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El campesino chino y los guerreros de terracota

AFP

La fabulosa colección de guerreros de terracota del emperador chino Qin, de la cual se exponen algunos ejemplares en Berna, fue descubierta casualmente en 1974 por un campesino de la provincia china de Shaanxi. Este hombre tiene hoy 75 años y swissinfo.ch pudo entrevistarlo.

Corría el mes de marzo de 1974, poco después del Año Nuevo chino. El clima era entonces particularmente seco en el noroeste del país y el equipo de producción del que Yang Zhifa formaba parte decidió cavar un pozo para regar los cultivos de la cooperativa agrícola.

“Al principio todo iba bien, pero al segundo día encontramos tierra roja y dura. Al tercero, mi azada desenterró el cuello de una estatua en terracota, sin cabeza y en cuyo cuello había una abertura grande como un bol”, explica vía telefónica Yang Zhifa, quien recuerda los hechos como si hubiera sido ayer.

“Le dije a mi colega que debíamos encontrarnos ante un antiguo horno de vasijas. Me respondió que prestáramos atención para que pudiéramos desenterrar las jarras y llevarlas a casa para nuestro uso personal”. Pero al continuar cavando, los campesinos descubren los hombros y el busto de una estatua. Entonces no se trata de un horno, sino de un templo, piensan. Más tarde se percatan de que el cuerpo está entero, aparte de una pierna cortada y la cabeza despegada.

Tras continuar las excavaciones, los amigos sacan a la luz objetos en bronce. Uno de ellos comenta a Yang Zhifa: “A ti te gusta fumar en pipa, y estas cosas deben valer dinero. Igual puedes cambiarlas por tabaco”.

Reuters

Aldeanos descontentos

“En esa época estábamos en plena Revolución Cultural y en los pueblos reinaba el caos. La gente de la aldea se había reunido alrededor y nos observaba excavar. Los viejos, al ver esas “estatuas de divinidades” y esos objetos en bronce desenterrados, estaban muy descontentos. Nos decían que formaban parte del feng-shui (forma de geomancia local) y que desenterrarlos no era bueno ni para la aldea ni para mí”, explica Yang Zhifa.

Pero nuestro campesino, que sirvió en el ejército durante seis años, posee algunas ideas básicas acerca del valor de los objetos antiguos. Tras una larga reflexión toma una decisión importante. “Siempre se dijo que la tumba del emperador Qin ocupaba una superficie de 9 hectáreas y que nuestra aldea estaba situada a dos kilómetros del mausoleo. Fue entonces que pensé que podían ser objetos de valor histórico. Acto seguido pedí a algunas mujeres que me ayudaran a cargar tres carretas y llevar los objetos en terracota desenterrados al museo del distrito de Lintong”, rememora Zhifa.

“Si no son objetos de valor histórico, los tiraré al río y volveré a casa”, se dice. Yang Zhifa y sus amigos recorren entonces varios kilómetros para llevar sus descubrimientos al museo.

Los responsables del museo identifican rápidamente los fragmentos y la “estatua de la divinidad” como pertenecientes a la dinastía Qin y les adjudican un valor considerable. “Nos pagaron 10 yuanes por cada carreta (o un total de 30 yuanes que son el equivalente de 4,50 francos suizos de hoy), lo que nos puso muy contentos pues era mucho dinero por cargar tres carros con terracota”, recuerda Yang Zhifa. En aquellos tiempos, 10 yuanes equivalían al salario anual de un campesino de las zonas más pobres de China.

De vuelta en la aldea, entregan los 30 yuanes al equipo de producción, como era costumbre en el sistema colectivo. A título individual, sus esfuerzos les valen media jornada de trabajo, o sea 5 puntos o 13 fen (0,02 francos suizos) para comprar comida u otros bienes. Es todo lo que recibiría al comienzo como recompensa.

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Los guerreros chinos de terracota llegan a Berna

Este contenido fue publicado en Los responsables de la pinacoteca negociaron dos años con las autoridades chinas para acoger la exposición. ‘Qin – el emperador eterno y sus guerreros de terracota’ se centra en la flamante figura del primer emperador chino y su tumba, que custodiaron los guerreros de terracota. Descubierta hace 40 años en la provincia de Shaanxi, la…

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Hora de gloria

Las autoridades decidieron construir un museo sobre el sitio del mausoleo y los habitantes fueron desplazados. Entre ellos figura Yang Zhifa, quien recibió 5.000 yuanes (750 francos suizos) como indemnización por la confiscación de su terreno de 167 metros cuadrados.

Se instala entonces en un nuevo pueblo bautizado Qinyong, que significa ‘los guerreros Qin’ y que se encuentra a 6 kilómetros del museo. Recibe un departamento de tres habitaciones, comparable al de los otros desplazados. Pero es destacable que gracias al descubrimiento del sitio arqueológico y las reformas puestas a punto por las autoridades, el nivel de vida general mejora notablemente y algunos aldeanos comienzan a enriquecerse gracias al pequeño comercio.

Pero el viejo Yang no es un hombre dotado para el comercio. En cambio, obtiene un contrato con el museo para firmar autógrafos a los visitantes. “Al principio, yo ganaba hasta 300 yuanes (45 francos suizos) por mes, luego unos 1.000, y así hasta mi jubilación”, comenta a swissinfo.ch.

Cumpliendo con esta función, tuvo su hora de gloria cuando el presidente Clinton, de visita en el museo, le pidió un autógrafo. Posteriormente, Zhifa conoció a otros presidentes, como el de México, de Grecia o el de Noruega. No recuerda sus nombres, pero sus fotos con ellos adornan las paredes de su casa.

El primer emperador Qin (259 a 210 A.C.) puso fin al periodo feudal en China conquistando entre 230 y 221 A.C. los diversos Reinos combatientes que constituían el país.

El régimen autoritario y centralista que impuso Qin predominó en China durante más de 2.000 años. Qin estandarizó la escritura, la moneda, las medidas y está considerado como el padre de la Gran Muralla.

Fue enterrado con miles de guerreros de terracota. Jacques Chirac, ex presidente de Francia y gran aficionado al arte extraeuropeo, exclamó tras su visita al mausoleo: “Es la octava maravilla del mundo”.

El campesino filósofo

Tras acabar su contrato con el museo, se encuentra sin ingresos. Cuando le preguntamos si cree que eso es justo, responde: “Que sea o no justo, yo no tengo la culpa, pues solo soy un simple campesino”. Pero tampoco se siente excesivamente desgraciado: “Y es que a veces había tanta gente en el museo, que al terminar una jornada de trabajo no me sentía nada bien”, explica.

El museo se ha convertido en una atracción turística que atrae cada año a millones de visitantes y cuya venta de entradas le ha reportado unos 480 millones de yuanes (72 millones de francos).

Casi nadie recuerda a Yang Zhifa. Su nombre ni siquiera figura sobre la placa de presentación de la Fosa N°1 del mausoleo, donde puede leerse que el ejército de guerreros de terracota “fue descubierto por campesinos de la región”. En conversación telefónica, el viejo Yang ironiza: “El Cotidiano del Pueblo ha escrito que los campesinos no conocen nada de la ciencia, por tanto es imposible que hayan podido descubrir alguna cosa”.

Yang Zhifa se lo toma con filosofía: “Así es la vida, la sociedad es muy injusta, pero no merece la pena enfadarse”. Y aunque no se hizo rico con el descubrimiento del ejército de guerreros de terracota, el campesino está orgulloso de su hazaña: “Es la octava maravilla del mundo”.

Del 15 de marzo al 17 de noviembre de 2013, el Museo de Historia de Berna presenta una exposición sobre el Mausoleo del Emperador Qin y su ejército de guerreros de terracota. Es la primera muestra de esta envergadura sobre el tema en Suiza.

Titulada Qin, el emperador eterno y sus guerreros de terracota, la muestra reúne diez estatuas originales de soldados, además de otros 220 objetos.

El Mausoleo del Emperador Qin se encuentra en el distrito de Lintong, a 30 kilómetros de la ciudad de Xi’an, en la provincia de Shaanxi (noroeste de China). Las estatuas de hombres y caballos son de tamaño natural.

Hay aproximadamente 8.000 esculturas, de las cuales se han desenterrado apenas 1.500. Los guerreros de terracota se dividen en varias categorías: generales, infantería, soldados con armaduras, arqueros arrodillados y otros.

Fueron igualmente desenterradas miles de armas reales, así como el carro en bronce del emperador Qin, que se expone en el Museo del Mausoleo. En 1987 el sitio fue declarado patrimonio mundial de la Unesco.

(Tradución: Rodrigo Carrizo Couto)

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