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Cuando Suiza decidía sobre el derecho al nacer

Un estudio sobre las esterilizaciones forzadas en Zúrich reaviva el tema de la eugenesia.

En el cantón de Zúrich, la práctica de decidir autoritariamente quién tiene derecho a tener hijos, sin otra razón que la de preservar la salud y la pureza de una colectividad, fue moneda corriente hasta los años setenta.

El historiador Thomas Huonker abordó esas páginas sombrías de la historia de la medicina y de la acción social en Suiza entre 1890 y 1970.

El autor del estudio -de reciente aparición- puso al descubierto al menos mil esterilizaciones y abortos en centenares de matrimonios prohibidos, y decenas de castraciones.

Seis preguntas como punto de partida de un nuevo debate sobre la eugenesia, es decir, el estudio y la aplicación de las leyes de la genética para el perfeccionamiento de la especie humana.

¿Es único el caso de Zúrich?

En 1928 el cantón de Vaud se convierte en el primer estado de Europa en dotarse de una ley que reglamenta la esterilización de los ‘retrasados’, como se decía entonces. En el Parlamento, radicales y socialistas se unen para aprobar el texto, que será abrogado hasta 1985 y habrá servido de base para 187 esterilizaciones no voluntarias.

Desde finales del siglo XIX, prácticamente todos los cantones suizos recurren a esta forma de eugenesia. Los criterios de selección de las víctimas varían de una región a otra, pero por todas partes se actúa contra los más débiles de la sociedad.

En Zúrich, por ejemplo, se encuentra en los archivos de 1911 el caso de la joven Cecilia Weber, esterilizada bajo la consideración de que era «simple de espíritu y ninfomaníaca». Algunos años más tarde, su hermana Erika sufre igual suerte con el pretexto de que pertenece a la misma familia.

¿Qué puede explicar históricamente esta obsesión de raza pura?

Para Thomas Huonker, la eugenesia está ligada a la expansión colonial del siglo XIX. Desde el momento en que pretende dominar al mundo, el hombre blanco es igualmente movido por el temor de perder esa posición dominante. Para mantenerse fuerte, debe entonces eliminar a los débiles del seno de su propia raza.

En aquella época, esas teorías son admitidas en forma común. Su fundador, Sir Francis Galton, primo de Charles Darwin, aparece entonces como un espíritu brillante. Y nadie -o casi nadie- osa manifestarse contra el sentido abiertamente racista de sus escritos.

A finales del siglo XIX comienzan en Estados Unidos las esterilizaciones forzadas que, en casi 100 años, causarán decenas de miles de víctimas.

¿Suiza fue un alumno modelo en materia de eugenesia?

Parece que sí. Según Thomas Huonker, Suiza fue el primer país de Europa en imitar la práctica estadounidense, que luego se extendió a países como Suecia y Alemania.

Aunque todavía se requieren mayores estudios sobre el tema, se advierte sin embargo una tendencia más marcada a la eugenesia en los países o en los cantones protestantes. Thomas Huonker encuentra una explicación posible en la encíclica del Papa Pío XI, quien en 1930 condena la eugenesia en nombre del derecho a la vida.

En su estudio, el historiador zuriqués menciona a dos psiquiatras helvéticos, considerados como los mejores propagandistas de las teorías y de las prácticas eugenésicas en Suiza.

El primero, Auguste Forel, aparecía todavía hace unos años sobre los billetes de mil francos y era conocido como hombre de izquierda. Sin embargo, ordenó esterilizaciones obligadas de personas con pretendidas «desviaciones sociales».

Su sucesor en el Hospital Psiquiátrico Universitario de Zúrich, Eugen Bleuler, tenía una tendencia particularmente conservadora. Empero, ambos coincidieron en su definición de una ‘raza humana sana’ y pregonaron, en lo general, los mismos medios para llegar a ese ‘objetivo ideal’.

¿La eugenesia es una práctica nazi?

Formalmente no. Pero bajo el llamado III Reich la obsesión por la raza pura causaría más daños. Desde su acceso al poder en 1933, Hitler publica una ley sobre ‘la prevención de descendientes portadores de enfermedades hereditarias’.

Se trata del primer texto legal nazi, que busca una exterminación de gran alcance que causará 275.000 muertos y servirá para justificar cerca de 400.000 esterilizaciones forzadas.

Cabe destacar que, en la época de la promulgación de esa ley, la Sociedad alemana de higiene racial estaba presidida por un psiquiatra suizo, el basilense Ernest Rüdin.

¿Qué hace ahora el Legislativo?

Después de la abrogación (en 1985) de la ley del cantón de Vaud de 1928, tres cantones se dotan de una legislación más moderna. Argovia, Neuchâtel y Friburgo autorizan oficialmente las esterilizaciones de personas incapaces de discernimiento, pero bajo ciertas restricciones.

En 1981, La Academia Suiza de Ciencias Médicas emite una recomendación que califica de «inaceptable» cualquier esterilización de personas mentalmente deficientes.

Veinte años más tarde, la institución da marcha atrás. Al considerar la evolución en las leyes, las mentalidades y las prácticas (puesto que las esterilizaciones no han cesado nunca en Suiza), la Asociación las juzga ahora admisibles. Las restricciones son también numerosas y los médicos admiten la esterilización como última instancia y para proteger los intereses del minusválido.

Pero esas recomendaciones no fundan siempre una legislación federal en la materia. En junio del 2000 la Comisión Jurídica del Consejo Nacional (cámara baja del Parlamento federal) abordó el tema en un artículo que podría ser integrado a la ley sobre las tutelas.

Las consultas continúan y la búsqueda de consenso es particularmente delicada. Hasta ahora, en todo caso, la Comisión nacional de ética en el terreno de la medicina humana no ha sido consultada todavía.

¿La tentación de la eugenesia es cosa del pasado?

Thomas Huonker teme que no. «Las nuevas técnicas de diagnóstico prenatal y los progresos de la genética hacen el asunto más actual», estima el historiador zuriqués. «Temo incluso que el asunto adquiera nuevas formas el día en que sea posible escoger, por ejemplo, el sexo de los hijos».

Jean Martin, médico del cantón de Vaud y miembro de la Comisión nacional de ética, comparte la preocupación. «Inclusive si el término es políticamente incorrecto, los progresos de la medicina no pueden sino promover la eugenesia a nivel de las personas y de las familias. Es un hecho de la vida y nadie puede oponerse», constata el practicante.

Pero esta eugenesia familiar no tendrá nada qué ver con la comunitaria, nacional y colectiva de otros tiempos que, para Jean Martín, «debe seguir suscitando las más grandes reservas».

«No se trata ahora de mejorar una raza, sino de tratar de que en el seno de la unidad familiar, se tenga, en la medida de lo posible, personas sanas», añade el médico.

Jean Martín agrega que, evidentemente, habrá que fijar límites, pero el debate al respecto sólo comienza.

swissinfo/Marc-André Miserez

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