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Mujeres: el precio de salir adelante

En Suiza, la gran mayoría de trabajadoras, a tiempo parcial. Keystone

Mesurados, los esfuerzos por poner coto a las diferencias entre hombres y mujeres en Suiza han dado resultado muy precarios.

Con un salario y un reconocimiento inferiores, pese a méritos iguales, las mujeres enfrentan además un clima de desconfianza y hasta de culpabilidad.

“En Suiza, la desigualdad de sexos es todavía una realidad importante, a pesar de todo lo que se ha emprendido a nivel de la legislación: la Constitución, la ley de la igualdad… Desde los inicios de los 80, se hace un cierto número de esfuerzos, para remediar ciertas desigualdades, pero son esfuerzos muy mesurados”.

La profesora Patricia Roux, responsable de la cátedra de Estudios de Género, en la Universidad de Lausana, señala lo anterior y comparte su certeza de que “no hay voluntad política” para promover medidas que generen un cambio efectivo.

De manera reciente, el Foro Económico Mundial difundió un estudio sobre la situación de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Entre 58 países analizados (30 de la OCDE y 28 en vías de desarrollo), Suiza, muy por detrás de sus vecinos occidentales, ocupa apenas el sitio número 36.

Respecto a la participación política femenina, el lugar número 17, y el séptimo sitio en cuanto a los beneficios de salud y bienestar.

Siempre con respecto a las mujeres, y en la clasificación del WEF (Gender gap index) la Confederación ocupa el sitio 49 en lo que atañe a la economía y la formación; en términos de “a trabajo igual, salario igual”, el 43; y el 42 en relación con las oportunidades (acceso al mercado de trabajo calificado).

Extremadamente mal…

“Lo que pone de relieve el WEF no es nuevo. Hace mucho tiempo que tenemos estudios internos que nos muestran esa situación. ¡Lo que sí es sorprendente es lo extremadamente mal que Suiza se sitúa en ese panorama… hasta qué punto estamos mal clasificados!”, subraya la catedrática en entrevista con swissinfo.

“Es la prueba de que en este país no se hacen muchos esfuerzos para lograr la igualdad”, puntualiza.

En 1981, la Constitución suiza introdujo el principio de “a trabajo igual, salario igual”. Empero, en vista de que esa premisa no se cumplía, Berna promulgó en 1996 la Ley sobre la Igualdad entre Mujeres y Hombres que prevé que las mujeres emprendan procesos legales en caso de desigualdades salariales.

Establece igualmente que, en sus denuncias, las trabajadoras puedan contar con el apoyo de organizaciones -sindicatos u otros-. Sin embargo, no establece ningún sistema de coerción para obligar a las empresas o a la administración a cumplir con la igualdad salarial. No existe ningún sistema de control al respecto.

Letra muerta

“Es necesario que alguien presente una queja y luego es muy, muy pesado. Los procesos pueden durar hasta cinco años. Se hace cargar las cosas a un nivel muy personal cuando es un problema que concierne a toda la sociedad porque la gran mayoría de las mujeres vive esas desigualdades de salario”.

Esa situación, y el hecho de que las mujeres que recurren a la legislación corren el riego de ser “estigmatizadas” en el seno de la empresa en que laboran, hace que muy pocas hagan uso de ese derecho. En resumen, “esta ley es muy poco utilizada y finalmente no aporta gran cosa para corregir las desigualdades”.

Valorización de las mujeres… en el hogar

Integrante también del Laboratorio Universitario de Estudios de Género (LIEGE), la profesora Roux considera que, en lo que concierne a la inserción profesional de las mujeres, el país “está casi en la caricatura”. Es decir, hay pocas mujeres que trabajan a tiempo completo.

“En Suiza se valora mucho, en primer lugar, a las mujeres en el hogar simplemente, y luego, el trabajo a tiempo parcial”, precisa.

Explica que desde el inicio de los años 60, cuando se reforzó la inserción de las mujeres en el mercado laboral, inició la implementación del empleo a tiempo parcial reservado a las mujeres, lo que hace que estén menos integradas que los hombres y que su trabajo sea considerado menos valioso y secundario.

“Las mujeres apoyan la carrera masculina antes que la propia. Los hombres obran también por su carrera, pero no apoyan la carrera de las mujeres. Ellas están asignadas al trabajo doméstico en prioridad y en segundo lugar tienen acceso al trabajo, pero siempre un trabajo subordinado a las exigencias de toda la esfera privada, de la organización, digamos del cotidiano”.

Desvalorización

Para la especialista en estudios de género, detrás de esa imagen que existe de la mujer desde hace años hay una desvalorización de su trabajo. De ahí que se considere que vale menos y que sea mal pagado. Pero ese menosprecio no es puramente económico, también abarca el espacio de lo simbólico.

“Hay siempre una sospecha sobre las mujeres: ¿están verdaderamente bien en su sitio de trabajo..? Escuchamos con frecuencia: Habría menos violencia entre los jóvenes si las madres se ocuparan más de los hijos y trabajaran menos. Sistemáticamente son responsabilizadas. Raramente se va a decir: si los hombres hicieran menos horas suplementarias, por ejemplo, los jóvenes irían mejor…”

En síntesis, la integración de las mujeres al mercado productivo en Suiza es un desafío que no conoce tregua. Un fardo de culpas, de sospechas, de desconfianza, de esfuerzos redoblados…

“Cuando una mujer obtiene un puesto de responsabilidad, debe hacer dos veces más para probar que es capaz de ocupar ese puesto que generalmente es ocupado por un hombre. Contra esa desconfianza respecto a sus habilidades, tiene que invertirse más que un hombre para probar que está bien en ese sitio. Entonces, estamos en una especie de lógica de desconfianza de todo, ella tiene que mostrar que merece tal o tal puesto, de tener tal o tal salario.”

… el precio de ser mujer y de osar salir adelante.

swissinfo, Marcela Águila Rubín

Bajo la premisa “a trabajo igual salario igual”, la igualdad salarial entre hombres y mujeres fue introducida en la Constitución suiza en 1981.

En 1996 entró en vigores Suiza la ley sobre la igualdad entre mujeres y hombres.

Suiza fue uno de los últimos países del mundo en acordar el derecho al voto para la mujer (1971).

Suiza es el país en el que el tiempo parcial del trabajo de las mujeres es el más desarrollado.

Profesora Patricia Roux:

En Suiza persiste esa concepción profunda, tradicional y conservadora, de que corresponde a las mujeres ocuparse primero de la familia y en segundo lugar, si es posible, y si es verdaderamente necesario, trabajar a nivel profesional.

La organización colectiva de lucha es necesaria para poder elaborar soluciones que verdaderamente transformen las relaciones sociales.

Sería una verdadera revolución si hombre y mujer tuvieran el mismo tiempo de trabajo a nivel profesional.

Para que toda nuestra sociedad pudiera funcionar, sería necesario que el tiempo de trabajo semanal fuera disminuido.

Si se instaurara esa igualdad de tiempo de trabajo, tendríamos una organización del cotidiano más igualitaria y a partir de ahí se podría reconocer que el trabajo de unas y otros vale la misma cosa.

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