Fondos de los desheredados: la cólera de los judíos de EU
Tres años después del acuerdo global concluido entre los bancos suizos y las organizaciones judías, numerosas voces se alzan en el seno de la comunidad judío-estadounidense. Las críticas conciernen el proceso que condujo al acuerdo, así como el método de repartición de los 1.250 millones de dólares desembolsados por la UBS y el Crédito Suizo.
Las críticas emanan tanto de los sobrevivientes del Holocausto o de sus herederos, como de los miembros de la inteligencia judía en Estados Unidos, tendencias políticas que se confunden.
A la derecha, el cronista político Charles Krauthammer juzga grotesco “jugar con el sentimiento de culpabilidad sobre el Holocausto, para obtener una compensación. Este proceso ha pasado de lo inconveniente a lo escandaloso”.
A la izquierda, el director de la liga Anti-Difamación, Abraham Foxman, piensa que la reducción del Holocausto a un asunto de dinero es una “profanación”. Y el precio a pagar es “demasiado elevado para obtener una justicia que nunca será alcanzada”.
En la extrema izquierda, Norman Finkelstein, el controvertido autor de “La Industria del Holocausto” declara a swissinfo que luego de “la extorsión a los bancos suizos, asistimos a la extorsión de los sobrevivientes”.
Los abogados, severamente criticados
En lo esencial, las críticas se dirigen a los abogados y a las organizaciones que representan a las víctimas ante el juez Edwards Korman, el magistrado estadounidense encargado de distribuir el fondo de indemnización alimentado por los dos bancos suizos.
“No se ha hecho todavía justicia a los sobrevivientes”, explica Rosita Kenigsberg, vicepresidenta del Centro de Documentación e Información del Holocausto, en la Universidad Internacional de Florida. Añade que “el proceso era de una importancia vital para reescribir la historia y mostrar que la neutralidad no existe”.
La universidad deplora que el reparto de los fondos carezca de consideraciones humanas. “Los abogados son mejor pagados que las víctimas y mucho más rápidamente”, concluye.
Florida abriga a 20 000 sobrevivientes del Holocausto, septuagenarios y octagenarios en su mayor parte. Es el grupo de sobrevivientes más importante de Estados Unidos, luego de aquel de Nueva York. “Los sobrevivientes no comprenden el proceso y el hecho de que no se les escuche”, confía Kenigsberg.
Para Finkelstein, el acuerdo global favorece sobre todo a las organizaciones judías. “Los abogados no son sino la parte del iceberg que emerge”, explica el también profesor de Teoría Política del Hunter College de Nueva York e hijo de sobreviviente.
Asienta que “los honorarios de los abogados sólo representan el 1.25% de los fondos y 98% van a organizaciones como el Congreso Judío Mundial”.
Marie-Christine Bonzom, Washington (extracto)
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