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La doble nacionalidad se ha vuelto común

Quatre passeports, dont un suisse
Uno de cuatro suizos tiene otra nacionalidad, además de la helvética. Keystone

Antes era raro, pero hoy la doble nacionalidad es común. Tres cuartas partes de los suizos residentes en el extranjero son titulares de al menos un segundo pasaporte. Esta tasa es del 13% para los suizos residentes dentro de las fronteras del país alpino. La Comisión Federal de MigraciónEnlace externo ha llevado a cabo un estudio detallado sobre esta situación.

Pese a estos datos, la doble nacionalidad sigue provocando controversia en el mundo de la política. Poco antes de su elección en 2017 al Consejo Federal, el Ejecutivo de Suiza, el político del Tesino Ignazio Cassis renunció a su doble nacionalidad y devolvió su pasaporte italiano. No quería exponerse a la acusación de servir a dos amos, o a dos Estados, si llegaba al gobierno suizo.

Su decisión causó controversia. Algunos lo han criticado. Consideran que ha negado sus raíces por oportunismo político, para no perder los votos de la derecha nacionalista. Otros estuvieron de acuerdo con sus argumentos y aplaudieron: quería evitar cualquier riesgo de conflicto de intereses.

Lo cierto es que en la Suiza de hoy hay cada vez más personas binacionales. La doble nacionalidad es ahora normal. Hoy en día, una cuarta parte de los suizos que viven fuera y dentro del territorio helvético tienen al menos dos nacionalidades. El 25% del total.

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Los mononacionales son minoría

“Es muy probable que esta cifra sea más elevada, ya que los datos disponibles sólo se refieren a la población de 15 años o más”, señala el estudio ‘Nacionalidad y democracia en tiempos de migración transnacional: contexto, oportunidades y riesgos de la doble nacionalidad’, que la Comisión Federal de Migración CFM publicó en ocasión de la Jornada Internacional de las Migraciones, el 18 de diciembre pasado.

La parte estadística del estudio muestra que al comienzo de la colecta de datos sobre este tema, en 1926, 200 000 suizos residentes en el extranjero estaban registrados y casi todos declararon que sólo tenían la nacionalidad suiza. Sin embargo, en 2016, 570 000 de los 775 000 suizos registrados en las representaciones helvéticas en el extranjero tenían al menos otro pasaporte. Esto representa el 75% del total.

Esta tendencia es menos marcada en Suiza, pero también es evidente. El número de binacionales no cesa de aumentar. Para los autores del estudio, “es de esperar que esta tendencia continúe y que, a medio plazo, los suizos mononacionales se conviertan en una minoría en Suiza, como ya es el caso en el grupo de los suizos residentes en el extranjero”.

Los emigrantes conservan su nacionalidad

Aunque el debate político en general en Suiza se refiere a la inmigración, es decir, los extranjeros que vienen a vivir al país, el aumento de la doble nacionalidad se debe, en sentido contrario, a los emigrantes, es decir, a aquellos que han abandonado Suiza para vivir en otro país conservando su pasaporte suizo. El estudio señala que esto ya se refleja simplemente en el hecho de que “la administración ha estado recopilando datos sobre la doble nacionalidad entre los suizos residentes en el extranjero durante mucho más tiempo del que ha estado recopilando estas informaciones sobre los binacionales en Suiza”.

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El fuerte aumento del número de suizos residentes en el extranjero y, por tanto, de los binacionales, se debe a que ellos transmiten la ciudadanía suiza a sus hijos. Sin embargo, este progreso no puede explicarse sin mencionar la evolución del marco jurídico, la mejor aceptación de la doble nacionalidad y la mejora de la situación de la mujer en la sociedad.

A esto se suma la aceptación de la doble nacionalidad vinculada al matrimonio, la igualdad entre mujeres y hombres, asociada al principio del derecho de la sangre (“ius sanguinis”) que prevalece en la mayoría de los países y que conduce a que los hijos nacidos de matrimonios binacionales reciban generalmente la doble nacionalidad. En Suiza, todos los niños nacidos en el país de un progenitor suizo reciben la ciudadanía suiza.

Actualmente, uno de cada tres matrimonios es binacional. Los hijos nacidos en el extranjero de un matrimonio binacional deben ser inscritos antes de cumplir 22 años o firmar una declaración de retención de la nacionalidad. No es necesario ningún otro vínculo con Suiza para transmitir la nacionalidad suiza a las generaciones futuras.

Déficit democrático

Aunque los suizos residentes en el extranjero pueden adquirir fácilmente una segunda nacionalidad en el país de emigración, o acceder a ella por ascendencia o naturalización, este fenómeno no es tan pronunciado en el caso de los extranjeros que se encuentran en Suiza. En los últimos años, el número de extranjeros ha aumentado mucho más que el número de naturalizaciones.

Esta disparidad explica también la elevada proporción de extranjeros en Suiza y no está exenta de consecuencias. Los extranjeros no naturalizados no tienen derechos políticos en Suiza. Por lo tanto, con algunas excepciones locales, no pueden participar en votaciones o elecciones en un país que es conocido por su democracia directa y su frecuente participación en las urnas. “Al excluir del electorado a una cuarta parte de la población residente, Suiza tiene uno de los déficits democráticos más grandes de Europa”, señala críticamente el estudio.

Oportunidades y riesgos

El progreso de la doble nacionalidad representa una oportunidad para la integración, especialmente a través de los derechos políticos, pero el estudio muestra que también existen riesgos.

Para los emigrantes que se dejan naturalizar y adquieren así la doble nacionalidad, este estatus refleja una doble pertenencia: a su país de origen y al país de acogida. Sin embargo, para un número significativo de personas con doble nacionalidad, se puede suponer que experimentan su ciudadanía del país de origen sólo como una doble nacionalidad latente. Siguen siendo titulares de estos derechos, pero es diverso el nivel del vínculo con su país de origen y su participación en la vida política.

Este es en gran medida el caso de los migrantes de segunda o tercera generación. En Francia y Suecia, se ha observado que los descendientes de inmigrantes turcos ahora sólo se sienten simbólicamente vinculados al país de origen de sus padres, lo que podría también aplicarse en el caso de la segunda y tercera generación de suizos residentes en el extranjero.

Traducción: Patricia Islas)

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