Cómo Suiza se ocupa de su basura
Suiza es uno de los países que más desechos genera en el mundo. Cada uno de sus habitantes produce 700 kilos de basura al año, una cantidad que se ha triplicado en tan solo 25 años.
Estamos en la central Forsthaus de Berna, la única de Suiza que produce electricidad y calor con madera, gas natural y desechos.
Abierta en 2013, la central Forsthaus pertenece a la empresa Energía y Agua de Berna (EWBEnlace externo). Su producción es principalmente nuclear, aunque también emplea el sistema eólico y el hidráulico.
Forsthaus trata 400 toneladas de desechos diarios del municipio de Berna, es decir, 120 000 toneladas anuales. Estos remanentes generan 63 gigavatios de electricidad (3% del consumo anual capitalino) y 144 gigavatios/hora de energía dirigida a la calefacción de 448 500 inmuebles.
Más del 90% de la electricidad de Suiza proviene de la energía hidráulica y nuclear.
Andy Werren, director retirado de mercadeo de EWB, explica el procedimiento. Los servicios de colecta de basura municipales y los clientes privados depositan su basura en la sala principal. Una grúa se encarga de alimentar la incineradora, cuyo calor alcanza los 1000°C.
“Mucha gente tira aún las baterías a la basura, en lugar de reciclarlas. El análisis químico del humo que se despide durante la incineración de los desechos lo constata”, advierte Werren.
Recuperación de materiales
El consumo doméstico aumenta desde el año 2000. Esta tendencia no es favorable, apunta el Informe Suizo de Medioambiente 2015. De los 5,71 millones de toneladas de desechos generados en 2013, la mitad fue incinerada y la otra mitad, reciclada.
El documento indica que aunque haya un servicio de reciclado bien desarrollado en este país, muchas sustancias no se separan. Es evidente que aún hay mucho por hacer en cuanto a la gestión ecológica de desechos se refiere.
Aunque los suizos se destaquen como líderes mundiales en reciclado, esto no compensa el creciente consumismo y el aumento de la basura, advierte Patrick Geisselhardt, responsable de Swiss RecyclingEnlace externo.
“Nuestro modo de vida, consumista, exige más de lo que es capaz de generar el planeta. Para que nuestros hijos y nietos puedan tener lo suficiente en el futuro, es necesario que usemos nuestros recursos de modo más sostenible. La solución es el reciclado”.
A los cestos públicos de basura de Berna llega todo tipo de desechos. La consecuencia es que muchas botellas plásticas PET, aptas para ser reutilizables, van a parar a la incineradora. “Se queman bien, pero deberían ser recicladas”, anota Werren.
Apenas recientemente las autoridades de la capital colocaron en diversos puntos estratégicos de la ciudad, como parques y paradas de tranvía, botes destinados a separar la basura. También estableció un sistema de cestos selectivos de basura en 52 escuelas y edificios públicos. El acento está puesto en la selección de desechos PET, aluminio y papel.
Ferrocarriles Federales Suizos (FFS) ha invertido también en un sistema de colecta selectiva de basura. Inició un proyecto piloto en Berna en 2012 que en 2014 se extendió a Zúrich, Basilea, Lucerna y Ginebra.
“El resultado ha sido impresionante. Los clientes de FFS separaron correctamente el 95% de la basura. Unas 500 toneladas de papel, botellas plásticas y latas de aluminio se reciclan cada año gracias a este sistema, indica Daniele Pellecchi, de FFS. Pero la basura que se desecha en el interior de los trenes todavía no se selecciona. Toda, sin distinción, termina en la incineradora.
¿Sociedad de desecho?
La empresa bernesa RESAG-Recycling trata 50 000 toneladas anuales de remanentes. Cobra, por tonelada tratada, 200 francos. El 85% de los remanentes puede ser reciclado. El resto, termina en Forsthaus.
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Selección de basura
René Schneider, responsable de RESAG, en el mismo tenor que Werren, observa un aumento de los desperdicios en el país: “Somos una sociedad consumista en evolución muy rápida. Compramos con facilidad un nuevo celular o nuevos muebles. La duración de uso de los objetos se reduce, y, evidentemente, la basura aumenta”.
Schneider indica, por ejemplo, que el 80% de los televisores desechados actualmente aún estaría en condiciones de uso.
Psicólogo económico de Zúrich, Christian Fichter advierte que el consumidor no es el único responsable de este fenómeno: “Los vendedores proponen productos de corta duración. Debería existir un órgano independiente de control para sancionar este comportamiento irracional”.
Traducción: Patricia Islas
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