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“No existe la privacidad en Internet”

El ministro suizo del Interior, Alain Berset, con el sociólogo español Manuel Castells, durante la entrega del Premio Balzan. Keystone

Considerado uno de los más influyentes especialistas en Ciencias Sociales del mundo, Manuel Castells es uno de los ganadores del Premio Balzan 2013. El catedrático español, que vive a caballo entre Californa y Barcelona, recibió hoy en Berna el prestigioso galardón de manos del ministro suizo del Interior, Alain Berset.

Castells recibe el Premio Balzan, dotado con 750.000 francos suizos, “por haber profundizado en el estudio de las grandes revoluciones tecnológicas de nuestro tiempo y los cambios sociopolíticos derivados de las tecnologías emergentes de las comunicaciones y la información gracias a la electrónica e Internet”, según el jurado. 

Igualmente, la Fundación Balzan destaca su contribución de una teoría general de la nueva sociedad global de la información.

swissinfo.ch: ¿Es realmente Internet la panacea?

Manuel Castells: Lo más importante que nos ofrece Internet es la autonomía comunicativa, que constituye un peligro para las élites y las grandes corporaciones. La posibilidad de una comunicación sin control es algo inquietante para estas entidades al crear un gran espacio de libertad.

swissinfo.ch: ¿Pero no corremos el riesgo de ser controlados, como se ha visto recientemente con los casos de espionaje de la NSA americana?

M.C.: Si alguien intenta censurar Internet descubrirá que cualquiera, por ejemplo dos de mis estudiantes en California, es capaz de sortear las trabas creando una estructura paralela para almacenar las informaciones censuradas, por un costo de menos de 20.000 dólares.

El profesor de Sociología y de Urbanismo en la Universidad de California en Berkeley nació en Hellín, Albacete, en 1942.

Comenzó a estudiar Sociología en la Universidad de Barcelona y terminó la carrera en París con Alain Touraine, y es doctor honoris causa por la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL).

Fue profesor en la Universidad de Nanterre (París) entre enero de 1967 y junio de 1968, periodo en el que le tocó vivir los eventos del Mayo Francés y las revueltas en la capital francesa.

Dirige el Proyecto Internet Catalunya, fruto de sus investigaciones en las que relaciona la evolución económica y las transformaciones políticas, sociales y culturales en el marco de una teoría integral de la comunicación.

Según el Social Sciences Citation Index (SSCI) 2012, es el quinto académico de las Ciencias Sociales más citado del mundo y el más citado de las Tecnologías de la Información y la Comunicación.

También dirige el Internet Interdisciplinary Institute de la Universidad Abierta de Cataluña y es presidente del Next International Business School.

Manuel Castells es autor de la trilogía La Era de la Información.

swissinfo.ch: O sea que no estamos sometidos a un control…

M.C.: No hay que confundir vigilancia con control. Por ejemplo, la tan mentada NSA se dedica a la vigilancia, pero controlar implica cortar, interrumpir o modificar los flujos de comunicación y el mensaje. Es lo que ocurre en China, aunque allí se ejerce una censura muy primaria, basada en palabras claves que alertan a los servicios de seguridad. Pero no es muy difícil sortear ese tipo de censura. Basta con cambiar de vocabulario, algo que conocimos bien en la España de Franco.

swissinfo.ch: ¿Entonces hay esperanza?

M.C.: Claro, pues lo cierto es que no se puede ejercer una censura eficaz de forma indefinida. Incluso en China pueden liberarse del control del Estado, y si ellos solos no son capaces, ya tendrán a su disposición una armada de hackers internacionales dispuestos a echarles una mano.

swissinfo.ch: ¿Quiere decir que el escándalo de las escuchas de la NSA no es tal?

M.C.: Claro que no, pues hay que ser realistas: la privacidad en Internet no existe. Eso es así y no hay discusión posible. Todo el mundo espía: legal o ilegalmente. Más o menos.

swissinfo.ch: En una entrevista publicada en España, usted hablaba de las revueltas de Puerta del Sol, Tahrir en El Cairo o Wall Street. ¿Qué queda de ellas?

M.C.: Mucho, aunque a veces no sea evidente a primera vista. Tenga en cuenta que los cambios sociales no siempre son los que nos gustarían que sean. Los cambios en Egipto hubieran sido impensables hace apenas 10 años. Un movimiento social espontáneo fue capaz de derrocar en días a un régimen que había durado 40 años. Luego se llegó a una dictadura islamista, que a su vez el Ejército aprovechó para forzar nuevas elecciones y volver temporalmente al anterior status quo. Y es que sabemos que en el mundo árabe–musulmán es muy grande el riesgo de encontrarnos con un gobierno islamista cuando existe libertad de voto. Aun así, hay algo innegable: Hoy en Egipto se respira una presión constante por parte de la sociedad, que ya no acepta las viejas normas.

swissinfo.ch: ¿Este sería el cambio real entonces?

M.C.: Claro, porque nos encontramos con la capacidad de la sociedad civil para movilizarse contra toda injusticia. Venga de donde venga. Esto implica un cambio de mentalidad mayor, lo cual hay que aplaudir.

swissinfo.ch: ¿Y en España?

M.C.: Nos enfrentamos a un bloqueo constante por parte de los partidos políticos de todas las iniciativas que provengan de la ciudadanía. Aunque el Movimiento de los Indignados ha conseguido algunas victorias. Entre otras, que hoy el 75% de los españoles apoyen sus reivindicaciones, por ejemplo en materia de ley electoral o la modificación del sistema hipotecario.

Fue fundada en 1956 en Lugano, Suiza, por Lina Balzan, a la muerte de su padre, un periodista y empresario que hizo fortuna en el campo de la edición. Eugenio Balzan llegó a ser copropietario del Corriere della Sera.

El objetivo de los Premios de la Fundación es estimular a nivel internacional las iniciativas en favor de la paz y la fraternidad entre los pueblos.  Cada año entrega una serie de premios en dos categorías principales: Letras (Ciencias Morales y Artes) o Ciencias (Física, Medicina, Matemáticas).

De los 750.000 francos suizos del premio, la mitad debe ser destinada a financiar proyectos de investigación.

Entre los premiados históricos figuran personalidades como los compositores Paul Hindemith y Giörgy Ligeti, el escritor argentino Jorge Luis Borges, el filósofo francés Emmanuel Lévinas, el historiador del arte Ernst Gombrich o el politólogo italiano Norberto Bobbio.

Los galardonados en 2013 son Alain Aspect, por Informática y Comunicación Cuántica. Pascale Cossart por sus investigaciones sobre las enfermedades infecciosas y André Vauchez por sus estudios de Historia de la Edad Media, además del español Manuel Castells.

Los premios fueron entregados por el ministro del Interior suizo Alain Berset.

swissinfo.ch: ¿Ya no se cree en los partidos?

M.C.: Pues no, y hay algo curioso. El actual Gobierno del PP ha perdido todo apoyo popular y se encuentra hoy con unos índices de aprobación del 26%. Pero el PSOE está peor aún, y esto es lo inaudito. Normalmente, las pérdidas en intención de voto de un partido suelen ir a su rival, pero ahora las reglas del juego se han roto. Toda la clase política ha perdido influencia moral y carece de credibilidad.

swissinfo.ch: ¿Y entonces con qué nos encontraremos?

M.C.: Si los partidos políticos y las instituciones siguen tan paralizados veremos que los ciudadanos comenzarán a generar nuevos movimientos. Es algo que ya ocurre en Europa, donde vemos desde la emergencia de un Beppe Grillo en Italia hasta el renovado poder del Frente Nacional en Francia. O las instituciones se legitiman desde dentro, o serán duramente desafiadas desde fuera. Lo cierto es que la situación global me preocupa mucho.

swissinfo.ch: El paro en Europa no es para calmar los nervios…

M.C.: No. Y es que cualquier competencia profesional que usted crea tener, estará obsoleta dentro cinco años. En nuestra vida laboral cambiaremos de oficio una media de cinco veces, y el que no sea capaz de adaptarse lo tendrá muy difícil para sobrevivir en el mercado actual.

swissinfo.ch: ¿Y cómo nos protegemos? ¿Con más formación?

M.C.: Sí, pero hacen falta grandes cambios en la educación. Las universidades deben ser modificadas por los alumnos. No espere usted ningún cambio razonable que provenga de los profesores, pues la academia es una de las instituciones más conservadoras que existen. Los profesores solo piensan en mantener su cuota de privilegios.

swissinfo.ch: Hablemos del periodismo, otro sector que sufre una crisis mayúscula.

M.C.: Es que los medios de comunicación deberían estar al servicio del público, y no del capital o sus empresas editoras. Pero la realidad es que desde siempre los medios han representado los intereses de los partidos políticos y sus patrocinadores económicos. La prensa solo busca una audiencia que se traduce en poder económico, y el agenda setting (capacidad de influir los temas de interés público por los medios) decidido por los patrones de los medios de comunicación es algo conocido y que está bien establecido por los investigadores.

swissinfo.ch: ¿Qué debemos hacer los periodistas?

M.C.: La única salida es que sean más fiables, que recuperen su credibilidad si quieren sobrevivir como mensajeros. Lo interesante es recobrar la tensión entre credibilidad y pluralidad.

swissinfo.ch: ¿No estamos llegando a una sociedad ultra tecnificada?

M.C.: Nuestra cultura actual de la información nació en los campus universitarios americanos de los años 60 y 70. Fue algo potenciado por jóvenes que poseían el conocimiento técnico para llevar adelante los cambios, pero que también tenían a la libertad como valor supremo.

swissinfo.ch: Hablando de libertad, usted fue profesor de Daniel Cohn-Bendit, uno de los líderes de Mayo del 68. ¿Qué rescata hoy de ese movimiento? ¿Reivindica su herencia?

M.C.: Los valores que defendimos en Mayo del 68 han generado un movimiento global que va más allá de la caída o no de un gobierno, que es un hecho puntual y a corto plazo. De hecho, recordemos que tras el Mayo Francés fue reelegido el General De Gaulle. Pero los cambios de mentalidad generados por Mayo del 68 siguen siendo válidos.

swissinfo.ch: ¿Por ejemplo?

M.C.: El primer motor de la revuelta fue la libertad sexual, que es algo que se tiende a olvidar. Y hoy los valores de liberación sexual son moneda corriente. Al igual que los valores de igualdad de sexos, reivindicaciones feministas, o la solidaridad con las luchas emancipadoras del Tercer Mundo. Pero creo que el elemento central es la búsqueda de la libertad personal y el poner en tela de juicio los valores tradicionales y las estructuras de poder de los partidos políticos. En ese sentido, no son valores muy lejanos de lo que vemos hoy en Madrid, Nueva York o El Cairo.

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