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Polos de excelencia, ¿espejismo o milagro?

Suiza puede contar con sus sectores biotecnológico y farmacéutico. Keystone

Suiza se lanzó al desarrollo de polos de excelencia en biotecnología y farmacéutica. Pero, ¿ese concepto tiene aún sentido?

En todo caso, los responsables de la economía –cantonales y de la Confederación- esperan afrontar una competencia económica mundializada.

Todos los países occidentales temen una migración masiva de empleos, por ahora poco calificados, hacia Europa del Este o en dirección del Asia sur-oriental, subraya Paul Dembinski.

De acuerdo con el economista ginebrino, “los responsables de esos países buscan acelerar la carrera hacia la innovación y bloquearla por medio de patentes para que la competencia no pueda alcanzarlos”.

Ya no se trata de dejar a las fuerzas del mercado modelar solas el paisaje económico. “Asistimos a un retorno de las políticas industriales”. Revele el co fundador de ‘Eco’Diagnostique’, un instituto de análisis económico con sede en Ginebra.

Esa política consiste en favorecer la emergencia de polos de excelencia. Según
Paul Dembinski, ese concepto que data de los años 80 no se ha estabilizado todavía en el plano teórico.

Los ingredientes de la excelencia

El economista enumera las características más comúnmente admitidas de esos centros: un espacio geográfico dotado de un elevado número de pequeñas empresas ligadas a un sector de actividad determinada, las cuales mantienen un buen intercambio de ideas, materiales, innovaciones y personas.

“La aportación de los institutos de investigación -financiados, las más de las veces, con fondos públicos- es esencial así como la presencia de empresas multinacionales”, precisa Paul Dembinski.

A esos elementos de base, de acuerdo con el economista estadounidense, Michel Porter, -uno de los padres de ese concepto conocido en inglés bajo el nombre de ‘racimo’- hay que agregar inversionistas y consumidores suficientemente numerosos para probar la validez de los productos.

Los ejemplos más conocidos en el mundo son Silicon Valley en California y la región de Bangalore en la India.

Les polos helvéticos

Suiza puede contar con sus sectores biotecnológico y farmacéutico.

En efecto, en esas áreas se formaron dos polos. Uno se desarrolla en la región de Basilea y se extiende a Francia y Alemania. El otro se desarrolla en los bordes del lago Leman con prolongación al tecnopolo francés de Grenoble.

“Esos dos polos están en competencia, lo que es bueno para la innovación, pero BioAlps, en la Suiza de expresión francesa y BioValley, en Basilea (Suiza de habla alemana) se presentan con frecuencia bajo la misma bandera en las ferias internacionales”, precisa Jean-Nicolas Thalmann, director de la Oficina de Promoción de las Industrias y las Tecnologías del cantón de Ginebra.

La Secretaría de Estado de la Economía (seco) enumera, por su parte, los otros terrenos en los que Suiza busca perfilarse a escala mundial. Se trata de las tecnologías médicas, desarrolladas en la región de Zúrich, y de las micro y nanotecnologías en el arco del Jura.

La dependencia se refiere igualmente a los proyectos en el área de las tecnologías de la información y de aquellas ligadas a la protección del medio ambiente.

La economía que se desarrolla así, se basa entonces en los recursos humanos, su competencia y creatividad.

Revolución del saber

Por esa razón el gobierno suizo emprendió, desde hace algunos años, un ambicioso proyecto de reforma de sus sistema educativo, de sus escuelas de estudios superiores y sus universidades.

El objetivo es poner en vigor en el 2008 “un espacio suizo para la formación de la investigación y la innovación abierta al mundo”, selon Charles Kleiber, secretario de Estado para la Ciencia y la Investigación.

Ese proyecto busca transformar los lugares de enseñanza superior en “empresas públicas del saber”.

Charles Kleiber subraya que ese vasto taller va más allá de los meros imperativos económicos. En su opinión, Suiza podría así entrar plenamente en la sociedad del conocimiento que debe suceder a la sociedad industrial.

Para aquellos que critican ese proyecto como demasiado orientado hacia las necesidades de la economía, Charles Kleiber arguye que las ciencias humanas no son descartadas. “Deben convertirse en la brújula de un mundo desorientado”.

Falta saber si los filósofos y los antropólogos lograrán aclarar a los helvéticos desorientados pero ricos o un país en fase de desindustrialización y de marginalización creciente.

La competencia asiática

El vertiginoso crecimiento del Asia y de sus pilares, India y China, muestra que la partida está lejos de ser ganada.

Consciente del desafío, la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) desarrolla justamente una asociación científica con la India, mientras que la Politécnica de Zúrich (EPFZ), con China.

swissinfo, Frédéric Burnand, Ginebra
Traducción Marcela Águila Rubín

Suiza figura en el tercer lugar mundial en cuanto al número de sus publicaciones científicas en relación con el número de sus habitantes.

Su aporte al saber internacional es de 1.2% como la India. El de China es de 2.6%, el de Francia de 6.4% y de 31.4% el de Estados Unidos.

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