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Endurecen ley contra mutilación femenina

Reuters/James Akena

Este domingo entra en vigor una reforma al Código Penal suizo contra la ablación genital femenina. La meta: evitar que las familias residentes en Suiza circunciden a sus hijas dentro del país, y coadyuvar a que la práctica se reduzca en el extranjero.

“Gracias a la reforma a nuestra legislación criminal, la mutilación de los órganos genitales femeninos podrá ser perseguida y castigada por jueces suizos incluso cuando el delito se cometa en el extranjero y no sea penalizado por el país en cuestión”, dijo a swissinfo.ch Andrea Candrian, subtitular de la Unidad de Legislación Criminal Internacional de la Oficina Federal de Justicia (OFJ).

Bajo la nueva ley, todo aquel que realice un acto de mutilación genital femenina podrá pues ser imputado y castigado.

“Adicionalmente, todo el que haya asistido a un delito de este tipo, o contribuido de alguna forma al mismo, también podrá ser perseguido. Por ejemplo, si una familia ha organizado la mutilación de una niña, no solo aquel que la ha circuncidado, sino también el resto de la familia involucrada, podrán ser procesados”, explicó Candrian.

Por ello, aunque el objetivo central no es evitar la mutilación genital femenina (MGF) en otros países, esta legislación debería colaborar, no obstante, a disuadir a los padres a someter a sus hijas a un procedimiento que es tanto doloroso como debilitante.

El grado de ablación (ver recuadro “Mutilación genital femenina”), sumado a las circunstancias personales que rodean a quien produjo el daño, determinarán la severidad de la sentencia, que según lo previsto podría incluir penas de 10 o más años de prisión, o multas sustanciales.

En 2008, Suiza enfrentó ya a un caso de MGF. Una corte de Zúrich encontró culpable a una pareja de Somalia de provocar daño corporal a su hija, lo que se convirtió en el primer caso de este tipo recibido por un tribunal helvético. La víctima tenía dos años de edad y la mutilación se realizó en el domicilio familiar ubicado en el cantón de Zúrich. La parte acusadora presumía que una partera somalí se ocupó de la ablación, pero este hecho no pudo probarse.

Una clara señal

“El nuevo artículo es una clara e inequívoca señal de que Suiza no tolera este tipo de violación a los derechos humanos. Y una MGF implica además violar también gravemente los derechos de los niños, que garantizan de forma explícita la integridad física de los menores”, dijo a swissinfo.ch Katrin Piazza, portavoz del Comité Nacional Suizo del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

En 2010, la Unicef ​​Suiza reunió alrededor de 20.000 firmas para solicitar la aplicación de medidas más enérgicas contra la MGF. En 2011, este esfuerzo llevó al Parlamento suizo a solicitar al gobierno una enmienda legislativa. Una demanda que el gobierno atendió y que ahora se traduce en la reforma del 2012.

La Unicef ​​calcula que en Suiza alrededor de 7.000 niñas y mujeres han sufrido, o están en riesgo de sufrir en el corto plazo, una MGF. La estimación se desprende de encuestas realizadas por este organismo en 2001 y 2004. Una versión más reciente de estas encuestas será presentada en el otoño del 2012.

“Es difícil recolectar los datos necesarios; la mayor parte de las víctimas no se atreve a hablar sobre la mutilación que ha experimentado, o se trata de un hecho que aún les genera sufrimiento. Unicef ​​Suiza reunirá los datos para la nueva encuesta vía la colaboración de ginecólogos, matronas y trabajadores sociales, y siempre que es posible, a través del contacto directo con miembros de las comunidades concernidas”, dijo Piazza.

Según la Unicef, el número de mujeres afectadas por este problema podría incluso crecer –en el presente- debido al gran número de inmigrantes que ha llegado de países como Eritrea, en donde esta práctica es común.

Suiza no es el único país que ataja la MGF por la vía legislativa. De acuerdo con Candrian, “Suiza es parte de una serie de países, que incluye también a Suecia y Gran Bretaña, que han introducido medidas específicas contra la mutilación genital. Otras naciones, como Francia o Alemania, incluyen este delito dentro de las provisiones de su legislación nacional”.

Ir más allá

Una reforma penal no es el único camino para atender este problema, destacó Candrian.

 “Medidas y campañas de información enfocadas a la prevención, y previstas para difundirse entre los inmigrantes, deberían ser la principal y más útil herramienta en la lucha contra la mutilación”, dijo.

Piazza coincidió: “La legislación aislada no es suficiente; existe siempre el riesgo de que este tipo de ablación sea practicada de forma clandestina. Cuando una comunidad completa comparte una práctica social dañina, es casi imposible para un individuo desafiarla,  incluso aunque se halle consciente de los riesgos que implica”.

Y la entrevistada destacó la importancia de construir alianzas múltiples: con las comunidades de inmigrantes, médicos, activistas de los derechos humanos, organizaciones de mujeres y de jóvenes, profesores y líderes religiosos. Y es importante también el trabajo con niños, a quienes describió como un factor fundamental para el cambio.

¿Superioridad cultural?

Más de uno se pregunta en Suiza si todo este movimiento que rodea a la MGF no es más bien una historia de activismo.

“Llamé a representantes e intérpretes procedentes de países en donde se practica la MGF. Les pregunté si habían escuchado algo sobre casos de mutilación realizados aquí, y han dicho: ‘no’”, dijo Abdul Abdurahman, un trabajador social que habita el cantón de Argovia y que es miembro del consejo de Second@s Plus, organización que representa a la segunda y tercera generación de extranjeros en Suiza.

Originario de Etiopía, Abdurahman visita regularmente su país. La MGF también es ilegal en esta nación, pero sigue siendo un problema persistente entre los pueblos nómadas. En Suiza, Abdurahman ha trabajado con familias de Eritrea y Somalia.

“Les he preguntado sobre la tradición de la MGF y me han dicho que nunca harían eso a sus hijas, como les fue hecho a ellas”, dijo a swissinfo.ch

Abdurahman considera que el activismo actual refleja ante todo un sentimiento de “superioridad cultural” y la “vieja tradición de los blancos de decir todo el tiempo a los negros cómo deben de vivir. A su juicio, es importante superar los prejuicios existentes.

“Creo que cuando la gente viene aquí, está feliz de dejar atrás su cultura anterior. Lo mismo si son inmigrantes económicos, que si lo son de carácter político. En cualquier caso han venido aquí en busca de una vida mejor”, expresó.

Abdurahman refirió que también ha hablado con varones sobre el tema de la MGF. “Les he preguntado si preferían una esposa con circuncisión, o sin ella, y ellos han expresado: ´No, (no realizarla) es mejor para la sexualidad de nuestro matrimonio´. Ellos no quieren a una mujer con sufrimiento”.

La mutilación genital femenina (MGF) comprende todo tipo de procedimiento de remoción parcial o total, de los órganos genitales femeninos. Incluye también cualquier daño provocado a dichos órganos que no tenga razones médicas.

Esta práctica es más común en las regiones del Este, Oeste y Noreste de África, en algunos países de Asia y en Medio Oriente, y entre migrantes de estas regiones hacia otros países.  

Los defensores de la MGF citan motivos culturales, religiosos y sociales para practicarla.

En el presente, se tienen clasificados cuatro tipos de MGF:

Clitoridectomía: Remoción parcial o total del clítoris y, en algunos casos particulares, solo del prepucio del éste.

Escisión: Eliminación parcial o total del clítoris y de los labios menores, con o sin ablación de los labios mayores.

Infibulación (o ablación faraónica): Consiste en el estrechamiento de la abertura vaginal a través de la creación de un sello que la cubrirá. Éste es conformado cortando y luego recolocando los labios interiores o exteriores. Algunas veces se acompaña de la remoción del clítoris.

Otros: Cualquier procedimiento que generan daño a los órganos genitales femeninos y que sea ajeno a un propósitos médico se inscribe en esta categoría, que incluye por ejemplo las perforaciones, incisiones, raspados y cauterizaciones, entre otras prácticas.

En lo inmediato, las consecuencias de una MGF pueden incluir dolor severo, hemorragias, infecciones, retenciones de orina, heridas abiertas y daños en los tejidos genitales.

En el largo plazo, puede provocar la llamada vejiga recurrente, infecciones urinarias, cistitis, dolor durante los intercambios sexuales, infertilidad y un riesgo mayor de complicaciones durante el parto o de muerte del recién nacido.

Fuente: Organización Mundial de la Salud (OMS).

Traducción, Andrea Ornelas

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