El ‘Nuevo Mundo’ se ha abierto paso en la competencia

El consumo mundial de vino aumenta 1% cada año. Es una actividad económica en expansión, sobre todo en China, Inglaterra y los Estados Unidos.
Mientras el ‘Nuevo Mundo’- Argentina y Chile en América Latina, y Australia, Nueva Zelanda – conquista nuevos mercados, Francia e Italia sufren por la competencia.
Por haber hecho grandes inversiones, España ha encontrado nuevos mercados.
Pese al modesto pero constante aumento de consumo del vino, hay excedentes a nivel mundial, sobre todo en Europa, tanto que se planea arrancar algunas hectáreas de cepas para evitar la sobreproducción.
La competencia mundial ha desatado una guerra de precios que también ha afectado a los vinos suizos, que no están dentro de los más baratos por los altos costos y las rigurosas normas de producción.
Producción suiza respeta el medio ambiente
El chileno Rodrigo Banto describe así la situación del comercio mundial y del comercio suizo del vino. Desde hace tres años trabaja como enólogo para la cooperativa Uva Vins en el cantón de Vaud. Asistió al Mundial del Pinot Tinto por primera vez como catador.
«Todos los miembros de esta cooperativa cumplen por lo menos con las normas de producción integrada, rotan sus cultivos y favorecen el aspecto biológico, todo lo cual protege el ambiente».
Los costos del vino suizo se explican también por estas exigencias, que son mayores que en otros países, dice Banto, quien estudió y trabajó en Chile.
Cuando se le dice ‘usted debe ser tan bueno que encontró ese empleo’, ríe. «Es verdad, no es común ver enólogos extranjeros trabajando en Suiza. Concursé y gané este puesto.»
Cartas a su favor fueron su dominio del francés, alemán, inglés y español, su currículo de Chile y la necesidad por evolucionar que experimenta la industria suiza del vino.
«Creo que también ayudó que yo tenga doble nacionalidad, la chilena y la suiza, por mi madre, sino, para un sudamericano es complicado recibir un contrato de trabajo aquí», apunta.
Cambios en el consumo de vino
Cada vez más gente prueba vinos de distintos países y los compra, ya no como antes directamente del productor, sino más en los supermercados.
Esto ha cambiado los hábitos de consumo y por ello hoy rigen otros conceptos de marketing, la botella tiene que hablar por sí misma, aclara Banto, quien como catador ha participado en concursos en Chile , Suiza, Inglaterra y Francia.
Para él, la enología dista de ser un «hobby». «Es una profesión que exige mucho tiempo, atención y si uno no está realmente apasionado por ella, no va muy lejos.»
Con excepciones, el rubro del vino no es para enriquecerse y por eso se dice que es más una pasión, agrega. «En Chile las vendimias duran tres meses y entonces se trabaja siete días, hasta 15 horas diarias, más lo que hay que hacer el resto del año.»
A la formación de enólogo, que varía de acuerdo al país, se suma la práctica y la experiencia, que es a fin de cuentas lo más importante, según Banto.
El vino también entra primero por los ojos
Como la comida, el vino entra primero por los ojos y luego por el olfato. El paladar da el veredicto final.
Banto detalla: el visual, el olfativo y el gustativo son parámetros decisivos para juzgar a un vino. Tiene que ser un vino límpido y si es tinto, el color debe corresponder al año y tener una intensidad colorante suficiente.
En un pinot noir se acepta que tenga menos intensidad, si es demasiado claro se le penaliza.
El olfato analiza los aromas y el paladar descifra las sensaciones y el gusto.
¿De tanto probar no se pierde la perspectiva?. «Por supuesto, por ello uno no debe pasar de cierto número de muestras en los concursos, sino se fatiga y pierde la concentración», replica.
El catador debe tener no sólo un buen olfato y un paladar sensible, sino una muy buena memoria para almacenar los nuevos aromas y sabores. Sin ser un atleta, debe estar en buena condición física. Por último, debe ser lo más objetivo posible.
Y una aclaración válida del chileno-suizo: si un catador ha escupido bien todo lo que ha probado, puede degustar hasta 50 vinos y tener cero de alcoholemia.
Cada vez más mujeres catadoras
Chantal Jacquemet mira al vino tratando de reconocer algo dentro de él, lo huele, piensa unos segundos y lo lleva a la boca. De sus 41 años, 15 los ejerce como enóloga.
«Conozco muy bien este mundo», dice Chantal, quien desde niña vivió entre viñedos del Valais, pues su padre se dedicaba a la viticultura. Hoy dirige el Swisswinebar, un lugar para degustar y comprar vinos en Lausana.
Durante diez años Chantal trabajó en el laboratorio de Provins Valais, la cooperativa del vino más grande de ese cantón. «Ahí me di cuenta que mi nariz era muy buena y por eso aprendí la profesión de enóloga en Nyon», cuenta.
El año que viajó por el mundo trabajó tres meses en una bodega en Camberra, Australia.
De vuelta al país, trabajó para Marie-Thérese Chappaz, la bodega más conocida de Suiza, hasta que echó raíces en Lausana.
Chantal, que ha degustado hasta ahora sólo en concursos suizos, sabe que como mujer es minoría en el mundo de los catadores.
«Antes fue peor» y es que la enología es más una «profesión masculina», dice esta catadora, integrante de la Unión Suiza de Enólogos, otra organización patrocinadora del Mundial del Pinot Tinto.
El enólogo no se limita a degustar
La degustación es sólo una parte del trabajo. La otra es el transporte de grandes paquetes hacia y desde la bodega, el trabajo, a veces de noche, en un lugar donde todo es frío y húmedo y en los viñedos el trabajo es igualmente duro, explica mientras muestra sus manos. En las vendimias tampoco puede parar de trabajar.
Pero está convencida que para degustar vinos, las mujeres están en ventaja. «Tenemos una mejor nariz y por usar perfumes, siempre estamos más atentas a los aromas.»
Cuando degusta, Chantal no toma ni una copa de vino, porque sino dice perder su olfato. Si no trabaja como catadora, «tomo vino con mucho gusto, lo amo. Por eso la enología es más que una profesión, es una pasión».
swissinfo, Rosa Amelia Fierro
La viticultura en Suiza se extiende por una superficie de 15,000 hectáreas.
Se concentra principalmente en los cantones de Ginebra, Neuchâtel, Tesino, Valais y Vaud.
La producción vinícola suiza el 2005 fue de 1 millón de hectolitros, según la Oficina Federal de la Agricultura.
Esta producción cubre el 40% de la demanda interna.
Sólo entre el 1 y 2% de la producción suiza se destina a la exportación.
Por el contrario, el 60 % (1’800,000 hectolitros) del consumo interno de vino es cubierto con la importación.

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