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Shaqiri y esos “buenos migrantes”, héroes del fútbol suizo

Shaqiri
Autor de los tres goles que anotó Suiza contra Honduras, Xherdan Shaqiri lleva al equipo helvético a los octavos de final en la Copa del Mundo. Daniel Christen/EQ Images

“Shaqiri, Shaqiri, Shaqiri”, saluda la prensa helvética al artífice de los tres goles que propulsaron anoche a Suiza a octavos de final. Este “Superman”, nacido en Kosovo, forma parte de la escuadra que participa en el Mundial de Futbol de Brasil con más jugadores extranjeros en sus filas.


“Shaqiri fue todo un acontecimiento en el partido, un Superman en la tormenta, ágil y dinámico, como en sus mejores días”, anotó el Tages Anzeiger al dar cuenta del encuentro en el que el delantero suizo horadó en tres ocasiones la malla de la selección hondureña : 3 a 0. Suiza sigue en la justa.

El entusiasmo de la prensa este jueves contrasta con los acres comentarios que siguieron a la derrota de Suiza frente a Francia (5-2), el 20.06 en Salvador de Bahía, una actitud que refleja mucho más que meras reacciones deportivas.   

Futbol suizo, ¿modelo de integración?  

De los 32 equipos participantes en la cita futbolística de Brasil, la selección suiza es la que tiene la mayoría de jugadores extranjeros en sus filas. ¿Shaqiri, Rodríguez, Xhaka… son la muestra del modelo de integración suizo o meramente, representativos de un deporte practicado principalmente por migrantes?

Varios jugadores de la selección nacional nacieron en el extranjero. Es el caso  de Xherdan Shaqiri, la estrella del equipo, nacido en Kosovo, y que no duda en mostrar sus raíces múltiples. Goleador también en el partido de clasificación en Albania el año pasado, ‘XS’ eligió no mostrar su alegría por “respeto” a su país.

El equipo suizo de fútbol, crisol de orígenes y nacionalidades. Keystone

Igualmente en el corazón de todos los aficionados: Haris Seferovic, goleador providencial del equipo de fútbol suizo, permitió a su país un valioso triunfo ante Ecuador en su primer partido del Mundial (2-1). Ya en 2009, anotó el único gol en la final del Campeonato Mundial de menores de 17 años en Nigeria, llevando por primera vez en la historia una selección helvética al firmamento mundial del fútbol.

Nacido en Suiza de padres que abandonaron Bosnia y Herzegovina (entonces Yugoslavia) a finales de 1980, Seferovic es uno de los muchos jugadores de origen extranjero (15 de 23) que componen el equipo suizo de fútbol. La selección suiza sería incluso la más cosmopolita del Mundial, de acuerdo con el analista informativo australiano James Offer, que se basa en los lazos (nacimiento, padres o abuelos) de cada jugador con el extranjero. La ‘Nati’ presenta 21 enlaces, por delante de Australia (18), Argelia, Bosnia Herzegovina y Francia, que cuentan 16.

Mucho seleccionados son ‘secondos’, por lo menos uno de cuyos progenitores procede de un país extranjero. No es raro que tengan doble nacionalidad, como  el español-suizo Philippe Senderos, cuyos padres son de Serbia y España.

“Una prueba de tolerancia”

Incluso el capitán del equipo, Gökhan Inler tiene doble nacionalidad. “Confié a  Gökhan Inler, un inmigrante turco, el papel de capitán porque quería dar más importancia a los jugadores de origen extranjero en el equipo. Esta diversidad representa bien la Suiza de hoy y da una prueba de su tolerancia. Estamos orgullosos de mostrar que el país puede integrar con éxito a sus extranjeros”, dijo Ottmar Hitzfeld, entrenador nacional, en un reportaje de la cadena de televisión francesa Canal + dedicado a esta “selección no tan neutral”.

Las raíces de los 23 seleccionados suizos  

Porteros:

Diego Benaglio, abuelos de Italia

Romano Bürki, Suiza

Yann Sommer, Suiza

Defensores:

Philippe Senderos, padres de Serbia y España

Johan Djourou, nacido en Costa de Marfil

Michael Lang, Suiza

Fabian Schär, Suiza

Stephan Lichtsteiner, Suiza

Steve von Bergen, Suiza

Reto Ziegler, Suiza

Ricardo Rodríguez, padres de Chile

Mediocampistas:

Tranquillo Barnetta, binacional Italia-Suiza   

Valon Behrami, nacido en Kosovo

Blerim Dzemaili, nacido en Macedonia

Gelson Fernandes, nacido en Cabo Verde

Gökhan Inler, padres de Turquía

Xherdan Shaqiri nacido en Kosovo

Admir Mehmedi, nacido en Macedonia

Valentin Stocker, Suiza

Granit Xhaka, padres de Albania

Delanteros:

Haris Seferovic, padres de Bosnia y Herzegovina

Mario Gavranovic, padres de Bosnia y Herzegovina

Josip Drmic, padres de Croacia

Esta diversidad es relativamente reciente. Hace veinte años durante la Copa Mundial en Estados Unidos, el jugador de origen argentino, Néstor Subiat era  el único miembro naturalizado del equipo. En el Mundial de 2006, ocho jugadores con raíces extranjeras componían la selección de Köbi Kuhn.

Un deporte menos identificativo

¿Debemos ver en todo esto una excepción de Suiza, un modelo exitoso de integración? Esto es lo que parece pensar Peter Gilliéron, presidente de la Asociación Suiza de Fútbol (ASF): “En mi opinión, no hay un vector más  importante de integración que el fútbol en Suiza. En las últimas décadas, con la práctica de este deporte, los inmigrantes se han acercado lo más a Suiza y a los suizos”, afirmaba a swissinfo.ch luego de la victoria de los menores de 17 en Nigeria.

Sociólogo del Deporte de la Universidad de Lausana, Fabien Ohl es más pragmático. Según él, este fenómeno se explica en primer lugar por el origen social de los migrantes y las prácticas deportivas específicas de Suiza. “En muchos otros países, el fútbol es el deporte insignia por excelencia. En Suiza, compite con el hockey sobre hielo, el esquí alpino y el tenis. Estos deportes son más caros y tienen una fuerte anclaje en la identidad de los suizos. No son de fácil acceso para los inmigrantes, que recurren más fácilmente al fútbol”.

Otra razón es invocada por el sociólogo: el fútbol es considerado por muchos jóvenes procedentes de la inmigración como la mejor manera de lograr éxito y reconocimiento social. “Las figuras identificadoras están a menudo ligadas a la inmigración, lo que incitará a los hijos de migrantes a practicar ese deporte”, señala Fabien Ohl. De las más de 250.000 personas con licencia para jugar en el país, una tercera parte no tiene la nacionalidad suiza.

Y los jugadores de familias inmigrantes no dudan en mostrar sus ambiciones, su deseo de hacer dinero y de tener éxito con base en el fútbol, mientras que muchos jóvenes suizos – y sus padres – prefieren en la adolescencia insistir sobre los estudios o el aprendizaje.  

El resultado de la “inmigración masiva”

El interés manifestado por la ASF en relación con los binacionales, a los que se ofrece de forma rápida responsabilidades dentro del equipo nacional, así como un sistema de formación conocido en todo el mundo, también explican en gran medida el éxito.

Pero esta selección suiza intriga, sobre todo después del freno a la inmigración votado por el pueblo suizo el 9 de febrero. Algunos observadores encuentran en ello una extraña paradoja. “No olvidemos que todos esos jugadores son el resultado de “la inmigración masiva”, anota el portal suizo ‘journal21’. “Sus padres vienen del extranjero, principalmente de países no miembros de la UE, y afortunadamente, han podido traer a sus familias. Sin ello, esos niños – algunos de los cuales han nacido en Suiza – nunca habrían sido vistos en los clubes locales de fútbol”.

En vísperas del Mundial de Fútbol que se desarrolla en Brasil, el Ministro de Defensa y Deportes, Ueli Maurer, (UDC/derecha conservadora), había sido  abordado por los periodistas al respecto: “¿Qué piensa de este equipo multicultural tan alejado de los estereotipos transmitidos por su partido?, interrogó el periódico ‘Matin Dimanche’. “No estoy de acuerdo, la UDC siempre ha acogido a los extranjeros que se integran y trabajan por el bien de Suiza”, respondió.

El futbolista, el “buen inmigrante”

A Fabien Ohl no le sorprende ese discurso: “El futbolista es considerado como el buen migrante, ya que sirve al país y es el orgullo del país anfitrión. Por el contrario, el extranjero que cometa delitos o no tiene las mismas prácticas culturales que nosotros representa la figura repulsiva. Sin embargo, todos los extranjeros ordinarios, no especialmente brillantes y que no representan amenaza alguna, casi no se ven”.

Atención, empero, al retorno de la manivela, advierte el sociólogo: “Cuando el equipo deportivo multicultural tiene éxito, todo el mundo alaba esa diversidad. Pero, en el momento en que se produce un fallo, un mal rendimiento o una polémica, las diferencias vuelven a la palestra. El equipo de Francia (adulado tras su coronación en 1998 y sumido en el oprobio durante su huelga en Sudáfrica en 2010) es un ejemplo perfecto”.

traducido del francés por Marcela Águila Rubín

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