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De fresco torrente a río majestuoso

Imagen del Lai da Tuma, el origen del Rin en el cantón suizo de los Grisones Keystone

Desde el nacimiento del Rin en los Alpes en Suiza, hasta su salida del país en la ciudad fronteriza e industrial de Basilea, swissinfo.ch exploró este cauce vital europeo. En este tramo, numerosas represas destruyen el hábitat acuático, pero hay signos de mejora.

El agua dulce y fresca me devuelve la vitalidad. De nuevo bebo un sorbo haciendo un hueco entre mis manos bajo el chorro que desciende al Lai da Tuma, el nombre romance del Lago de Toma, a 2.345 metros de altura en los Alpes suizos, considerado el origen del Rin anterior.

A diferencia de mi guía, Marta, apenas puedo respirar luego de una hora y media de ascenso en el Paso Oberalp, entre las fronteras de los cantones de Uri y los Grisones, por lo que estoy feliz de esta pausa en un prado con vista a esta piscina natural de colores verde y plateado.

En el ‘Lai da Tuma’

Es lunes y el lugar es solo para nosotros… Estoy seducido por esta maravilla natural.

Es lunes y el lugar es solo para nosotros. Silencio absoluto, salvo por el ocasional gorjeo de las aves o el silbido de las marmotas. Estoy seducido por esta maravilla natural.

Lai da Tuma no está al amparo de la influencia del hombre. En el verano  de 2012 se inauguró aquí el Camino de las Cuatro Fuentes, una pista de 90 km. que une los torrentes del Rin, el Ródano, el Reuss y el río Tesino. Miles de visitantes acudieron a la cita y se bañaron en esta agua gélida.

“Hace veinte años la gente te calificaba de loco si ibas al Tuma, pero ahora hay muchos jóvenes que hacen el viaje”, comenta Marta.

No todo el mundo se alegra por ello. La organización ambientalista Pro Natura advierte que el turismo produce impactos negativos en el entorno natural.

Pero Marta no está de acuerdo: “Hace unos diez año se veían papel y botellas tiradas, pero ahora la gente es mucho más respetuosa y cuidadosa con la naturaleza. No me preocupa el gran número de turistas, no ahora. ¿Pero qué queremos si vivimos del turismo?

Las nubes se avecinan y es tiempo de iniciar mi camino hacia el Este. Surgido del lago, el caudal Rein da Tuma pasa por una oscura cueva  glacial y  emerge 20 metros abajo para iniciar un épico viaje de 1.230 kilómetros que concluirá en el Mar del Norte.

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Ir con la corriente del Rin

Este contenido fue publicado en Su cauce, veloz en la montaña, es aprovechado por la industria eléctrica y por los amantes de la pesca y el recreo en sus aguas. (Imágenes: Simon Bradley / swissinfo.ch)

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Bajo tierra

Al descender de la montaña me percato de que el torrente desaparece de nuevo bajo tierra. Esta vez no vuelve a emerger. ¿A dónde se fue?

“¿Ve ese pequeño río?”, me indica Marta, apuntando con el dedo a un valle. “Esa no es agua del Tuma, sino de otras corrientes de esta cuenca hidrográfica”.

Como muchos otros afluentes del Rin Anterior, el Rein da Tuma, como se le llama a este cauce, es encauzado y dirigido bajo tierra por “la más importante red de centrales hidroeléctricas de Suiza” como es definida por el grupo energético Axpo, que administra esta sección.

Lo que no podemos ver son los conductos que cruzan el valle con el preciado oro azul que genera energía en las centrales hidroeléctricas construidas en la década de 1960 en pequeñas localidades como Tavanasa y Reichenau.

Cerca del 55% de la energía producida en Suiza es de origen hidroeléctrico. Una quinta parte se genera en el cantón de los Grisones, al nordeste helvético.

En el transcurso de los próximo 35 años, esta fuente energética clima-friendly deberá ayuda a responder al aumento de la demanda eléctrica En particular, con la construcción de nuevas centrales más pequeñas y más eficientes. Aunque queda la pregunta: ¿Es posible explotar aún más las fuentes acuíferas de Suiza?

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Costos medioambientales

El viaje ribereño, como probablemente ya lo advirtió, es, en realidad, un viaje por carretera, que emprendo durante el Año Internacional de la Cooperación Acuífera.

Me desvío al lado de la caída del agua sobre un peñasco justo abajo del pueblo de Disentis. Una señal de Peligro en el camino advierte la posibilidad de inundaciones frecuentes provocadas por las plantas hidroeléctricas. Ahora comprendo por qué no hay nadie aquí.

El denominado hydropeaking, la frecuente fluctuación del cauce provocada por el paso de importantes volúmenes de agua por las turbinas de las centrales hidroeléctricas durante los periodos de gran demanda de energía, es uno de los principales problemas en este trayecto del Rin.  En Suiza, más de mil kilómetros de cauces acuíferos pueden resultar afectados por estas variaciones artificiales, en particular, el cauce del Rin Anterior, su afluente hermano, el Rin Ulterior, y parte del Rin Alpino que se extiende de Reichenau al lago de Constanza.

Los costos ecológicos pueden ser altos. Voces críticas, como la de Diego Tonalla, experto hídrico de la Oficina Federal de Medio Ambiente, señalan que estas intempestivas fluctuaciones del cauce pueden arrastrar y varar a los peces y a otros organismos acuáticos, destruyendo los sitios donde depositan sus huevos, alterando el hábitat y la temperatura del agua indiscriminadamente.

Siguiendo el curso del río resulta evidente que las numerosas plantas hidroeléctricas y diques interrumpen el curso migratorio de los organismos acuáticos. Las ‘escaleras’ para peces, que les ayudan a nadar contracorriente y llegar a sus sitios de reproducción, no sirven o no existen en todas las represas. Estos diques retienen sedimentos y restos de leña en el cauce del río, mismos que tienen también una influencia importante en la naturaleza y el hábitat, como ocurre en las zonas donde la trucha marrón deposita sus huevos en el área alpina del Rin.

Poco antes del inicio de mi viaje, la asociación de pescadores ProFish alpenrhein había dado la alarma, al advertir sobre una situación “catastrófica” en la región. La organización lanzó un llamado a las autoridades y a las empresas eléctricas a fin de que apliquen lo más pronto posible las medidas acordadas en 2011, como la desviación parcial del cauce para sus fines de explotación energética, o la reducción de los flujos acuíferos que entran y salen de sus plantas.

La compañía Axpo y los cantones concernidos indican que preparan los planes para reducir el impacto ambiental, que estarán listos a fines de 2014. Las intervenciones en ciertos trayectos del río se completarán solo hasta el 2030.

Otro gran problema es el bajo nivel del agua tras el paso de la corriente por estas centrales hidroeléctricas. Desde 1992, las exigencias legales establecen mínimos claros para el lecho del río. Solo 16 de los 26 cantones helvéticos han establecido medidas para adaptar estas obligaciones de aquí al 2015. Los Grisones han postergado sus esfuerzos debido a una reciente demanda judicial.

En el pueblito ribereño de Valendas me dirijo hacia la ribera desde donde muchos temerarios descienden el río en balsa, canoa o kayak. Aquí el curso del agua ha recuperado su naturaleza salvaje. Los rápidos conducen a gran velocidad las embarcaciones entre grandes rocas, justo a la entrada del Ruinaulta, el ‘Gran Cañón’ de Suiza.

Keystone

Algunos kilómetros adelante, el río muestra una nueva personalidad. A la salida del desfiladero en Reichenau, el Rin Anterior se encuentra con el Rin Posterior descendiendo del Paso del San Bernardino. La mezcla se vuelve una sopa lodosa.

En un corsé de concreto

Desde la carretera observo a lo lejos la antigua ciudad de Coira -capital de los Grisones- y la fértil región de viñedos y frutas. Es la tierra que se describe en la conocida historia de Heidi.

En ese estrecho de 80 kilómetros, las afluentes orientales redoblan el cauce. Hace unas décadas, el río se extendía por todo ese terreno. En Triesen, al sur de Liechtenstein, su lecho alcanzaba más de un kilómetro de ancho sobre el valle.

Pero desde finales del siglo XIX se produjo una drástica corrección de nuestro protagonista, con el objetivo de proteger el territorio de inundaciones. La conquista de nuevas tierras agrícolas también afectó la biodiversidad ribereña. Y sometido a una suerte de corsé de 100 metros, el Rin desemboca en el Lago de Constanza, mostrándose completamente domesticado.

Algunas personas consideran que esto cambiará en el futuro, como es el caso del experto Lukas Indermaur, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), que con la influencia de sus trabajos en el del Río Tagliamento, al norte de Italia, el último corredor fluvial morfológicamente intacto delos Alpes, sueña con la renaturalización de algunos tramos del Rin en los Alpes.

“El Rin es como un organismo viviente y debemos cuidarlo”, me indica al mirar el río en Diepoldsau. “Hay un potencial enorme para la biodiversidad y es un corredor de migración entre los Prealpes y los Alpes”, agrega al referirse al tramo entre Coira y el lago de Constanza, lleno de centrales hidroeléctricas.

Los grandes proyectos de conservación fluvial tienen una tendencia a permanecer solo en papel, pero una iniciativa suizo-austriaca parece avanzar. Se trata del proyecto de rehabilitación y prevención Rhesi, con un presupuesto de 600 millones de francos suizos para un trayecto de 30 km. que se extiemde desde el confluente con el río Ill, entre la tercera represa, a la altura de Lichtenstein, y el lago de Constanza.

Esta iniciativa, que busca proteger la región y a sus 300.000 habitantes de las inundaciones que, según previsiones, pueden producirse cada 300 años, fue analizada en verano pasado. Dos posibles soluciones fueron evocadas. El temor de que una de ellas pudiera significar perder las fuentes de agua potable y 450 hectáreas de tierra agrícola condujo a decidir la realización de más estudios y a desplazar a 2019 el inicio de este proyecto de dos décadas de duración.

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Parque de la vida animal

En el camino a lo largo del Nuevo Canal del Rin, hacia la boca del afluente, las líbelulas vuelan alrededor de mi cabeza. Cerca, una excavadora extrae sedimentos del lecho del río.

Cada año unos tres millones de metros cúbicos de escombros flotan en el lago de Constanza. Para prevenir que la desembocadura del río se congestione, la limpieza es una tarea a tiempo completo.

El delta del Rin, una zona triangular entre el canal, construido en 1900, y el cauce original, se extiende en más de 2.000 hectáreas y es un importante ecosistema. En la zona se han registrado 600 tipos de plantas y 300 especies de aves, como el charrán y el chorlitejo chico.

Alrededor de dos millones de personas viven alrededor del tercer lago en importancia en Europa central. También es el reservorio de 48 mil millones de metros cúbicos de agua potable para cuatro millones de personas, incluidos los habitantes de la ciudad alemana de Stuttgart, a 120 kilómetros de distancia. Y el lago es también un centro vacacional.

El río luce límpido durante mi breve caminata por el delta. Solo veo algunos desechos de plástico, y en lo que concierne a los microcontaminantes, parece ser que aquí no es un problema importante. Una investigación de 2011 de la Comisión Internacional de Protección del Agua lo confirma.

En la ciudad medieval de Stein am Rhein, cerca del afluente del Rin en el Lago Unter (el más pequeño de los dos lagos cercanos al de Constanza), los jóvenes se lanzan al río desde el puente principal.

Mi paso se hace más lento al cruzar por la frontera suizo-alemana para llegar al pintoresco pueblo de Diessenhofen, rodeado de canales.

En la entrada de Schaffhaussen, bañistas jóvenes y ancianos se refrescan en el Rhybadi, balneario sobre el río cuyo origen se remonta a 1870.

swissinfo/Rhybadi

Energía e industria

Este histórico recodo fue construido 30 años antes de la primera construcción de la presa de Schaffhausen, la primera de once que se encuentran de aquí a las proximidades de Basilea, a 165 km.

Sobre el muro de concreto de esta represa, Samuel Gründler, un biólogo de la Asociación Pesquera del lugar, me indica cómo estas edificaciones alteraron de modo dramático el carácter del río en esta zona.

“El problema principal es que los diques no permiten la emigración de los peces. La corriente es lenta y el entorno cambia: va de un ecosistema ribereño al de un lago”.

Las autoridades germanas y Suizas quieren contribuir a evitar la erosión en la ribera y contrarrestar los daños causados por las represas. En marzo pasado, la Oficina Federal de Energía de Suiza presentó un plan conjunto entre autoridades y empresas energéticas para depurar el fondo del río en varios tramos del Rin.

Un poco más al sur el valle se vuelve más angosto. Los turistas no cesan de fotografiar las Cascadas del Rin, de 23 metros de altura y 150 metros de ancho, las más impresionante de Europa.

Tras esta demostración de fuerza, el curso del agua se torna tranquilo, descendiendo entre las pendientes de la Selva Negra y las primeras laderas del Jura. Solo por momentos, el Rin pierde cordura, como en el rápido de Koblenz; después vuelve a someterse al control del hombre.

Su enorme valor energético se vuelve aún más evidente al mirar la central nuclear de Leibstadt, la mayor de Suiza, y las instalaciones de Swissgrid, la empresa que se ocupa de la gestión de las redes de transmisión de energía eléctrica en Suiza, con sede en Laufenburg. Una quinta parte de toda la corriente distribuida en el país pasa por aquí.

Y entre más me acerco a los puertos fluviales de Muttenz, Birsfelden y al de Basilea, la ciudad que hace esquina con Alemania y Francia, más evidente resulta la importancia económica del Rin.

Pese a la actividad industrial, la defensa de la naturaleza aquí está bien posicionada.

Urs Chrétien de la ONG Pro Natura, apunta hacia una nueva madriguera al margen del río en Grenzach-Wyhlen, cerca de Basilea: “Si yo fuese un castor, no me gustaría vivir cerca de la sede de la fábrica de químicos BASF, pero él está ahí”.

Desde 1956 los castores han sido reintroducidos progresivamente en Suiza. En el semicantón de Basilea-Campo hay una media docena de estas familias en la ribera y sus represas. Viven allí con ayuda de organizaciones como Pro Natura. Otras asociaciones ambientalistas como el Fondo Mundial para la Naturaleza espera que esfuerzos similares puedan estimular el retorno del salmón al Rin y su afluente, el Aar.

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Agua clara

Una especie de bolsas o sacos impermeables rojos, amarillos y azules aparecen y desaparecen de la superficie verdosa del río, dejándose llevar por la corriente del río. Pasan frente a la catedral en piedra roja en la ribera de Basilea. Con estos sacos en mano, emergen sus propietarios a orillas del cauce. Son parte los muchos bañistas que toman el sol este verano.

Para la gente de Basilea un remojón en la fresca agua del Rin es casi un placentero deber estival, al igual que pasar un buen rato con los amigos en la ribera en el barrio de  Kleinbasel.

Mucha gente de aquí recuerda el accidente de la Schweizerhalle en 1986, cuando un depósito de Sandoz se incendió y una gran cantidad de productos químicos terminaron en el Rin, lo que llevó a implementar medidas urgentes de depuración y control de las aguas del río. Fue uno de los peores desastres ambientales de la historia europea.

En Well am Rhein, en el norte de Basilea, un discreto edificio de color blanco hospeda una de siete estaciones de monitorio internacional del Rin. Este punto de control suizo-germano, creado tras el desastre de Sandoz, analiza la calidad, la temperatura y los niveles de Dióxido de Carbono del agua.

En su interior; Paul Svoboda, director de protección acuífera del departamento medioambiental de Basilea-Ciudad, señala una pared con gráficos y cartas e indica que la calidad del agua ha mejorado considerablemente.

“Puede ver estas mediciones. Hay sustancias que no solo se  han reducido, sino que ya no se detectan desde hace tiempo, como el herbicida Atrazin (o Atrazina), prohibido en Alemania en 1991 y en Suiza, en 2012”.

Desde 2012 este método, utilizado a diario, permite detectar la concentración de hasta 300 substancias en el agua.

El acento en los controles, desde 1990, pasó de la detección de metales pesados, restos alimenticios y productos con cloro a la búsqueda de sustancias como pesticidas, fármacos, químicos de uso doméstico y otros microcontaminantes.

En el control del agua, Suiza no se ha quedado atrás en comparación con sus vecinos, Alemania y Francia, me dice Svoboda.

Las autoridades suizas quieren introducir procesos adicionales como la ozonización o el tratamiento de rayos ultravioleta en 100 de las 700 plantas de tratamiento de aguas, un modo de eliminar el 80% de los microcontaminantes. Este otoño, el Parlamento discutirá el financiamiento de un programa de 20 años de duración y un monto de 1.200 millones de francos suizos.

Pero hoy es evidente que en el Rin ya no quedan rastros del accidente químico de 1986. “Es suficientemente claro para nadar, pero yo no bebería esa agua”, me recomienda Sara, la recepcionista de mi hotel en Basilea.

El Sol brilla y me decido a seguir su sugerencia, con el “himno” de la ciudad ‘Z Basel a mym Rhy’ (‘En Basilea en mi Rin’, en dialecto local) que resuena a través de mis auriculares, mis ropas bien protegidas dentro de mi bolsa impermeable roja, con la boca bien cerrada y… ¡Al agua! Decididamente, el Rin vuelve a la vida.

Traducido del inglés: Patricia Islas

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