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El ‘freno a la deuda’ suizo, ¿un modelo global?

Keystone

La deuda que han acumulado los gobiernos, los bancos centrales y las empresas del mundo alcanza la escalofriante cifra de 100 billones de dólares (88 billones de francos). Las miradas se fijan en Suiza y su exitoso modelo para equilibrar las arcas públicas. ¿Es un esquema viable para otros Estados?

En 2001, los suizos aprobaron el denominado freno a la deuda pública. El modelo de austeridad en el gasto entró en vigor en 2003, en respuesta a la deuda pública acumulada en los años 1990 y principios de 2000. Una década más tarde, la montaña de pasivos que en 2005 alcanzó su pico más alarmante-  se redujo en 20.000 millones de francos (23.000 millones de dólares).

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Como resultado de la aplicación de esta política, la relación entre la deuda y el PIB -considerado un indicador clave de la habilidad de un país para gestionar sus pasivos-  pasó del 53% en 2005 al 37% en el año 2012.

Y mientras Suiza se daba a la tarea de amortizar su montaña de deudas, otros países hacían justo lo contrario. Al estallar la crisis de 2008, la capacidad de muchos Estados para pagar los abultados intereses de su deuda se vio rápidamente minada por la abrupta caída que experimentaron sus ingresos fiscales.

Los bancos centrales y los gobiernos se vieron obligados a imprimir más dinero para rescatar a sus bancos y economías. Según cifras del Banco de Pagos Internacionales (BPI), entre mediados de 2007 y finales de 2013 la deuda total de los gobiernos aumentó un 80% hasta alcanzar un total de 43 billones de dólares a escala mundial.

“Los países han conseguido hacer frente a sus niveles de deuda porque estamos atravesando un periodo de tipos de interés bajos”, explica a swissinfo.ch  Daniel Müller-Jentsch, del laboratorio de ideas Avenir Suisse. “Pero si las tasas de interés suben, aunque sea solo un poco, los Estados se enfrentarán a la bancarrota si no consiguen reducir una parte de su deuda”, añade.

Varios cantones suizos -que gozan de un alto nivel de autonomía fiscal con respecto a la Confederación- también han aplicado sus propios mecanismos para frenar la deuda.

San Gall fue el primero en emplear este tipo de medida en 1929.

Este cantón, entre otros, adoptó normas presupuestarias más estrictas en los años 90 y a principios de los años 2000, cuando su endeudamiento crecía de forma alarmante.

Los modelos de freno a la deuda varían de un cantón a otro. Algunos les obligan a equilibrar las arcas públicas durante un plazo determinado. Otros, prohíben bajar los impuestos si la deuda cantonal es elevada. Y un tercer grupo prefiere ir acumulando paulatinamente reservas para hacer frente a una eventual crisis económica.

Estas reglas regionales están consideradas como una medida colateral vital contener el endeudamiento federal, ya que los cantones que tienden a gastar demasiado podrían echar por la borda los esfuerzos del gobierno para atenerse al presupuesto.

Un modelo global

Para Müller-Jentsch, el freno a la deuda que aplicó Suiza es el modelo perfecto para ser reproducido en otros países. Primero, porque elimina el riesgo inmediato de que un país se vea rebasado por sus pasivos. Segundo, porque el rápido envejecimiento de las poblaciones hará que la deuda pública siga creciendo a medio plazo y los gobiernos requieren cierto margen de maniobra para enfrentar las futuras cargas presupuestarias.

En 2009, Alemania fue el primer país que aplicó una versión propia del freno a la deuda. Una fórmula que repitieron más tarde España y otros países del Viejo Continente. Y la férrea insistencia germana de buscar finanzas públicas sanas consiguió que los 17 países de la eurozona se comprometieran a reducir sus niveles de endeudamiento.

Müller-Jentsch destaca el papel de Suiza como autora del esquema que podría servir como un modelo internacional en el futuro.

Aplicación oportuna

Pero no todo el mundo está convencido de que reducir la deuda y el gasto público sean las medidas más convenientes en tiempos de crisis. Hay economistas que opinan que el camino acertado es la austeridad. Otros, por el contrario, estiman que debe estimularse la economía a través del gasto público.

Y en Europa no todos los países avalan la rigidez presupuestaria enarbolada por Berlín. El primer ministro italiano, Matteo Renzi, ha prometido a sus ciudadanos aflojar la camisa de fuerza que impuso el régimen anterior anunciando  que recortará los impuestos para estimular la economía.

De acuerdo con Achim Truger, profesor en la Escuela de Economía y Derecho de Berlín, Suiza simplemente tuvo suerte, ya que adoptó el modelo del freno a la deuda en el momento oportuno. Entre el año 2003 -cuando comenzó a aplicarse esta política-  y el 2008 -cuando estalló la crisis-, Suiza registró un rápido crecimiento económico, lo que permitió a su gobierno generar superávits presupuestarios que se destinaron a amortizar la deuda.

“Como el ambiente económico era saludable, no vimos el daño que el freno a la deuda podía causar. Pero el que este daño no pueda verse actualmente, no significa que no se reflejará en el futuro”, acota Truger.

“Dondequiera que se aplique una política de austeridad, habrá presión sobre el gasto público destinado a la inversión en infraestructura y esto provocará problemas en el futuro”, detalla.

El banco Nacional Suizo (BNS) se ha embarcado en una espiral de gasto para enfrentar la apreciación del franco frente al euro.

En septiembre de 2011, el BNS fijó un tipo de cambio mínimo de 1,20 francos por euro y advirtió de que intervendría en el mercado cambiario cuanto fuera necesario para defender depreciar la divisa nacional.

Ante la fuerte demanda del franco suizo, el BNS se vio forzado a imprimir miles de millones de francos y a comprar activos internacionales denominados en otras monedas.

Esta estrategia fue fundamentalmente responsable de que la hoja de balance del BNS aumentara de alrededor de 100.000 millones de francos suizos en 2008 a medio billón en el presente.

La Unión Democrática del Centro (UDC, derecha conservadora) ha sido el partido que más inquietudes ha expresado con respecto al riesgo de que el repunte de estos activos pueda traducirse en pérdidas importantes para el banco central, si los tipos de cambio se mueven abruptamente en la dirección adversa al franco.

Un informe con malos augurios

El Partido Socialista (PS) se dice preocupado por la política suiza de reducir su deuda, en vez de fortalecer la inversión, considerando la vasta red de infraestructura con la que cuenta el país.

Este partido fue, de hecho, el que solicitó a Truger en 2012 que elaborara un informe sobre los efectos negativos que el freno a la deuda podría tener para Suiza.

Margret Kiener-Nellen, diputada del PS, asegura que se han perdido inversiones clave en ferrocarriles, carreteras, viviendas sociales y tecnologías ecológicas debido a esta restricción. Y añade que, como consecuencia de esta obsesión de ahorro, se han descuidado las medidas para proteger a la población de desprendimientos e inundaciones.

“Suiza se embarcó en una política fiscal unilateral y poco equilibrada a expensas de la próxima generación”, declara a swissinfo.ch Kiener-Nellen. “La inversión en infraestructura no ha seguido el ritmo del crecimiento poblacional”, dice y cita como ejemplo las carreteras cada vez más saturadas y redes ferroviarias menos fiables.

Hasta ahora, el gobierno ha desestimado repetidamente las críticas que recibe el sistema de freno a la deuda. De hecho, las autoridades se dicen tan satisfechas de los resultados obtenidos que en 2001 algunos representantes del gobierno y el sector empresarial viajaron a Estados Unidos para ensalzar durante una serie de conferencias las virtudes del freno a la deuda.

En 2012, la ministra suiza de Finanzas, Eveline Widmer-Schlumpf, elogió los esfuerzos para reducir la deuda, gracias a los cuales Suiza pudo evitar los estragos de la recesión económica global. Y ese mismo año destacó que durante la primera década de aplicación de esta medida, Suiza se había ahorrado ya el pago de intereses por un total de 1.000 millones de francos.

Un informe solicitado por el gobierno para hacer balance sobre esta política -publicado en noviembre de 2013- también arrojó una evaluación brillante sobre las bondades del freno a la deuda. El análisis probó con cifras que el gasto público había aumentado incluso como proporción del PIB desde la puesta en marcha del sistema.

“El freno a la deuda ha demostrado su eficacia y goza, por tanto, de una amplia aceptación”, acota el documento.

Traducción del inglés: Andrea Ornelas

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