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La diáspora no es homogénea

Roque Carlos Oggier, (y su esposa), presidente de la Federación de Sociedades Suizas de Argentina: es un orgullo ser suizo en el extranjero. swissinfo.ch

La comunidad de suizos del extranjero dejó de ser un conglomerado homogéneo con la aparición de la nueva generación de emigrantes del “boom” económico.

Aparecen nuevas categorías, como la de los jubilados en los países mediterráneos o los hombres de negocios en los países emergentes. Pero todos se sienten orgullosos de ser suizos.

El 82° Congreso de los Suizos del extranjero celebrado entre el 20 y 23 de agosto en la ciudad de Winterthur, en Suiza oriental, congregó a más de 300 participantes. La mayoría acudió en representación de las numerosas colectividades suizas repartidas a través del mundo.

Una buena oportunidad para saber algo más de esos expatriados, que en gran parte emigraron en busca de nuevas oportunidades económicas, un proceso que lleva ya varios siglos. Se trata de la emigración histórica, que se contrapone a la emigración de la globalización.

Sociedad heterogénea

“Pero el conglomerado de suizos del extranjero, más de 600 mil personas, ya no es más una colectividad homogenea”, estima Hermann Meyer, delegado de las organizaciones de suizos de Ecuador, Colombia y Venezuela.

En efecto, entre los expatriados conviven descendientes de la generación de emigrantes de los siglos pasados, (XVIII-XIX) con las nuevas generaciones de funcionarios, hombres de negocios y jubilados.

Los primeros son en su mayoría doble nacionales que viven entre dos culturas, pero muy enraízados en sus nuevas patrias de adopción. La última generación emigrante, es en cierta medida producto de la globalización y representa a una elite intelectual y económica en busca de nuevos horizontes.

En este grupo destacan representantes de las principales industrias suizas, funcionarios de organismos de cooperación, ONG, y empresarios privados en plan de negocios en los países emergentes.

Los pensionados del mediterráneo

Pero también encontramos la categoría de los jubilados, los suizos pensionados, que en su mayoría se han establecido en los países mediterráneos. De hecho, la colonia española es la que más ha incrementado sus miembros.

Son los suizos que vivieron la época del despegue económico de la post guerra, que invirtieron pensando en la vejez. “En mis tiempos no existía el seguro de vejez complementario como ahora y había que pensar como conservar el mismo nivel económico alcanzado en la vida activa”, afirma Christophe Pittet, que escogió la isla de Mallorca para pasar su vejez.

Cierto, su esposa es una española de Ginebra, lo que le ayudó en esta opción, pero afirma que la mayoría de los componentes de la colonia suiza en España, son jubilados provenientes de todas las regiones de Suiza.

“De habernos quedado en Suiza, estaríamos obligados a vivir de una pensión de vejez que nos alcanzaría apenas para sobrevivir. Los gastos de seguros de enfermedad, dentista, y del arriendo no habríamos podido solventarlos”, sostiene la señora Pittet.

“En cambio en España somos propietarios, pagamos menos por seguros, y la pensión de jubilación nos alcanza para vivir bien, incluso nos permite asistir cada año a los congresos de la 5° Suiza, ocasión que aprovechamos para visitar a la familia”, agrega.

Diversos sentimientos

Esta diversidad de emigrantes, hace que el sentimiento patriótico no sea el mismo. Por ejemplo, para Maya Nerini Hannard, presidente del Club Suizo de París, soprano y con varios años de residencia en Barcelona, su orgullo es poder irradiar cultura.

“Aporto una parte de mi país, con mi mentalidad, y eso es la forma de cómo transmito cultura, que es una cultura helvética”, afirma.

Para Diego Böstchi, presidente de la Cámara de Comercio Suiza Uruguaya, su orgullo consiste en transmitir una cierta concepción del saber hacer, de una mentalidad realista. “El sentido de la responsabilidad para cumplir con los compromisos financieros”, explica.

Un sentimiento que contrasta con la de la octogenaria Rosa Grandjean. “Yo no represento a ninguna organización de suizos. Vivo en Paraguay donde mis padres llegaron desde Neuchâtel como colonos. Mis nietos me pagaron el pasaje y vine, porque antes de morirme quería conocer la patria de ellos”.

“Extraño, dice, en Paraguay me sentía suiza hasta la médula. Ahora, aquí en mis raíces, me siento profundamente paraguaya…”

¿Desilusionada?

Como respuesta se aferra al brazo de su nieta y se aleja dejándonos una sonrisa para descifrar.

(Este reportaje sigue en ‘Más sobre el tema’)

swissinfo, Alberto Dufey

612.562 suizos vivían en el extranjero en el 2003. Es decir 16.628 personas más que en el 2002.

Durante los siglos pasados, de preferencia eran los hombres los que emigraban. Hoy son las mujeres.
También jubilados, hombres de negocios y profesionales independientes.

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