Cuando el ‘intercambio cultural’ es más que eso

La joven suiza Melanie Nussbaumer llegó en 2004 a la Argentina para realizar un intercambio cultural con un programa de la AFS.
Impactada por la pobreza y la desigualdad que observó en el norte del país, durante dos años juntó fondos entre amigos y parientes para ayudar a los más necesitados, y hoy está de vuelta ‘con las manos llenas’.
Melanie Nussbaumer tiene 20 años y estudia la carrera de Relaciones Internacionales en Ginebra. Oriunda de Basilea y con apenas 17 años, llegó a la Argentina el 2004 con un programa de la asociación internacional ‘AFS Intercultural Programs’, y durante un año se radicó en la provincia norteña de Misiones, donde vivió con diferentes familias anfitrionas.
Aunque su experiencia en el país sudamericano fue enriquecedora e inolvidable, Melanie confiesa:
«La verdad es que yo no elegí Argentina. Para mí era importante hacer la experiencia de un intercambio, pero como me inscribí muy tarde no había muchos países que tenían lugares abiertos. Entonces, cuando fui a hacer la entrevista en Suiza con la AFS y charlamos, finalmente dijeron que les parecía que Argentina sería un buen destino para mí. Y me dije: ¡bueno, vamos!»
«Nadie quería aceptar a una chica menonita»
Melanie relata a swissinfo que no conocía el país, pero que tenía una amiga suiza que ya había hecho el intercambio en Argentina y se lo recomendó y agrega que el destino de Misiones no fue casual:
«Hay una razón por la que fui a Misiones, pero es medio gracioso porque yo en Suiza soy de religión menonita. Pero no es como los menonitas de acá, sino otra cosa muy diferente. Es decir, ¡yo no parecía menonita!»
En Argentina, existen actualmente colonias menonitas que viven tal como en el siglo pasado, con atuendos campesinos; sin luz eléctrica, sin teléfonos y sin automóviles; no conocen la televisión ni la radio ni las computadoras y, fundamentalmente, son agricultores y se alejan de cualquier idea de modernidad.
Aunque en Misiones y en todo el norte del país es bastante común encontrar personas de dicha doctrina, muchas de las familias inscritas para acoger jóvenes de intercambio no querían aceptar a Melanie, porque en su imaginario ser menonita era ser ‘antimodernos’.
«Zuni Fernández (la representante de AFS en Misiones) después me contó que la organización mandó un mail a todos los representantes buscando una familia para una menonita, porque nadie quería aceptarme porque pensaban que yo era así, como los religiosos más tradicionales», cuenta riendo y con tonada misionera.
Finalmente la joven suiza llegó a la provincia mesopotámica adoptada por una familia no-menonita, luego de hacer una orientación sobre la región, su cultura, las costumbres y las normas de seguridad a tener en cuenta.
El arribo a Misiones
«Apenas llegué me gustó. Me gustó mucho al principio porque la gente era muy abierta y eso me impresionó porque todos los estudiantes de intercambio que vienen a Suiza tienen el problema que no pueden hacer amistad con los suizos, porque viste que son todos así, medio distanciados… Y acá nada que ver», relata la joven.
Melanie cumplió los 18 años estando en Misiones, vivió con tres familias diferentes y, aunque ya había terminado sus estudios secundarios en Suiza, asistió a clases de cuarto y quinto año de la escuela media, como parte del intercambio:
«Primero fui a un colegio semi-privado, católico, con monjas y uniforme, que no me gustó», cuenta sin dejar de reírse y agrega:
«Estuve un mes y medio allí, y el primer problema que tuve fue con mi familia anfitriona porque no quería que entrara en el quinto año de la secundaria porque es cuando se hace el viaje de egresados a Bariloche y la recepción»
«Además, como el nivel en Suiza se evalúa de otro modo, para mí, finalmente era medio aburrido. Por ejemplo, creo que en matemáticas, química y física teníamos más o menos el mismo nivel, mientras que en historia, por ejemplo, nosotros estamos más avanzados».
Finalmente e invitada por amigos lugareños, la adolescente pudo hacer su ‘viaje de egresados’ con los estudiantes de quinto año, y abrazar el sueño de viajar a Bariloche, una de las tradiciones más añoradas por los chicos que terminan el colegio secundario.
El norte argentino y las ‘caras’ de la pobreza
Lo primero que impresionó a Melanie fue la pobreza del norte argentino, que le hizo experimentar una sensación de impotencia, tristeza y desconcierto:
«Apenas vine me impresionó mucho la pobreza. Al principio me chocó y me sentí muy mal, triste, no sabía qué hacer, no sabía cómo se podía ayudar… Y después uno se acostumbra un poco y si viene un chico pobre que te pide plata ya no te choca tanto».
«Pero al principio yo ¡puhhh! ¡No sabía qué hacer!. Y creo que ese no saber qué hacer lo sentí siempre un poco. Pensaba ‘no estoy haciendo nada’. Sentía impotencia…», cuenta apasionada.
Pero Melanie no se quedó con su tristeza a cuestas, sino que luego de vivir un año en tierras misioneras y antes de regresar a Suiza se propuso «hacer algo» para agradecer la calidez que había recibido:
«Cuando me fui yo sabía que quería hacer algo. Y le dije a Zuni: voy a ir a Suiza a juntar plata y cuando vuelva voy a hacer algo. Y fui a Suiza, junté la plata y ahora volví».
swissinfo, Norma Domínguez, desde Buenos Aires
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La AFS es una organización internacional, de base voluntaria, no gubernamental, sin fines de lucro que promueve oportunidades de aprendizaje intercultural para ayudar a sus participantes a que desarrollen los conocimientos, las destrezas y el entendimiento necesario para crear un mundo más justo y en paz.
Para la AFS, Melanie se ha convertido en un ejemplo de ‘embajadora’ para Suiza y la Institución.
Melanie Nussbaumer nació en Basilea hace 20 años y llegó a la Argentina en 2004 para realizar un intercambio cultural con la AFS.
Es hija de Eric Nussbaumer y Margrit Waelti Nussbaumer, y tiene dos hermanos: Michi (22) y Christine (24).
Actualmente estudia la carrera de Relaciones Internacionales, en la Universidad de Ginebra).
Durante dos años se dedicó en Suiza a reunir fondos para ayudar a instituciones necesitadas de Posadas, capital de la provincia de Misiones.
Con el apoyo de familiares y amigos logró juntar donaciones y este año regresó a concretar su misión solidaria.
Una de las donaciones de Melanie fue a un centro comunitario del barrio San Gerardo, de Posadas y consistió en ventiladores, espejos de pared (para el estudio de danza) e instrumentos musicales para formar una murga, entre otras cosas.

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