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Pérdida de nacionalidad suiza por matrimonio

Fotografía antigua de un niño pequeño tras una alambrada.
Tras la expatriación, no era raro que las mujeres y sus hijos fueran enviados a la frontera y abandonados a su suerte. Christian Schiefer/Musée national suisse

Hasta mediados del siglo XX, muchas mujeres perdían su nacionalidad suiza al casarse con un extranjero. A veces con consecuencias fatales.

Colico, a orillas del lago de Como, se convierte en la comuna de origen de Elsa A.-W. (1913-1996), que dejó de ser ciudadana de Glaris. Cuando en 1933 se casó con Jakob A., un italiano que se había criado en Suiza, la joven aún no sabía lo que le ocurriría. Al desposarse, la obrera perdería su nacionalidad suiza. En virtud de la “regla del matrimonio”, en vigor hasta 1952, a más de 85 000 mujeres se les retiró el pasaporte rojo por casarse con un extranjero.

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Sin embargo, la pérdida de la nacionalidad solamente está consagrada en la ley como un derecho consuetudinario. Ni las constituciones federales de 1848 y 1874, ni el Derecho Civil la contemplaban. Sin embargo, desde 1808 existe un concordato entre los cantones en virtud del cual las mujeres asumen el lugar de origen de su marido cuando se casan. Por razones tanto sociales como jurídicas, las mujeres casadas pierden así la ciudadanía heredada de su padre o, en casos excepcionales, de su madre. Se considera evidente que esto también sea así en el caso de un matrimonio entre una mujer suiza y un extranjero, como ocurre en muchos países europeos. Las mujeres, por su parte, obtienen el derecho a la nacionalidad del marido a través del matrimonio, lo que evita la muy controvertida cuestión de la doble nacionalidad y salvaguarda una unidad de ciudadanía en el seno de la familia, facilitando así la administración y aplicación del derecho de extranjería.

Antiguo pasaporte suizo
Un precio muy alto: tras casarse con un extranjero, muchas suizas perdieron su nacionalidad. Musée national suisse

Para muchas mujeres y sus familias, las consecuencias de la pérdida de la nacionalidad son dramáticas: la prohibición de ejercer determinadas profesiones, como las de funcionaria o profesora en Suiza, la precarización de su estatus de residencia o incluso la expulsión del país, por citar solamente algunas de las discriminaciones que les esperan. A esto se añade el hecho de que las mujeres cuya vida está amenazada más allá de las fronteras de Suiza no tienen protección diplomática, lo que resulta fatal para muchas judías suizas durante la Segunda Guerra Mundial.

La despiadada política de los derechos de ciudadanía en Suiza

Por razones humanitarias, pero también de política demográfica y de igualdad de derechos, el ingenioso edificio europeo de dar y recibir recíprocamente ciudadanos comenzó a desmoronarse al final de la Primera Guerra Mundial, cuando los países escandinavos introdujeron derechos más progresistas para las mujeres. No fue el caso de Suiza, que, durante la Segunda Guerra Mundial, al contrario, endureció la “regla del matrimonio” en detrimento de las mujeres. Esto formaba parte de la política de defensa contra los extranjeros y los refugiados que estaba en vigor en ese momento y también tenía como objetivo calmar las tensiones diplomáticas con la Alemania nacionalsocialista sobre la cuestión de los judíos alemanes. El objetivo era cerrar cualquier resquicio que pudiera favorecer a las mujeres. Por ejemplo, Suiza no reconoció la desnaturalización de los judíos llevada a cabo por los nacionalsocialistas desde 1935 y, sobre todo, desde 1941, siguió privando de su nacionalidad a las mujeres suizas que desposaban hombres de facto apátridas. El Consejo Federal [Gobierno] rechaza una serie de solicitudes de antiguas suizas, judías y residentes en el extranjero, que deseaban recuperar su nacionalidad original por motivos humanitarios.

Retrato de Sophie Taeuber-Arp
La artista suiza Sophie Taeuber-Arp fue una famosa víctima de la “regla del matrimonio” en Suiza. Musée national suisse

Exsuizas judías perseguidas son abandonadas a su suerte, como Lea Berr-Bernheim (1915-1944), que creció en Zúrich. Lea y su joven hijo Alain fueron asesinados en Auschwitz en 1944. Todas las intervenciones de la familia ante las autoridades federales fueron en vano. Nacida en Suiza, Lea Berr fue una de las víctimas de la Alemania nazi, como consecuencia de la despiadada política de nuestro país en materia de naturalización. Comparte este destino funesto con Elise Wollensack-Friedli (1880-1945), originaria del cantón de Turgovia, la cual fue internada en 1922 en una clínica psiquiátrica de Reichenau, cerca de Constanza, donde fue asesinada en 1945. En 1934, las autoridades de Turgovia habían rechazado su solicitud de regresar a Suiza por temor a los costos de su mantenimiento.

Retrato de Elise Wollensack con su hijo.
Elise Wollensack con su hijo Hans, hacia 1918. Archiv Silke Margherita Redolfi
Documento de archivo.
Rechazo de la solicitud de entrada de Elise Wollensack por parte de las autoridades de Turgovia, 1934. Archiv Silke Margherita Redolfi

Elsa A.-W., del cantón de Glaris, sufrió un triste destino difícil de comprender hoy en día: en 1942 tuvo que seguir a su marido que fue expulsado del territorio. Las autoridades suizas pueden eximir a las (ex)suizas de ser expulsadas de su país, pero a menudo no lo hacen por miedo a que estas mujeres caigan en la pobreza y acaben en la asistencia social. En pleno conflicto mundial, Elsa A.-W. y sus dos hijos pequeños, Giovanni, de 9 años, y María, de 2, se ven conducidos a la frontera por las autoridades. Vivirán una pesadilla, una auténtica lucha por la supervivencia. Abandonada a su suerte, Elsa A.-W. no conoce a nadie en Italia y no habla el idioma. La expulsión del territorio no será levantada hasta 1948, haciendo posible su regreso a Suiza.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el Consejo Federal intentó transformar el derecho de urgencia en derecho común y seguir perpetuando la “regla del matrimonio”. Pero la resistencia se organiza, orquestada por las principales organizaciones feministas, la Alianza de Sociedades Femeninas Suizas y la Liga Suiza de Mujeres Católicas, que se comprometen resueltamente para cambiar la ley. Los medios de comunicación también inciden publicando reportajes y artículos sobre el sufrimiento y las terribles consecuencias de la pérdida de la nacionalidad. Políticos y juristas de renombre, como el experto en derecho público Zaccaria Giacometti y el general Henri GuisanEnlace externo, verdadero icono nacional durante la Segunda Guerra Mundial, exhortan a las cámaras a actuar. Finalmente, logran la aprobación en el Parlamento de un derecho de opción que permite a las mujeres suizas declarar ante el registro civil su decisión de seguir siendo suizas. No es de extrañar que la mayoría de ellas hagan esa declaración. Sin embargo, no fue hasta la nueva ley matrimonial de 1988 y la revisión de la ley de nacionalidad suiza en 1992 que la independencia de las mujeres ante el registro civil, reivindicada por las organizaciones feministas durante décadas, se convierta finalmente en realidad.

Retrado de Henri Guisan.
Henri Guisan también preconizó la abolición de la regla del matrimonio. Musée national suisse

La pérdida de la nacionalidad suiza para las ciudadanas que se casan con un extranjero es una de las discriminaciones sociales, políticas y jurídicas más profundas contra las mujeres en la historia reciente de Suiza. Oportunismo político de las comunas, xenofobia y trato desigual entre los sexos en la Constitución Federal suiza: esta medida se explica por múltiples razones. La ley de nacionalidad suiza, desfavorable para las mujeres, fruto de un orden patriarcal ancestral, provocó mucho sufrimiento a las familias concernidas. La deficiencia de los derechos de ciudadanía de las mujeres es un capítulo oscuro de la historia de Suiza, del que hasta ahora la investigación solamente ha abordado las primeras páginas.

Traducido del francés por Marcela Águila Rubín

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