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“Los finalistas del Mundial serán Adidas y Coca-Cola”

Imagen de la presentación del balón oficial del Mundial de Sudáfrica, el Jabulani. Keystone

Con un claro tono sarcástico, Michel Thévoz, historiador del arte y sociólogo del cantón suizo de Vaud, explica a swissinfo.ch sus sentimientos sobre el fútbol.

Según él, el balompié ha perdido la dimensión lúdica para someterse a las leyes del mercado y a la competitividad.

Por un lado están los aficionados y por otro, los alérgicos. El fútbol divide como cualquier práctica apasionada y apasionante.

Si el Mundial encumbra a sus héroes, también fabrica a sus víctimas: los equipos eliminados, los seguidores abrumados por la decepción, las mujeres en su casa privadas de sus programas preferidos y los intelectuales decepcionados por un “juego” que se aleja cada vez más del deporte para dar respuesta a las leyes mercantiles.

Entre estos últimos se encuentra el sociólogo de Vaud, Michel Thévoz. Él tiene su severa opinión sobre el asunto futbolístico. Ya sucedió hace tres años cuando publicó el libro ‘l’Heure d’hiver’ (La hora de invierno), un ensayo divertido y pertinente sobre las nuevas mitologías, como el fútbol, considerado por él como “la pesadilla de la mundialización”. Desde entonces su opinión no cambió un ápice.

swissinfo.ch: Se comenta que el Mundial ha llegado en el momento justo para dejar de lado las inquietudes debidas a la crisis económica. Así que desempeña un papel de amortiguador. ¿Comparte usted esta opinión?

Michel Thévoz: No, realmente no. Yo diría más que el Mundial sirve de camuflaje. Desvía la atención de la gente del verdadero problema que plantea hoy en día la mundialización: la confusión de las identidades y la división cada vez mayor entre ricos y pobres, entre los neocolonizadores y los neocolonizados. Su rol no consiste en aliviar a los humanos sino en engañarlos y alejarlos de la verdad.

swissinfo.ch: ¿Si el fútbol no existiera, el mundo sería mejor?

M.T.: Si se suprimiera el fútbol, reaparecería de todas formas en otro lugar, con otra forma. Allí no está pues el problema. Los que habría que hacer, en cambio, es reflexionar sobre el significado nocivo de este deporte que, más que ningún otro, exalta las preferencias nacionales. Tenemos el derecho de preguntarnos si hoy en día, el Mundial -por la competitividad arrogante y agresiva que causa entre las naciones- al final no conduce al racismo.

swissinfo.ch : Pero esta competitividad existe también en el tenis. Por ejemplo en la Copa Davis.

M.T.: Sí, pero ¿qué quiere?, el deporte occidental está concebido así: siempre se necesita un vencedor. Algo que es fascinante en mi opinión. En realidad, el Mundial sirve para exportar el modelo deportivo europeo y hacerlo planetario.

Le cuento una historia que aclarará mi propósito. Hace un siglo aproximadamente, un misionario blanco intentó introducir el fútbol en un pueblo africano. Los jugadores estuvieron magníficos, aunque el partido duró tres días porque los dos equipos sobre el terreno querían a toda costa llegar al empate. En su mentalidad, muy diferente de la nuestra, el juego era colectivo. Se excluía la idea de lograr una victoria humillando al otro.

swissinfo.ch: Sin victoria no hay dinero. ¿Está de acuerdo en que es difícil eliminar la noción de triunfo en nuestras sociedades centradas en el dinero?

M.T.: Yo ya puedo decir quiénes serán los finalistas de este Mundial: Adidas y Coca-Cola. Los otros sirven de marionetas. Hablando con más seriedad, lo que yo deseo es la victoria de un equipo africano. Eso sería una pequeña compensación que dar al tercer mundo a cambio de la explotación económica de la que es víctima.

swissinfo.ch: Lo mínimo que se puede decir es que su visión del Mundial es muy negativa. Si piensa bien, ¿no le encuentra usted ninguna cualidad, aunque sólo sea una?

M.T.: No, lo siento pero no tengo un final feliz para ofrecerle. Voy incluso más lejos y admito que el Mundial me recuerda a los grandes desfiles ultra mediatizados, de siniestro recuerdo, aquellos a los que los nazis eran tan aficionados.

swissinfo.ch: ¿Jugó usted al fútbol cuando era un adolescente?

M.T.: Sí, claro, en el colegio como todo el mundo. Por cierto, me encantaba. Más tarde, me llegó la oportunidad de ir a ver partidos.

swissinfo.ch : ¿Y qué es lo que le hizo desencantarse?

M.T.: Un amigo de mi padre, un hombre mayor que yo veía fuera de sí al final de los partidos. Su actitud indigna me ayudó a diferenciar entre el fútbol que proporciona placer y el que crea seguidores exaltados.

swissinfo.ch: ¿Ha seguido al equipo de Suiza en el Mundial?

M.T.: No. Sólo le deseaba que encontrara un estilo de juego alegre, lúdico, colectivo y nada mediático.

Ghania Adamo, swissinfo.ch
(Traducción: Iván Turmo)

Nació en 1936 en Lausana. Estudió en Lausana y en París.

Trabajó en el Museo cantonal de Bellas Artes de Vaud.

Asumió la dirección de la colección de Arte bruto en Lausana y el museo del mismo nombre.

Especialista de Arte Contemporáneo, fue profesor de Historia del Arte en la Universidad de Lausana.

Se jubiló en 2001.

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