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Sin él, la vida en Suiza sería más cara…

Stefan Meierhans, supervisor suizo de los precios
El supervisor suizo de los precios, Stefan Meierhans es abogado y miembro del Partido Cristiano Demócrata. swissinfo.ch

Suiza tiene un supervisor oficial que lucha día tras día por abatir los precios injustos para el bolsillo de los consumidores. Pero ¿quién es y en dónde considera que aún existe margen de maniobra para realizar ahorros?

Stephan Meierhans recibe un alud de mensajes cada año (alrededor de 2 500 entre cartas tradicionales y correos electrónicos). Los remitentes son clientes molestos o afectados por los precios excesivos. Alguna vez incluso recibió pañales de alguno de ellos.

Sí, lo que acaba de decir Mehierhans suena terrible. Por ello, cuando expresa de forma tan contundente y pragmática que su oficina “lo ha experimentado absolutamente todo”, nos obliga a confirmar. “¿Quiere decir que ha recibido pañales usados?”.

“¡Oh, no! Jamás. Gracias a Dios, no”, responde, estremecido de risa al imaginar esa posibilidad. Y precisa que, más bien, la gente le envía productos que ha adquirido en el extranjero para evidenciar la enorme diferencia de precio para el mismo artículo, o uno equivalente, en Suiza.

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Usted pregunta… ¡Y él responde!

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Un buen ejemplo de lo anterior, dice, son los productos para la incontinencia, que en Suiza son verdaderamente costosos.

“Las regulaciones aquí son demasiado explícitas y detalladas. Esto hace que solo algunas tiendas especializadas puedan venderlos, provocando una competencia limitada que genera precios más altos”, explica Meierhans. Añade que existe, además, un problema y un debate sistémicos sobre aquello que deberían rembolsar las compañías de seguro y lo que no lo amerita.

En los 10 años que Meierhans tiene al frente de esta oficina -ninguno de sus antecesores había durado tanto en el cargo-, ha observado una caída significativa en los precios de algunos productos domésticos y de importación, pero que se debe esencialmente a que la fortaleza del franco suizo -frente al euro y el dólar- ha “abaratado” los productos adquiridos en el extranjero.

Pero hay muchos bienes y servicios para los cuales el consumidor suizo no tiene opciones. Por ejemplo, no puede elegir qué compañía le ofrecerá un trayecto en tren, a mejor precio, entre Zúrich y Berna.

“Nuestra constitución afirma que cuando existe dominancia en el mercado y un precio no es resultado de una competencia efectiva, el consumidor tiene derecho a ser protegido. Mi rol es pues proteger a los consumidores cuando la competencia no está funcionando como debe”, explica Meierhans.

Compras personales

No es precisamente la torre de marfil, pero sí hay muchos destellos de luz en la bernesa Secretaría de Estado de Educación, Investigación e InnovaciónEnlace externo, en donde también se ubica la sede de la Oficina Federal de Supervisión de CostosEnlace externo, la trinchera en la que labora cotidianamente el “Señor Precios” junto con su equipo de 17 personas.

Amable y buen conversador, Meierhans, de 49 años, parece disfrutar nuestra visita. En su luminosa oficina se observa una inmensa pintura abstracta que fusiona tonalidades verdes, azules y rojizas. El vigilante de los precios nos ofrece un vaso de burbujeante agua mineral de origen suizo que vierte lentamente desde una botella que muestra en su etiqueta una cabra alpina.

Cuestionado sobre las experiencias negativas que ha tenido como consumidor, hace memoria y afirma que de niño le molestaba que su dinero de bolsillo no le alcanzara para comprar siquiera algunos dulces. Y añade que, más tarde, durante sus estudios en Noruega, decidió apodar a la pequeña tienda de conveniencia que estaba cerca de su casa como “estafadora durante las 24 horas del día”.

En el presente, Meierhans arquea las cejas cuando mira los precios de los llamados productos “orgánicos”.

“La realidad es que en Suiza ya todo es orgánico desde hace varias décadas. Pero ahora se ha convertido en una etiqueta especial y (el consumidor) tiene que pagar grandes cantidades por ella. Algunas veces los precios son extraordinariamente altos, pero mientras exista suficiente demanda, así seguirá funcionando el mercado”, dice.

Afirma que cuando sale a hacer compras o viaja en tranvía, la gente frecuentemente lo reconoce. Y los más osados, incluso se acercan a charlar con él.

“La gente me dice que debería observar más de cerca tal o cual precio. No me abruma en absoluto, los suizos suelen ser gente bastante discreta”, afirma. Sobre las 2 500 misivas que le hacen llegar cada año, asegura que cada una recibe una respuesta de una o dos páginas.

“Intentamos mostrar a la gente posibles ‘rutas de escape’, informándoles si existe competencia real y preguntándoles si han intentado ya las soluciones que les proponemos en nuestra respuesta. Realmente tratamos de apoyar al consumidor y a los ciudadanos, en general”.  

Decisiones bien informadas

En sectores como el de la salud o el transporte, la falta de transparencia hace difícil determinar si los precios son correctos, advierte Meierhans.

“Cuando las personas desconocen en qué consiste exactamente la selección que están haciendo, es difícil decidir. La transparencia es un ingrediente esencial para la competencia. Y la transparencia es, justamente, una de las partes más importantes de mi trabajo: debo crear un ambiente de competencia en donde no existe y brindar a los consumidores esa información”.

En febrero, su oficina dio a conocer un portal en línea que ofrece los precios de los 20 procedimientos más comunesEnlace externo en los hospitales suizos. Esta información permite a los usuarios ordenar los datos según la ubicación del hospital y el nombre de la aseguradora.

Mehierhans considera que, incluso si la gente no quiere comparar los precios de los procedimientos que cubren los seguros de salud, sí tendría que interesarse, al menos de forma general, en la evolución de los precios del sector salud porque son una carga financiera cada vez más importante para la sociedad suiza.

De acuerdo con el “Señor Precios”, alrededor del 13% del PIB suizo se destina a la atención médica, un gasto que aumenta cinco veces más rápido que los salarios.

“Es una bomba de tiempo que nos explotará en la cara si no hacemos nada al respecto”, advierte.

Actualmente, su oficina no tiene injerencia directa en la regulación de los precios de las primas de seguros o de los procedimientos médicos, pero su opinión sobre los mismos sí tiene importancia. En 2017, Meierhans hizo 38 propuestas concretas para reducir los gastos médicos.

“El Gobierno decidirá esta primavera qué medidas han de tomarse y cómo se materializarán. Espero que al menos logremos que no haya más incrementos sustanciales en los gastos sanitarios”.

El costo de desplazarse

El costo del transporte público es otro de los desafíos perennes de Meierhans, quien se dice insatisfecho de la distribución de los recursos generados por los pases anuales de tren. Asegura que mientras los gastos del sistema ferroviario aumentan efectivamente, el sistema de autobuses se beneficia con la caída en el precio del diésel. Por lo tanto, solo los proveedores que tienen necesidad de ello deberían aumentar sus tarifas.

Pero, ¿cómo resolver este problema?

“Se desarrollan nuevos sistemas que combinan la geolocalización, la emisión de billetes automáticos y el potencial de los teléfonos inteligentes para calcular el precio exacto de los viajes que realiza cada pasajero por día. Es una solución, y no tengo duda de que está por llegar”, dice Meierhans.

Ahorrando dinero

Como cualquier otro consumidor, el vigilante suizo de los precios también valora las gangas cuando de viajar se trata.

“Iré a una boda en Francia este verano, y conseguí una extraordinaria tarifa aérea. Los precios de los billetes de avión son un enigma, nadie los entiende, pero al parecer hay una sola regla: reserva con la mayor antelación posible”. En este caso, yo lo hice nueve meses antes.

Dice que no se molesta juntando millas por los viajes aéreos que realiza, pero sí colecta puntos a través del sistema Cumulus, con el que la cadena de supermercados Migros premia la fidelidad de sus clientes. Y solo tiene dos tarjetas de crédito, una de ellas le fue ofrecida gratuitamente por Migros, que utiliza para compras locales.

“Y tengo una (tarjeta) que utilizo en el extranjero para obtener mejores tipos de cambio; me evita pagar las comisiones que tendría que pagar si utilizara una tarjeta de crédito doméstica”, explica Meierhans y se apresta a dar otros consejos a los consumidores.

“Deben observar de cerca todo lo que utilizan, para evitar sorpresas desagradables. Por ejemplo, la tasa de interés que es cobrada cuando se paga con demora. A veces uno solo tiene 15 días para pagar y el día 16, le cae encima una tasa del 50%. Hay que ser muy cuidadoso”, advierte.

Cabello y ahorros

El tema de su singular peinado, con un mechón lacio que le cae por uno de los costados del rostro, es abordado hasta el final de la entrevista, cuando llega la hora de tomar las fotografías.

“Déjeme revisar bien mi cabello, si no me toca recibir al menos una carta por semana alusiva a mi corte de cabello”, bromea mientras abre el compartimiento de un armario del que saca un espejo. Coincidimos en que su estilo le va bien y en que sería aburrido que todos los hombres se peinaran al estilo “chicos tradicionales”.

Es modesto con respecto a la contribución que ha hecho para ayudar a que los suizos ahorren dinero desde hace 10 años.

“Conservo las estadísticas (de los resultados obtenidos), pero no suelo publicarlas porque cuando hago una propuesta o sugerencia para modificar una ley; no soy yo quien toma la decisión, yo solo hago recomendaciones”, dice.

Sin embargo, su oficina ahorra alrededor de 300 millones de francos anuales en áreas en donde él tiene influencia directa, como el transporte público, los servicios postales, o el manejo de desechos.

También se han reducido las tarifas hospitalarias alrededor de 10% desde el 2012, cuando se introdujo un nuevo sistema, promovido por su oficina. Esto genera ahorros por otros 1 000 millones de francos al año.

“Pero esto no significa que sea mi mérito. Yo solo he contribuido a ahorrar esos millones, pero no todo se debe a mi trabajo”, acota.

¿Recibe algún bono o compensación derivado de estos ahorros?, se le pregunta. “Es una sugerencia que le he hecho al ministro de Economía, pero no parece muy entusiasta al respecto”, concluye riendo de buena gana Meierhans.


El “Señor Precios” suizo

1973: Suiza crea el cargo de supervisor de precios.

Desde 2008, Stefan Meierhans ocupa el cargo. Sus 6 predecesores no duraron tanto.

Su función no tiene equivalente en otros países, salvo en Italia. “Mister Prezzi” existe desde hace una década.

Otros países tienen comisiones que observan el desarrollo del comercio y combaten carteles y monopolios, o un ombudsman que protege a los consumidores.

El observador suizo analiza la evolución de los precios para prevenir abusos derivados de monopolios públicos o privados.

Sus acciones se basan en sus propias observaciones y en la información que recibe de los consumidores.  

Si detecta irregularidades, intenta primero mediar y generar acuerdos. Si no es suficiente, emite resoluciones a presentar ante el Tribunal Federal Administrativo.

Si se trata de precios fijados por el Gobierno, puede emitir recomendaciones. Las autoridades deben consultarle antes de aumentar algún precio, para que sugiera alternativas que prevengan una espiral de precios.

Si pese a ello, las autoridades deciden incrementar los precios o las tarifas, deben publicar sus recomendaciones y explicar por qué no las siguieron.

En 2017, por ejemplo, Meierhans y su equipo analizaron los precios de los gastos hospitalarios, los medicamentos genéricos, el agua, las aguas residuales, la eliminación de desechos y el canon para la radio y la televisión, entre otros.

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