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El fin del mundo por una erupción ordinaria

La columna de humo y ceniza del volcán islandés era de 5 kilómetros de altura, de media. Reuters

Los cielos europeos recuperan lentamente la normalidad. La erupción del Eyjafjalla, sin embargo, podría continuar durante mucho más tiempo, según Costanza Bonadonna, vulcanóloga de la Universidad de Ginebra.

La actividad eruptiva del volcán islandés disminuyó firmemente en las últimos días. Prever lo que pasará en las próximas semanas y meses es imposible, subraya la experta. Entrevista.

La profesora, que forma parte del grupo de vulcanología y riesgos geológicos de la Universidad de Ginebra, explica que las cenizas no representan un peligro para la salud en la Europa continental, donde las concentraciones de ceniza son muy bajas. Para la vegetación y la fauna en las cercanías del volcán, en cambio, la situación es muy diferente.

swissinfo.ch: ¿Se puede decir que lo peor ha pasado?

Costanza Bonadonna: Es difícil decirlo. La erupción en realidad se inició el 20 de marzo, pero hasta apenas hace unos días sólo había fundiciones y fuentes de lava que no dificultaban a los aviones.

El problema es que la columna eruptiva ligada a la nueva fase explosiva del volcán puede ir y volver. Por ahora, la actividad explosiva está prácticamente acabada, aunque podría reiniciarse en una segunda etapa. La erupción podría perdurar todavía un año o dos. La última duró dos años, desde 1821 a 1823.

swissinfo.ch: ¿Qué determina la actividad explosiva?

C.B.: Los parámetros principales son los niveles de gas y sílice. El magma puede tener un contenido en sílice comprendido entre el 45 y el 75%. Cuando se inició la erupción, la tasa era del 47% (basalto), lo que no implica explosividad.

Con un nivel de sílice bajo, el magma es menos viscoso y entonces el gas puede salir con mayor facilidad.

El 14 de abril, cuando el volcán entró en actividad, el contenido en sílice era en cambio del 58% (andesita), una composición intermedia que favorece la explosividad.

swissinfo.ch: ¿Es posible prever la reanudación de la actividad explosiva?

C.B.: Es muy complicado, sólo se puede trabajar en el campo de la probabilidad.

swissinfo.ch: ¿La presencia del hielo modifica algo?

C.B.: El supuesto aumento de explosividad ligado al agua del glaciar es relativo. Desde luego, la presencia de agua puede aumentar la fragmentación del magma, haciendo las partículas más pequeñas.

La erupción ya había comenzado hace un mes y la mayor parte del glaciar en torno al cráter estaba disuelto. En mi opinión, esta explosividad no es debida a la presencia del hielo.

swissinfo.ch: Existe el temor de que el volcán cercano, el Katla, pueda también entrar en erupción. ¿Lo estima posible?

C.B.: El Eyjafjalla ha estado tres veces en erupción y en todos los casos le ha seguido el Katla. La última vez sucedió en 1823. Por esto, los vulcanólogos han intensificado el seguimiento de este segundo volcán. Por ahora no se ha visto ninguna señal de actividad. En caso contrario podría ser un problema, ya que se trata de un volcán más grande.

swissinfo.ch: En Islandia las erupciones no están al orden del día pero casi. ¿Por qué esta vez se han ocasionado tantos problemas?

C.B.: Los problemas van en paralelo con la vulnerabilidad de la sociedad. Hace algunas décadas, cuando la aviación estaba todavía poco desarrollada, probablemente no se hubiera hablado casi de ello.

En este caso todo depende de la dirección del viento. En 2000, el Hekla, otro volcán islandés, provocó columnas eruptivas más altas, aunque las cenizas se dirigieron hacia el norte.

Cuando el Etna entra en actividad, a menudo se cierra el aeropuerto de Catania. Normalmente el viento sopla en dirección sudeste y entonces la Italia continental y Europa no sufren las consecuencias.

swissinfo.ch: Se trata entonces de un evento nada excepcional.

C.B.: La erupción del Eyjafjalla es de tamaño medio y no se puede hablar de ninguna manera de catástrofe natural. Recuerdo que no se ha producido ninguna víctima.

El problema es que nos ha afectado directamente y cuando nuestra sociedad se ve confrontada a inconvenientes relativamente pequeños parece que se avecina el fin del mundo.

swissinfo.ch: ¿Puede representar un peligro la ceniza volcánica?

C.B.: Para nosotros no. La concentración en el aire es demasiado baja. Para las personas que viven cerca del volcán puede que sea un problema, ya que si son inferiores a cuatro micrones de tamaño puede penetrar en los pulmones. Más de mil personas tuvieron que ser evacuadas.

Sobre todo, las cenizas son dañinas para la vegetación y para los animales. Son suficientes algunos milímetros de ceniza para ocasionar grandes daños en la agricultura.

swissinfo.ch: ¿Podría crear un impacto en el clima?

C.B.: En el clima tiene una influencia no la ceniza, sino más bien el gas, en especial el azufre. Si el gas supera la tropopausa, o sea la porción de atmósfera que se encuentra entre los 10 y los 12 kilómetros de altitud, llegando a la estratosfera. Aquí hacen ‘rebotar’ los rayos del sol causando un enfriamiento en las capas más bajas de la atmósfera.

Además, cuando el azufre interactúa con el cloro, desata reacciones químicas que destruyen el ozono, aunque sólo si la columna eruptiva supera los 10 a 12 kilómetros. En este caso, la nube era de 5 kilómetros de media. Sólo el 14 de abril alcanzó los 11 kilómetros.

Daniele Mariani, swissinfo.ch
(Adaptación: Iván Turmo)

La erupción de grandes dimensiones más reciente fue la del Pinatubo, en Filipinas, que despertó en 1991, después de casi 500 años. Gracias a un plan eficaz de evacuación, las víctimas no superaron las 1.000 personas.

En 1985, el flujo de barro causado por la erupción del Nevado del Ruiz, en Colombia, enterró la ciudad de Armero, provocando la muerte de casi 23.000 personas.

En 1980, la erupción del Monte Santa Elena, en EE UU, destruyó 550 kilómetros cuadrados de bosque y ocasionó 70 víctimas.

La Universidad de Ginebra trabaja en la evaluación de los riesgos ligados a los volcanes, con numerosos proyectos de los efectos de las cenizas.

También los efectos sobre la flora y la fauna. Las cenizas pueden causar notables daños. Entre 10 y 30 centímetros de cenizas pueden ser suficientes para derrumbar el techo de una casa.

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