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Incertidumbre entre la mano de obra extranjera

Keystone/Georg Gerster

¿Podré seguir empleado en Suiza? ¿Mi esposa tendrá derecho también a trabajar? ¿Qué pasará con mi estatus transfronterizo? ¿Debo deslocalizar mi empresa? Dos meses tras el ‘sí’ de la ciudadanía suiza a poner freno a la inmigración, el desconcierto sigue entre los extranjeros que viven y trabajan en Ginebra.

“Antes de venir aquí, trabajé en Bélgica, Irlanda y Chipre gracias a la libre circulación de personas en la Unión Europea. Para mí resulta paradójico estar por primera vez en el centro de Europa y, al mismo tiempo, fuera de la Europa comunitaria. A esto se suma la inseguridad de que podamos continuar aquí”, comenta Patrick Soetens, director belga del banco en línea Strateo. Trabaja en Ginebra, pero vive en la vecina Francia.

La incertitud subsiste entre los expatriados y trabajadores fronterizos en la región de Ginebra tras el voto contra la inmigración en Suiza del 9 de febrero pasado, cuyas implicaciones potenciales aún se desconocen. Ese día, una estrecha mayoría de los votantes dijo ‘sí’ a la iniciativa del partido político más popular del país,  la Unión Democrática de Centro (UDC, derecha conservadora) para frenar la inmigración y reintroducir contingentes de trabajadores provenientes de la UE.

Suiza ahora se confronta a las complejidades prácticas y a los costos económicos de lo que significa traducir esta decisión ciudadana en nuevas leyes y regulaciones en un plazo de tres años.

Soetens ha sido uno de los 200 participantes en el encuentro organizado por la plataforma Glocals.com, dirigida a la comunidad de trabajadores inmigrantes en Suiza.

A la cita, celebrada el mes pasado en Ginebra, acudió Pierre Maudet, ministro de Economía y Seguridad del cantón homónimo, para explicar a los presentes lo que significa el voto de febrero y los posibles pasos a seguir para responder a esta voluntad del pueblo helvético.

EL fundador de Glocals, Nir Ofek, advirtió en el encuentro que el rechazo a la inmigración en la forma actual sigue siendo un “tema candente” entre los 100.000 miembros del foro Glocals.com, aún ‘sedientos de información’.

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Las preguntas a Pierre Maudet abarcaron múltiples aspectos: ¿Cuál será el impacto en los derechos del trabajador de la UE para vivir en Suiza con su familia? ¿Cuáles serán las repercusiones en el proceso para solicitar la ciudadanía helvética? ¿Cómo se reintroducirán los contingentes de mano de obra y  ese paso será compatible con el acuerdo de libre circulación entre Suiza y la UE? ¿Cómo resultarán afectados aquellos trabajadores que no provienen de la UE? ¿Cómo se aplicarán las cuotas y a qué nivel, por sector o por regiones?

Sin tener respuestas concretas a todas esas cuestiones, Maudet trató de calmar los ánimos:

“No tengo una bola de cristal para predecir lo que sucederá en los próximos tres años, pero puedo decirles que no nos quedaremos con los brazos cruzados, lucharemos.”

No debe cundir el pánico, subrayó el político, miembro del Partido Liberal Radical (PLR, derecha). “Tres años es mucho tiempo y Suiza tiene una habilidad fantástica de adaptación”.

Maudet agregó que el gobierno cantonal planifica examinar todas las opciones en vista y, cuando llegue el momento de discutir las cuotas de trabajadores extranjeros, estar preparado para defender una posición fuerte como región fronteriza y sede de la Ginebra internacional, en el mismo tenor que Basilea y Tesino, cantones que también dependen de la mano de obra extranjera.

Su mensaje parece haber sido bien recibido por la audiencia.

“No estoy tan preocupado. Creo que el gobierno helvético logrará encontrar una solución”, indicó, al término del encuentro, el británico Matthew Leguen de Lacroix, un gerente asociado de la empresa inmobiliaria a DTZ.

El 9 de febrero de 2014, con el 50,3% de los votos, el electorado suizo apoyó la iniciativa ‘Contra la inmigración en masa’, impulsada por el partido Unión Democrática de Centro (UDC) y que solicita reintroducir contingentes anuales de mano de obra extranjera, dar preferencia a los trabajadores nacionales y restringir los derechos sociales de los inmigrantes.

También exige que en los próximos tres años Suiza anule o renegocie tratados internacionales que no cumplan con estos objetivos, como el acuerdo de libre circulación de personas con la UE, en vigor desde 2002.

El gobierno helvético elaborará hasta finales de este año un proyecto de ley para limitar la inmigración. También se encargará de establecer un plan de implementación que debe estar listo a finales de junio y entablará conversaciones con los 28 miembros de la UE sobre el futuro de los acuerdos bilaterales, incluido, evidentemente, el de la libre circulación.

Señales de aprensión

El resultado del voto de febrero fue una reacción al incremento neto de la inmigración en Suiza,  con 80.000 entradas anuales en el último quinquenio. La cuota de extranjeros en Suiza asciende a 23% de la población total de 8 millones de habitantes. En Ginebra, es de 41%. Seis de cada diez trabajadores extranjeros provienen de la Unión Europea.

Sede de más de 900 multinacionales, Ginebra ocupa a miles de empleados extranjeros, entre ellos 69.000 trabajadores que viven en las zonas fronterizas de la vecina Francia.

Jean-François Besson, secretario general de la Asociación de Trabajadores Fronterizos (GTE) subraya que, a dos meses de la votación, la situación no se ha esclarecido y la preocupación crece.

“Nos damos cuenta de que crece la aprensión de los suizos,”, advierte.  También subsisten temores de que los eventuales contingentes favorezcan a los sectores de la economía privada, en detrimento de la administración pública que emplea actualmente a muchos trabajadores fronterizos.

La elite económica suiza también menciona una inseguridad creciente y que un freno a la inmigración podría dañar la competitividad del país, capaz de generar al menos 80.000 puestos de trabajo en los próximos tres años, según indica un informe del banco Credit Suisse.

“El aumento de iniciativas populares, incluida aquella contra la inmigración, ha provocado mayor incertitud y afecta la estabilidad y previsibilidad del sistema político y legal de Suiza”, asegura Frédérique Reeb-Landry, presidenta del Grupo de Empresas Multinacionales (GEM), una asociación que representa a 81 consorcios en la región del Lago Leman.

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Familias preocupadas

Pero los cabeza de familia extranjeros no son los únicos en preocuparse por su futuro. “Sus cónyuges, que evidentemente viven aquí con ellos, ¿podrán recibir un permiso de trabajo?”, se pregunta Andrea Delannoy, gerente de ‘Spouse Career Centre SCC Sarl’, empresa que asesora a estas parejas en su propia búsqueda de empleo en Suiza.

Tampoco hay que olvidar al personal que ocupa la Ginebra internacional. A diferencia de las 250 organizaciones no gubernamentales con sede en Ginebra y las numerosas federaciones deportivas internacionales en el vecino cantón de Vaud, los trabajadores de Naciones Unidas y otras instituciones relacionadas con ella no se verán afectados por un futuro sistema de contingentes. Al menos, no directamente.

“El resultado de este voto no afecta los derechos laborales del personal de Naciones Unidas, que no depende de un permiso laboral, sino de una autorización especial de trabajo y estancia en Suiza denominada ‘carta de legitimación’, otorgada por el Ministerio de Asuntos Exteriores, explica Ian Richards, secretario ejecutivo del Consejo de Coordinación de Personal de la Oficina de Naciones Unidas en Ginebra. “De cualquier modo estamos preocupados por el efecto que tendrá esta iniciativa para las parejas e hijos de nuestro personal y en el caso de que nuestros empleados deseen permanecer en Suiza tras su jubilación”.

“Las modificaciones en las regulaciones migratorias podrían tener un efecto devastador, si el cónyuge, sin empleo en Naciones Unidas, quiere trabajar en Suiza. Ginebra podría resultar mucho menos atractiva por . Desde un punto de vista práctico, la imagen que nuestros colegas tienen de Suiza, especialmente en el caso de aquellos que piensan venir aquí, se vería afectada”.

Traducción: Patricia Islas

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