Büsingen: «mini-Berlín Occidental» en Suiza

El pueblo de Büsingen, en la Alta Renania, fue visto durante la Guerra Fría como una especie de refugio por los alemanes occidentales que temían una invasión rusa.
Sin perder la magnitud correspondiente, el alcalde Gunnar Lang ve semejanzas y contrastes entre este enclave alemán en Suiza y la situación que Berlín Occidental vivió durante 28 años.
La fiesta por los 20 años de la caída del Muro de Berlín está en pleno apogeo cuando swissinfo.ch visita a Gunnar Lang en la Alcaldía de Büsingen, a 800 km de la capital alemana, en un lluvioso lunes (9/11) de otoño.
Como muchos alemanes, él también recuerda que fue sorprendido por los hechos sucedidos entre el 9 y 10 de noviembre de 1989. «Siempre pensé que nunca vería la reunificación; que eso era una ilusión de los políticos de Alemania Occidental. Tuve que corregir mi opinión y me alegró mucho», recuerda.
A renglón seguido señala cuál fue el efecto inusitado que tuvo la división de Alemania en el distante Büsingen. Después de la Segunda Guerra Mundial y, sobre todo durante la Guerra Fría, muchos alemanes occidentales -con experiencia de refugiados-, compraron pequeñas casas en Büsingen.
«Ellos planeaban huir hacia acá si Rusia invadía la República Federal de Alemania porque creían que Büsingen, situada dentro de Suiza, sería ocupada por los rusos», explica. Eso provocó un «boom» de la construcción civil y un encarecimiento explosivo de los precios de terrenos en el poblado.
Paraíso de jubilados suizos
Sin embargo, era muy raro que los dueños de esas casas fijaran allí su residencia; cuanto más pasaban sus vacaciones a la vera del Rin. Tras la caída del Muro de Berlín y la apertura de Suiza a la Unión Europa por los acuerdos bilaterales, se fue normalizando la situación. Muchas de las «casas de fuga» fueron vendidas a jubilados suizos que no debían pagar impuestos de su residencia en Alemania. Otras viviendas aún están vacías.
La población de Büsingen ha disminuido de 1.500 a 1.400 habitantes en los últimos diez años. «Perdemos a quienes tenían aquí su segunda morada y a personas económicamente activas que prefirieron irse a Suiza después de los acuerdos bilaterales. A los alemanes les resultó más fácil vivir en Suiza donde pagan menos impuestos a la renta que en Alemania», sostiene Lang.
El alcalde señala que hay «un movimiento a Suiza parecido al que ocurrió de los estados del Este al Oeste de Alemania después de la caída del Muro». La llegada de los jubilados suizos no compensó el éxodo, pero ha transformado a Büsingen en un pueblo cuya población de edad mayor constituye la segunda de Baden-Württemberg (sudoeste de Alemania).
Lang calcula que 30% de la población del municipio tiene pasaporte suizo. Muchos poseen la doble nacionalidad: alemana y suiza. La mayoría trabaja en los cantones de Schaffhausen y Zúrich.
Proximidad histórica con Suiza
El estatuto especial de Büsingen data de hace más de 300 años. Fundado en el siglo VI por los alamanos (tribus germánicas) bajo el nombre de Buosinga, el pueblo de apenas 7km2 cambió de ‘dueño’ varias veces hasta pasar al dominio de la dinastía austriaca de los Nellenburg, en 1465.
A partir de 1535, el entonces feudo fue alquilado a los nobles Im Thurm de la vecina ciudad suiza de Shaffhausen. Tras los conflictos religiosos por la Reforma, Eberhard im Thurm, amigo de la nobleza católica austriaca, fue secuestrado el 10 de abril de 1693 por miembros de su propio clan para un ‘ajuste de cuentas’ y condenado a prisión perpetua en la protestante Schaffhausen.
El encarcelamiento del arrendatario fue para los Nellenburg un ataque a la soberanía de Austria y de una lucha familiar religiosa pasó a ser un conflicto internacional. Las autoridades de Schaffhausen querían condenar a muerte a Eberehard, pero la presión de Austria hizo que lo liberaran en 1699, tras seis años de prisión.
El secuestro costó caro a los suizos porque tuvieron que ceder a Austria los derechos que tenían en los poblados de Ramsen, Dörflingen y Büsingen. En 1770, Austria vendió Ramsen y Dörflingen al cantón de Zúrich, pero en señal de venganza se quedó con Büsingen y lo convirtió en un enclave.
A pesar de los esfuerzos de Schaffhausen para incorporar el pueblo, éste pasó a dominio alemán en 1805 como consecuencia de la llamada Paz de Pressburg, durante las guerras napoleónicas. Esa situación tampoco cambió en el Congreso de Viena, en 1814/1815, cuando fueron definidas las nuevas fronteras en Europa.
En un plebiscito que tuvo lugar en 1918, después de la Primera Guerra Mundial, el 95% de la población votó apoyando la anexión de Büsigen a Suiza, aspiración que no llegó a concretarse porque Suiza no tenía un territorio apropiado para ceder a cambio. Nuevas tentativas para integrarlo en la Confederación Helvética fracasaron en los años 1924, 1925, 1931 y 1956.
En 1967, 20 años después de las negociaciones, los gobiernos alemán y suizo suscribieron un tratado por el cual Büsingen sigue siendo territorio alemán, pero sus ciudadanos pasan a ser tratados como suizos en los campos económico y aduanero. «Fuimos los precursores de la libre circulación de mano de obra europea en Suiza», dice Lang.
«Excentricidades de un enclave»
El alcalde acostumbra llamar el enclave «Berlín Occidental en miniatura». «Berlín era una ciudad grande cercada por la RDA, una isla en un territorio extranjero. Büsingen es una pequeña isla alemana en Suiza, pero nuestros vecinos son más amistosos y hospitalarios que los de aquella RDA», compara.
Además, aquí cayeron las fronteras en 1967, prosigue Lang. Quien llega de Suiza y no mira con suficiente atención no advierte que está en otro país. La influencia suiza está presente en todas partes. Los habitantes hablan alemán o suizo alemán (Schweizerdeutsch).
El correo tiene dos CEPs: D-78266 para Alemania y CH-8238 para la correspondencia enviada de Suiza. En la plaza de la Alcaldía existen dos cabinas telefónicas públicas: una de Swisscom para comunicarse con Suiza y una de la Deutsche Telekom para conexiones nacionales con Alemania.
Sólo el alcalde tiene un aparato que le permite comunicarse con ambas redes: empleando el prefijo cero para Alemania y el nueve para Suiza, siempre de acuerdo con las tarifas nacionales. La mayoría de las casas en Büsingen tiene una línea de Telekom y una conexión a la red por cable (teléfono, TV e Internet) de Schaffhausen.
Franco en vez de euro
En la estación de servicio o en el almacén local, los precios están en francos suizos, moneda que en Büsingen predomina sobre el euro. «Los productos son también suizos. Importar de Alemania sería muy caro debido a los impuestos arancelarios», señala la comerciante Margareth Keser.
A su juicio, quien desde siempre vive en Büsigen no nota la situación de enclave en la vida cotidiana. «Políticamente pertenecemos a Alemania, económicamente a Suiza», resume. Consultada sobre su nacionalidad, no duda: «Soy alemana y me siento alemana, pero muchos que nacieron aquí se sienten más suizos que alemanes».
En la Alcaldía, las cuentas son pagadas en euros. «Para Alemania, renunciar a la moneda en la época del marco significaba renunciar al territorio», recuerda el burgomaestre al tiempo de citar otros ejemplos que los califica de «excentricidades de un enclave».
Después de la cuarta clase de primaria, los padres en Büsingen pueden matricular a sus hijos en una escuela secundaria suiza o en una alemana. «La experiencia anterior de la madre termina siendo decisiva», dice Lang.
Para facilitar la identificación por la policía aduanera de Suiza, los automóviles de los habitantes de Büsingen llevan una placa especial con las letras BÜS-A, aunque normalmente deberían empezar con KN (de Konstanz), dado que el municipio pertenece al distrito de Constanza.
El trabajo policial es bilateral: la policía suiza se encarga de investigar delitos económicos, violaciones a la legislación aduanera y estupefacientes, incluido el narcotráfico. El control fitosanitario es también suizo. El construir, casarse o morir son áreas que corresponden a las competencias de la policía alemana.
Lang cuenta que algunas de las normas especiales vigentes en Büsingen tuvieron como referencia las medidas adoptadas en la ex Berlín Occidental. La obediencia a las leyes de dos países hace que la vida en el pueblo sea diferente que la del resto de Alemania, lo que no siempre satisface a todos.
«En cierta forma, Büsingen es poco democrática», admite el alcalde. «Lo es porque 70% de nuestros habitantes están obligados a cumplir las leyes suizas sobre las cuales no tienen influencia. Y el restante 30% de suizos en Büsingen no tienen derechos políticos en el plano municipal, como es el caso de los ciudadanos de la Unión Europea. Una solución sería la doble nacionalidad para todos, pero mi poder es muy limitado para cambiar eso», concluye Lang.
Geraldo Hoffmann, swissinfo.ch
(Traducción, Juan Espinoza)
En otoño de 1989, Hungría corre la cortina de hierro y provoca un éxodo a Occidente, sobre todo de miles de alemanes del Este.
El Muro de Berlín cae el 9 de noviembre de 1989.
El 18 de marzo de 1990 se llevan a cabo las primeras elecciones libres en Alemania del Este. Las negociaciones entre las dos Alemanias concluyen con un tratado de reunificación suscrito el 3 de octubre de 1990.
La Alemania reunificada mantiene su condición de miembro de la Unión Europea y de la OTAN.

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