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El modelo suizo: estabilidad e inmovilismo

RDB

En Suiza, 4 partidos ocupan los 7 asientos del Consejo Federal desde 1959. La estabilidad del sistema es una curiosidad entre las democracias del planeta.

Pero desde hace algunos años las cosas cambian: los polos se acentúan en detrimento del centro. Es una evolución que no basta para provocar trastornos reales.

“Al día siguiente de las elecciones federales tengo a veces dificultades para explicar a mis colegas extranjeros el real alcance de esos pequeños deslizamientos en el tablero político helvético”, explica el politólogo Georg Lutz, de la Universidad de Berna.

Repartición ancestral

En la mayoría de los otros Estados democráticos, todos los partidos pueden ganar el poder pasando por coaliciones. Así, en Francia, en Italia en Alemania y en Austria, por ejemplo, el color del gobierno prácticamente cambia en cada nueva legislatura.

Esos trastornos no se producen en Suiza dónde desde hace décadas el 80% del electorado apoya invariablemente a las cuatro formaciones gubernamentales: Partido Radical Democrático(PRD), Partido Demócrata Cristiano (PDC), Partido Socialista (PS) y la Unión Democrática del Centro (UDC).

Hasta la distribución de las butacas es la misma desde hace casi medio siglo.

No fue sino al día siguiente de las elecciones de 2003 -gracias a un avance de casi 4%-, que la UDC pudo arrogarse un segundo asiento en el Consejo federal, en detrimento del PDC. Un acontecimiento que causó el efecto de un ‘seísmo político’ en Suiza.

Sistema de integración política

“Hay que ser suizo para comprender el alcance de semejante cambio, es decir la pérdida de un asiento en el Ejecutivo en favor de otra formación. En el extranjero, tal deslizamiento es sencillamente incomprensible”, subraya Georg Lutz.

En Suiza, todo sobresalto aparece en seguida como un peligro para el principio de la concordancia, que reposa en una serie de sabios compromisos de naturaleza ancestral.

“Históricamente, el sistema político helvético no se apoyó en una alternancia de fuerzas gubernamentales, sino en la integración de diversos bordes políticos, movimientos de oposición y fuerzas emergentes”, recuerda André Mach, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Lausana.

Durante la creación de la Confederación, en 1848, el gobierno estaba formado sólo por radicales. Los otros partidos se integraron progresivamente en el seno del Ejecutivo, entre 1891 y 1959.

“Eso permitió particularmente evitar que los más fuertes bloquearan sistemáticamente la voluntad del Gobierno o del Parlamento con la ayuda del referéndum”, explica André Mach.

Izquierda urbana

Desde hace más de un siglo la democracia semi-directa ha sido dominada por las fuerzas de centro derecha. Los socialistas, siempre minoritarios, tanto en el Gobierno como en el Parlamento, sueñan con invertir esa relación de fuerzas.

“Suiza no ha sido afectada por las grandes crisis económicas. Incluso en los períodos de precariedad, como fue el caso entre las dos Grandes Guerras, la izquierda no logró imponerse como alternativa”, precisa Georg Lutz.

“Además, el partido conservó siempre un carácter más bien urbano. Por lo tanto, los socialistas no llegaron nunca más allá de las ciudades, cuando una parte importante de la población suiza permanece muy ligada al campo y a sus tradiciones”.

Carencia de rivalidad

Según el politólogo, ese inmovilismo emana también de la ausencia de una verdadera competencia entre las fuerzas políticas existentes. Los representantes de los partidos colaboran más que se enfrentan, y se reparten las tareas. Lo mismo ocurre en los ejecutivos cantonales y municipales.

“Cuando la gestión de los asuntos públicos es más o menos fructuosa, es difícil atribuir la culpa o el mérito a uno u otro partido, porque numerosas decisiones son tomadas en el seno de los colegios”, recuerda Georg Lutz.

“Esta cooperación permite disminuir un cierto número de oposiciones y apaciguar las divergencias ideológicas. En Suiza, excepto la cuestión de los extranjeros y de Europa, pocos temas polarizan verdaderamente los campos y las opiniones”.

Escenarios improbables

Las últimas elecciones federales marcaron un hito con el fortalecimiento de los polos (PS y Verdes por una parte, y la UDC, por la otra), en detrimento de los partidos del centro (PDC y PRD). ¿Podemos deducir por eso que también en Suiza dos campos enemigos comienzan a perfilarse?

“Hasta ahora, la polarización emergía sobre todo en el curso de las campañas electorales. Pero cuando se analizan las decisiones del Gobierno o del Parlamento, comprobamos que las coaliciones que predominaban en los años 40 están muy presentes todavía”, subraya Georg Lutz.

En opinión de los expertos, la concordancia gubernamental tiene todavía largos años delante de ella y continuará caracterizando al sistema helvético.

“Para pasar a una alternancia haría falta que los partidos dispusieran de fuerzas mucho más incisivas. Y en realidad, tanto en la izquierda como en la derecha, estamos todavía muy lejos”, afirma por su parte el profesor Mach.

“Sería imaginable provocar artificialmente una inversión de las fuerzas. Por ejemplo, introduciendo el voto mayoritario en ambas cámaras, lo que favorecería la formación de dos grupos compactos”, imagina Georg Lutz.

“Pero tales escenarios están a años luz de la realidad de nuestro país. No creo que asistiré a semejante desajuste en mi vida”, ironiza en conclusión el politólogo.

swissinfo, Armando Mombelli
(Traducción, Marcela Águila Rubín )

Desde la creación de la Confederación, en 1848, los radicales (hoy Partido Radical Democrático) ocuparon durante más de 40 años las siete butacas del Consejo federal.

Los conservadores (el actual Partido Demócrata Cristiano) fueron admitidos por primera vez en el seno del Ejecutivo en 1891.

En 1929, correspondió a la Unión Democrática del Centro (UDC y ex partido agrario) acceder al poder. El Partido Socialista obtuvo su primer asiento en 1943.

Desde 1959, estos cuatro partidos -que reúnen regularmente el 80% de los votos-, se reparten las riendas del Estado.

Esta concordancia gubernamental se expresa en la búsqueda continua de compromiso entre los grandes partidos, particularmente con el objetivo de evitar el referéndum popular.

En Gran Bretaña los laboristas y los conservadores se sucedieron a intervalos regulares desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

En Alemania, tras un intento de crear una gran coalición entre las dos principales fuerzas políticas que se prolongó durante tres años, los social-demócratas y los demócrata-cristianos alternan en el poder desde 1969.

En Francia, la alternancia comenzó con la llegada de la izquierda al gobierno (socialistas y comunistas) en 1981.

En Italia, la izquierda llegó por primera vez al poder en 1986 y esto, al término de 40 años de dominación demócrata cristiana. En 2001, la mayoría correspondió a Silvio Berlusconi, pero en el 2006, la izquierda de Romano Prodi retornó al poder.

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