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Para terminar con el pago amargo del cacao

Schweizer Schokolade Fairtrade
El agrónomo suizo Florian Studer (derecha) en la granja de la familia de Beka Ara Kisekka, que cultiva cacao en Uganda y cuyo producto podrá ser consumido en Suiza. Martin Boyer

El consumo de chocolate no cesa de aumentar. Sin embargo, esta tendencia poco beneficia a los productores de cacao, pese a los actuales esfuerzos por establecer un comercio más justo. Para mejorar la situación, una empresa suiza inició un experimento en Uganda. Tal vez, toda una revolución.

En la carretera a Jinja el congestionamiento vehicular es constante. Sobre este eje vial, el más importante entre Kampala, la capital de Uganda y el centro industrial de Jinja, se encuentra la pequeña ciudad de Kasawo. Aquí, a 60 kilómetros al norte de Kampala, la empresa emergente helvética ‘Schöki’ busca beneficiar realmente a los cacaoteros. Se trata de campesinos que cultivan el fruto principalmente para el consumo propio y una parte de sucosecha la destinan a la venta, hasta ahora, a precios que no les permiten salir de la pobreza.

En la única intersección que existe en la senda que cruza Kasawo nos espera Florian Studer, responsable del proyecto. Aunque algo trasnochado, está listo y de buen humor para iniciar el camino, casi un laberinto, entre arbustos y cultivos de yuca, plátanos y café. Luego de pasar por algunos árboles de aguacate y mango, llegamos a una superficie cubierta de árboles de cacao. Se trata de la parcela del campesino Beka Ara Kisekka.

El doble de dinero para el campesino

Florian Studer y Beka son socios. El ugandés (41) nos espera bajo los fuertes rayos del sol de mediodía. Su plantío ocupa tres hectáreas. En cada una de ellas ha sembrado 46 árboles. Se trata de una pequeña granja en Uganda. Beka obtiene 1 500 kilos de granos de cacao, 500 por cada hectárea, lo que le representa un ingreso de 1 800 francos suizos. En el mercado mundial, un kilo de cacao cuesta poco más de un franco. 

¿Pero de qué se trata el proyecto Shöcki? Es un concepto que se encuentra apenas en la fase piloto, pero ya suena a revolución: Busca que los campesinos, como Beka, obtengan cuatro francos por cada kilo de cacao, es decir, casi tres veces más del precio actual y casi lo doble de lo que hoy se paga en el denominado comercio justo. 

Schöki busca una política de precios independiente a la del mercado mundial, influenciado por grandes fluctuaciones bursátiles y que, subraya Florian Studer, mantiene atrapados a los cacaoteros en la espiral de la pobreza.

Studer explica lo injusta que es esa cadena de valor añadido y advierte lo fácil que podría ser cambiarla.

Un amigo suizo, que actualmente vive en Kampala, lo filma mientras pronuncia su breve discurso. El vídeo servirá para la campaña que busca reunir 30 000 francos suizos como capital inicial para el proyecto Schöki, vía un micromecenazgo.

¿Los consumidores lo pagarán?

Florian Studer (30) nació en Lucerna. Es agrónomo y director del proyecto, impulsado por la sociedad Bioburn SA, en Horw, a orillas del Lago de los Cuatro Cantones.

La empresa desarrolla instalaciones que comprimen biomasa en cápsulas combustibles. Fui así que Studer trabajó por primera vez con el agricultor ugandés, durante un proyecto piloto para crear biomasa con cáscaras de cacao. 

Studer quiere que Beka y otros campesinos ganen más al vender sus granos. Pero, ¿acaso siembra esperanzas muy altas entre los cacaoteros? ¿Podrán vender su cacao a tan alto precio? ¿La gente en Suiza comprará el chocolate a un precio mayor?

Studer está convencido de que el consumidor helvético preferirá pagar 3.50 francos en lugar de los 2 francos que hoy gasta en promedio por 100 gramos de chocolate, si sabe que se trata de un producto que mejorará las condiciones de vida de sus productores.

En el comercio justo el productor recibe hoy 2.20 francos por kilo de cacao. En comparación con el precio regular del mercado normal, esta cifra es muy baja, asegura Studer. En su opinión, un precio realmente equitativo sería aquel que permitiera a los campesinos vivir de sus ventas y continuar su desarrollo.

Beka es padre de diez niños. Con sus ingresos apenas puede mantenerlos, pues una sexta parte del dinero que recibe lo destina a pagar sus deudas.

Productores pequeños, grandes comerciantes

La mayor parte del cacao que se dirige al mercado mundial lo generan los pequeños productores en África y ese comercio internacional está en manos de cinco grandes consorcios, entre ellos Barry Callebaut, con sede en Zúrich, y Cargill, en Ginebra. Su política de precios limita también el margen de pago del comercio equitativo.

Por un kilo de cacao, el intermediario paga menos de 2 francos al cultivador. Florian Studer busca que los campesinos reciban lo doble de ese monto. Martin Boyer

“El comercio justo sugiere a los consumidores que gracias a este les va bien a los campesinos, pero no es cierto, pues elimina la posibilidad de la venta directa e individual”, indica Studer.  

Para el suizo, la idea de una real mejora es simple: su proyecto, Schöki, busca sensibilizar al consumidor y provocar un cambio que influya en la cadena de valor del producto.

El comercio al menudeo cree en el comercio justo

La cooperativa suiza de supermercados Coop, que trabaja de modo intensivo con la etiqueta del comercio justo, la defiende. “Muchos pequeños productores se benefician con ella”, indica Raphael Schilling del departamento de sustentabilidad de Coop.

“La etiqueta del comercio justo define un precio mínimo. Con ello se protege a los cacaoteros de una caída del precio. Además, se paga una prima por tonelada de cacao certificado. Con ese dinero las cooperativas financian proyectos sociales, como escuelas”.

El cambio climático obliga a una reorientación

Hoy esto pudiera ser cierto, pero ¿qué pasará mañana? Cada vez más se escucha de la ausencia de lluvias en el trópico. El cambio climático coloca en un gran desafío a la economía agraria. Y al mismo tiempo aumenta a escala mundial la exigencia de un cacao con altos estándares de calidad. Por ello la industria del chocolate invierte en mejores sistemas de producción y tratamiento. La sostenibilidad también puede formar parte de sus intereses. Al sector le beneficia la mejora de la calidad de vida de los agricultores con los que trabaja

El mercado suizo del chocolate parece estar listo para un cambio. Cada vez más consumidores quieren saber exactamente de dónde proviene el cacao y si su producción respeta lineamientos sociales y ecológicos. Los proyectos que buscan esa sostenibilidad necesitan buenas historias para llamar la atención. En el caso de Schöki, el lema es ‘Buen chocolate, gente feliz”. Una frase que se lee en un colorido contenedor que nos muestra Studer de vuelta a Kasawo.

“Buen chocolate, gente feliz”, se lee en la pared del contenedor. Dentro está la presa que convierte a las cáscaras del fruto del cacao en cápsulas combustibles, más baratas que el carbón para hacer fuego en los hogares de Uganda. zvg

Florian y su compañero desplazan de su interior una prensa barnizada de color rojo. Es el proyecto de Bioburn SA. La prensa elabora cápsulas combustibles con la cáscara del cacao. Los comprimidos para hacer fuego deben poder venderse a un precio más bajo que el carbón en la región, donde ya no es posible talar árboles. 

Studer espera que se produzca a largo plazo un cambio de actitud en los dos lados de la cadena del comercio del cacao. El Gobierno de Suiza financia la mitad de los costos de la sencilla pero funcional prensa.

El chocolate con el cacao de Beka, en Navidad

Las primeras toneladas del proyecto Schöki llegarán en agosto a la empresa Max Felchlin SA, en Schwyz, Suiza, una chocolatera que ha impuesto sus propios lineamientos de sostenibilidad para producir su chocolate.

Christian Aschwanden, director de Felchlin, coincide en que el comercio equitativo del cacao apenas empieza a tratar de ofrecer un pago realmente justo. Por esa razón, su empresa trabaja desde hace 15 años con acuerdos de compra directos con el productor y ha establecido un modelo propio de remuneración, claramente superior al precio medio. “Nuestra filosofía apunta a este tipo de proyectos. El productor honra el pago justo con una mejor calidad de su producto y una entrega fiel”, indica Aschwanden.

El chocolate con los granos de Beka podrá comercializarse a partir de diciembre, vía internet o a través de tienditas de barrios y restaurantes interesados.

Para las tareas de distribución se requiere apoyo financiero, de allí la necesidad de presentar el vídeo sobre la granja de Beka. ¿Y qué dice Studer frente a la cámara?: “Buen chocolate, gente feliz”.


(Adaptación del alemán: Patricia Islas)

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