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Expo.02: El balance de los protagonistas

La Exposición Nacional Suiza cierra sus puertas este domingo. Keystone

Dedicaron varios años de su vida a la Exposición Nacional, que idearon, vieron surgir y condujeron a buen puerto. Ahora verán cómo se desmonta.

Son Nelly Wenger, directora, Franz Steinegger, presidente, y Martin Heller, director artístico del evento.

Son numerosas las personas que trabajaron para la Exposición Nacional Suiza (Expo.02) que concluye este domingo. Pero algunos encarnaron más que otros la imagen hacia el exterior.

En primer lugar, la directora Nelly Wenger, convertida ahora casi en un icono de la exposición. Le sigue el director artístico Martín Heller. Y por último Franz Steinegger, ex presidente del Partido Radical catapultado en 1999 a la presidencia del Comité Directivo del evento, en virtud de su fama de buen coordinador.

Hoy, en vísperas de la clausura, ¿cuáles son los sentimientos que conservan de la aventura, que hasta el último momento hacía dudar de la posibilidad del éxito, y sobre todo en el plano de los costos que desató tanta polémica?

“Un alegre encuentro federal”

Para todos, en primer lugar, fue la afluencia del público y la reacción ampliamente positiva de los visitantes. “Los visitantes se apoderaron de la exposición de una manera maravillosa. Lo que aconteció demuestra que era una profunda aspiración de un evento colectivo”, comenta Nelly Wenger.

“Teníamos la pretensión de realizar una exposición para todos, afirma por su parte, Martin Heller. Al observar como las personas reaccionaron, me siento con el derecho de decir que se alcanzó el objetivo”.

Y más aún, el clima de fiesta, “el alegre encuentro federal”, como lo llama con esa expresión helvética Franz Steinegger, es el principal recuerdo de quienes siguieron paso a paso la realización de la Expo.

Sorpresa en el extranjero

En cuanto a las reacciones fuera de las fronteras helvéticas, hay que destacar el orgullo de haber logrado poner en pie un evento de tal magnitud. Franz Steinegger no oculta la satisfacción por los amplios comentarios publicados en la prensa extranjera. “No se pensaba que Suiza podía realizar algo semejante.”

“Los países vecinos quedaron sorprendidos”, agrega Nelly Wenger. “No veíamos a Suiza de esta manera, capaz de producir cosas bellas, grande, moderna. De poner el acento en el agua y su fluidez siendo un país de montaña. De crear una atmósfera convival.”

Suiza relajada

Pero es cierto que también hubo algo más, la esperanza o la conciencia de haber contribuido a proyectar una imagen nueva de Suiza, más cercana de la sensibilidad moderna.

“En 1964, la Exposición Nacional fue la expresión de una época de renovación, pero estaba todavía anclada en los valores tradicionales y en una actitud defensiva”, observa Franz Steinegger. “Hoy yo veo una Suiza curiosa, abierta, pero también con cierta autoestima. Una Suiza que no quiere renunciar a sí misma”.

Formulando algunas hipótesis sobre las huellas que Expo.02 dejará en la memoria colectiva del país, Martin Heller opina que el evento podrá ser recordado como el momento de “decontracción nacional”. “Los que trabajaron en ella lograron una especie de fluidificación de conceptos difíciles y pesados, como son los de patria y nación”.

Análogo es el razonamiento de Nelly Wenger: “La Expo refleja una Suiza que se banaliza, en el sentido de que reconoce ser parte del mundo, con los mismos problemas de los demás, pero también con las mismas aspiraciones”.

La cruz financiera

La satisfacción por el éxito de la organización no puede ocultar la acusación que ha pesado durante la exposición nacional (y que continúa pesando): la de ser un desastre financiero, una verdadera máquina ‘tragaperras’.

En diciembre, el Parlamento deberá decidir acerca de un crédito suplementario de 90 millones de francos y hay quienes temen imprevistos, de cara al desmantelamiento de la infraestructura. El Partido Ecologista estuvo a punto de solicitar una comisión investigadora sobre la gestión financiera de la exposición nacional.

No obstante, para Nelly Wenger no se puede hablar de desastre. “Es un milagro que se haya logrado realizar esta exposición, y que sea un éxito. Es bonita, a la gente le gusta, los países vecinos quedaron sorprendidos. Esta es la situación objetiva”.

Es verdad que el dinero no fue suficiente, admite la directora de la Expo02. “¿Pero es esa una justificación para hablar de desastre?”, concluye.

Andrea Tognina

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