económico –especialmente en un entorno en donde el intercambio de información entre gobiernos está cada vez más abierto-, ocupa al gobierno.

Sobre los caminos en los que los bancos podrían ser blindados, aún reina el secretismo en el Gobierno.

No obstante, el SRC confirmó a swissinfo.ch que el Consejo Federal estudia a fondo la posibilidad de tomar parte activa en este tema y también que son los ministerios de Ueli Maurer (Defensa), Simonetta Sommaruga (Justicia y Policía) y Johann Schneider-Ammann (Economía) los que debaten el asunto con miras a llegar a un acuerdo antes de que concluya 2011.

El Código Penal Suizo prevé pena de prisión para el delito del espionaje económico. Así lo contemplan los dos siguientes artículos:

Artículo 271. Aquel que, sin autorización, proceda en territorio suizo y para un Estado extranjero a realizar actos que releven al poder público, será penado con prisión. Y se considera en este caso el uso de violencia o amenaza sobre una persona para entregar información a una organización extranjera.

Artículo 273. Aquel que busque descubrir un secreto de fabricación o de negocios para entregarla a un organismo oficial o privado de origen extranjero, o a agentes de otro país, y aquel que entregue dicha información, será castigado con presión.

Junio 2009. Suiza y Francia firman un Acuerdo para Evitar la Doble Imposición bajo el modelo de la OCDE, lo que permite intercambiar información bancaria en caso de sospechas de evasión.

Diciembre 2009. El gobierno francés confirma tener en su poder CD extraídos ilegalmente del banco HSBC que contiene el nombre de 130.000 evasores potenciales con cuentas en Ginebra. El gobierno suizo se inconforma.

Febrero 2010. La jefa de la diplomacia helvética, Micheline Calmy-Rey, admite al diario alemán Die Zeit que “como ministra de Finanzas también habría comprado información sobre evasores bancarios”. Una declaración que provocó vivas reacciones en Suiza.

Octubre 2010. Autoridades de Renania del Norte-Westfalia (Alemania) pagan 2 millones de francos suizos por un CD que contiene información de 200 clientes del banco Julius Bär.

El Servicio de Inteligencia de la Confederación Helvética (SRC) nació en 2010 de la fusión entre el Servicio de Análisis y Prevención (SAP) y el Servicio de Inteligencia (SRS).

La misión del SRS es proteger al país contra el terrorismo, el extremismo violento, el desarrollo de Fuerzas Armadas y el espionaje político y económico, entre otros.

Encriptar información no interesa sólo a los servicios secretos de un país, es una práctica también utilizada profusamente en la banca suiza.

Tarjetas de crédito, sistemas de pago electrónico y teléfonos móviles deben estar cifrados. Y los sistemas informáticos de las instituciones financieras, blindados para evitar fugas de información confidencial.

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