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“Suiza está profundamente dividida”

Hoy, uno de cada cinco habitantes en Suiza es de origen extranjero. Keystone

La mayoría de votos a favor de la introducción de cupos para frenar la inmigración refleja una profunda división del país sobre la identidad nacional, señala Siljy Häusermann. Según la politóloga, esto constituye un peligro para el consenso inherente a la política suiza.

El análisis VOX del instituto gfs.bern y la Universidad de Ginebra, publicado el 3 de abril, muestra que la Unión Democrática del Centro (UDC, derecha conservadora) consiguió movilizar el voto de los ciudadanos indecisos y descontentos. Y fue probablemente esta movilización la que inclinó la balanza a favor de la iniciativa Contra la inmigración masiva el pasado 9 de febrero, explica Siljy Häusermann, politóloga y profesora de Política Suiza y Economía Política Comparada en la Universidad de Zúrich.

swissinfo.ch: ¿Qué es lo que más le ha sorprendido al analizar los resultados?

Siljy Häusermann: Lo paradójico, justamente, es lo poco que sorprenden los resultados. Después de la votación se especuló mucho, se dijo que en esta ocasión la constelación del conflicto difería de las iniciativas precedentes de la UDC, por ejemplo, la iniciativa contra los alminares o la que pedía expulsar a los extranjeros que delinquen. Se llegó a afirmar que los votos a favor provenían incluso de la izquierda. Ahora sabemos que no fue así. La constelación del conflicto es exactamente la misma, es decir, entre una Suiza abierta y una que tiende a aislarse.

Silja Häusermann

swissinfo.ch: El resultado del 9 de febrero parece casi aleatorio dada la escasa diferencia de votos. ¿Hay riesgo de una quiebra interna o de que se pierda la cohesión social?

S.H.: Ese riesgo existe. Suiza se concibe como un país apegado al consenso y la moderación, pero hace mucho tiempo que esta percepción no corresponde a la realidad. La votación ha evidenciado lo que observamos desde hace diez años: Suiza está profundamente dividida. Tenemos dos visiones fundamentalmente opuestas de lo que Suiza es o debe ser. ¿Funciona bien porque es un país abierto o porque se aísla? Esta polarización entre dos grandes ejes es más pronunciada que en otros países europeos que reciben inmigración.

En el caso de Suiza se trata de un problema especialmente grave, puesto que su sistema político se basa en el equilibrio y el consenso. Pero resulta cada vez más difícil encontrar soluciones consensuadas. Ni el Gobierno ni el Parlamento ni los agentes sociales logran ponerse de acuerdo.

Y cuando son incapaces de hallar un acuerdo, interviene la democracia directa a través de las iniciativas y los referendos que le son inherentes. Ahí reside la paradoja de la democracia directa: recurrir cada vez más a los instrumentos de la democracia directa muestra que el sistema funciona mal, porque no se ha hallado un compromiso.

Así, el esquema blanco-negro determina las decisiones políticas, porque la democracia directa no deja otra alternativa. Y como ocurrió el 9 de febrero, hay decisiones que son aleatorias, lo cual genera una gran incertidumbre política con repercusiones negativas, sobre todo, para la economía.

La propuesta para limitar la inmigración fue aprobada el pasado 9 de febrero por un estrecho margen de 50,3% votos.

Según el análisis VOX del instituto gfs.bern y de la Universidad de Ginebra, la Unión Democrática del Centro (UDC, derecha conservadora), autora de la iniciativa, logró movilizar a muchos ciudadanos indecisos, descontentos y con escaso interés en la política.

La movilización fue igualmente elevada entre las personas con ingresos y un nivel de formación bajos.

La alta proporción de votos a favor entre estos grupos determinó posiblemente el triunfo de la iniciativa, señalan los autores del análisis.

Interrogados sobre las principales razones que motivaron su decisión, el 34% de los ciudadanos que votaron a favor respondieron “hay demasiados extranjeros”. El 17% quieren recuperar la soberanía en materia de política de inmigración.

Llama la atención la alta abstención entre los votantes de menos de 30 años (83%). Es en esta franja de edad, sin embargo, donde la iniciativa obtuvo el menor respaldo (42%).

El 89% de los ciudadanos de entre 60 y 69 años, en cambio,  acudieron a las urnas.

La iniciativa recibió el mayor respaldo de los ciudadanos de 50 a 59 años (62%).

El análisis VOX se basa en un muestrario representativo de 1.511 personas de las principales regiones lingüísticas del país. La encuesta se realizó durante las dos semanas posteriores a la votación.

swissinfo.ch: La UDC consiguió movilizar a los ciudadanos indecisos, contestatarios, con ingresos modestos y un nivel de formación bajo, cuyo voto ha sido determinante. ¿Qué pueden aprender de la UDC los otros partidos, las asociaciones y organizaciones, o el propio Gobierno?

S.H.: La UDC sigue siendo el agente político más capaz de movilizar a los ciudadanos para que acudan a las urnas. Y lo hace con temas que apelan a la identidad y los valores. El voto se convierte así en un acto de expresión de identidad. El ciudadano manifiesta qué tipo de país quiere, lo cual le motiva mucho más que pronunciarse sobre un tema técnico y frío.

Pero el polo del conservadurismo nacional que triunfó el 9 de febrero se enfrenta a un polo adverso prácticamente idéntico en tamaño, que actualmente no consigue marcar un contrapunto ni dar voz y una imagen de valores de identidad a esa Suiza abierta y que no tiene miedo del extranjero. Pero lo que une a este polo no es algo positivo, sino sobre todo el rechazo a la UDC.

swissinfo.ch: ¿Qué puede propiciar una imagen positiva de una Suiza abierta?

S.H.: No hemos logrado comunicar la historia de éxito de Suiza. Sin embargo, el bienestar económico y la paz social se deben en gran medida a la apertura económica. Suiza ha sido siempre un país muy abierto en términos económicos. Pero se necesitan imágenes y relatos para transmitir una imagen de éxito de una Suiza abierta. Y no veo a nadie en este otro polo capaz de protagonizar este discurso, de personificar esta imagen.

swissinfo.ch: Muchos jóvenes no votaron, cuando son los principales afectados por el resultado del 9 de febrero al verse excluidos del programa de intercambio europeo Erasmus+. ¿Los partidos tienen que discurrir nuevas formas de campaña, nuevos estilos y recurrir a los nuevos medios para llegar a los jóvenes?

S.H.: La escasa participación (17%) entre los votantes de menos de 30 años es un grave problema de la democracia misma, independientemente del resultado de la votación. No solo es una señal de incapacidad de la democracia, sino también de toda una generación. Con un 83% de abstención, no basta con decir sencillamente que la movilización fue insuficiente.

Es verdad que hay un gran potencial que podríamos movilizar mejor. Para ello, se necesitan otros canales, pero también otros mensajes. Después de la votación hemos recibido muchas solicitudes de medios de comunicación dirigidos a un público joven, por ejemplo el canal de televisión Joiz, para que explicáramos este sí chocante. Es sumamente importante que estos medios aborden estos temas antes de las votaciones para que los jóvenes entiendan su transcendencia.

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swissinfo.ch: Los ciudadanos votaron conscientes del riesgo de que Bruselas podía rescindir los acuerdos bilaterales y Suiza, verse aislada. ¿Podemos decir que no es Bruselas la que amenaza la vía bilateral, sino Suiza la que le pone fin?

S.H.: La Unión Europea (UE) no ha puesto en tela de juicio la vía bilateral, sino Suiza. Tras el no al ingreso en el Espacio Económico Europea (EEE), la UE se esforzó para diseñar una solución a medida de Suiza. Si los que votaron el 9 de febrero eran conscientes de que peligraban las negociaciones bilaterales, significa que la población no ha entendido todo lo que aportan estos acuerdos a Suiza. He oído a gente decir: ¿Qué me aporta el crecimiento? Es obvio que no se logró comunicar claramente que el bajo índice de desempleo o que la seguridad social registre cifras negras depende directamente del crecimiento.

swissinfo.ch: El motivo predominante de quienes votaron ‘sí’ era que hay “demasiados extranjeros”, seguido de la soberanía nacional en materia de inmigración”. ¿Cuán xenófoba es Suiza?

S.H.: En comparación internacional, Suiza tiene una tasa de rechazo a la inmigración bastante elevada, pero sobre todo una fortísima polarización sobre este tema. La inmigración divide las opiniones mucho más que en otros países y también son mayores los dos campos contrapuestos. La fuerza electoral de la UDC ronda el 30%, mientras que en Francia el Front National jamás ha superado el 15-20%.

El hecho de que la actitud hacia la población extranjera haya determinado el resultado nos remite a la iniciativa para prohibir la construcción de alminares. Si comparamos los resultados municipio por municipio, vemos que se corresponden perfectamente. En el caso de los alminares, se trataba de preservar las especificidades de Suiza frente a una cultura extranjera.

Traducción del alemán: Belén Couceiro

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